Ayer y hoy Egipto define si aprueba o no las modificaciones a la Constitución redactada y votada durante el gobierno de Mursi en 2012, antes del golpe de Estado que lo sacó del poder, y antes de que su movimiento, los Hermanos Musulmanes, fuera declarado “organización terrorista” hace algunas semanas.

En el primer día de la consulta murieron nueve personas en enfrentamientos, en el marco de la violencia electoral que se extendió en todo el país, informó el Ministerio de Salud. Cuatro personas fallecieron en la ciudad de Sohag, en la que, de acuerdo con las autoridades, francotiradores de los Hermanos Musulmanes abrieron fuego desde las azoteas contra la gente que iba a votar. Otras cuatro murieron en la provincia de Guiza, y una más al sur de El Cairo, en Beni Suef, en enfrentamientos entre la Policía y seguidores de Mursi.

En cambio, un vocero de los Hermanos Musulmanes dijo a la agencia de noticias Efe que en total murieron ocho personas y que en Sohag las víctimas eran en su mayoría simpatizantes de su organización, que manifestaban en contra de la reforma y una de ellas era menor de edad.

Los opositores a la nueva Constitución están divididos entre los que boicotearon la consulta por considerarla ilegítima, como lo hacen los Hermanos Musulmanes, y los partidarios del No, que son minoritarios. El partido islamista moderado Egipto Fuerte anunció el lunes que optaba por no votar y boicotear así la consulta, porque varios de sus integrantes fueron detenidos cuando hacían campaña por el No.

En principio, el referéndum apuntaba a quitarles disposiciones inspiradas en la ley islámica (la sharia) en la legislación egipcia. En junio, antes de su derrocamiento, protestas en las calles le reprochaban al gobierno de Mursi que estaba “islamizando” al país. Sin embargo, el nuevo texto sigue estando basado en la sharia, aunque limita su importancia y además elimina la posibilidad de que la Universidad Teológica de Al Azhar, una institución central para el Islam sunita, sea consultada en materias legales.

El texto -por lo menos en principio- consagra un mayor respeto de las libertades individuales y establece un sistema de gobierno parlamentario monocameral, en el que el gobierno deberá responder ante el presidente y el Parlamento. Establece que el presidente podrá disolver al Legislativo y el Parlamento podrá disolver al Ejecutivo. Por otra parte, deja plasmado el poderío de las Fuerzas Armadas en un país en el que siempre fueron fuertes, y en el que lograron derrocar al último presidente electo.

Sin embargo, con la fuerte represión con la que las autoridades responden a la oposición de los Hermanos Musulmanes, que ganaron todas las elecciones desde que cayó Hosni Mubarak en febrero de 2011, queda poco espacio para la oposición.

Como Mursi, que había sido su candidato, fue destituido en junio por la cúpula militar liderada por el general Abdel Fatah Sisi, los Hermanos Musulmanes consideran que todo lo ocurrido desde entonces carece de legitimidad democrática, reforma de la Constitución incluida.

Por lo tanto, lo que se suponía que iba a ser un referéndum sobre la Constitución terminó teniendo aires de plebiscito sobre la figura de Sisi, que si bien cedió el poder a autoridades civiles, se mantiene como jefe de las Fuerzas Armadas y ministro de Defensa, y marcó el rumbo de la transición. El sábado dijo que sería candidato a las elecciones presidenciales que deberán celebrarse después del referéndum, “si el pueblo se lo pide”.