La Justicia de San Pablo emitió una medida cautelar que permite a los shoppings de ese estado impedir la entrada a quienes no aparenten ser su público objetivo. La agrupación que reúne a los dueños de tiendas en los shoppings, conocida como Alshop, presentó a la Justicia una solicitud en este sentido después de que se popularizaran en San Pablo las reuniones conocidas como “rolezinhos”. Estos encuentros son convocados a través de las redes sociales y reúnen a jóvenes de las zonas periféricas de San Pablo que suelen cobrar el salario mínimo (unos 300 dólares mensuales).

En las convocatorias a los rolezinhos, se especifica que no se cometerán delitos durante los eventos y se pide a quienes asistan que mantengan un buen comportamiento. Los encuentros se desarrollan en lugares considerados públicos, como plazas, estaciones de servicio o centros comerciales, y comenzaron en diciembre, mientras la gente hacía las compras para las fiestas. Una vez en el lugar, los rolezinhos -que a veces son decenas y a veces cientos o miles- se dedican a utilizar el espacio público, pasear, conversar en voz alta y bromear, entre otras cosas. Los organizadores de algunos de estos eventos han dicho a los medios brasileños que los convocan como una forma de demostrar que ellos no tienen espacios para disfrutar su tiempo de ocio.

Algunos shoppings han recurrido a la Policía para que frene a los jóvenes, porque aseguran que perturban la calma y el consumo de sus clientes. La Policía ha ingresado a los shopping y ha detenido a decenas de jóvenes como sospechosos de delitos como hurto, incitación al crimen, asociación criminal o generación de disturbios, pero en todos los casos los jóvenes tuvieron que ser liberados porque no estaban cometiendo ningún crimen.

Los rolezinhos empezaron en San Pablo, pero para los próximos fines de semana hay convocatorias para Río de Janeiro y Brasilia. Tanto en San Pablo como en Río, los encargados de la seguridad pública se han desentendido del tema, argumentando que los rolezinhos no son delitos, sino reuniones, que usualmente se dan en un ámbito donde la seguridad no está a cargo de la Policía sino de la seguridad privada. Además, el gobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, indicó que se investigará la represión en uno de los últimos eventos, el sábado pasado, ya que la Policía ingresó al shopping al ser llamada por los comerciantes y se denunció que golpeó a algunos de los jóvenes antes de detenerlos.

Interpretaciones

Tras la orden judicial emitida el lunes, varios trabajadores de shoppings de San Pablo reclamaron que los guardias de seguridad quisieron impedirles entrar, con el argumento de que no tenían “cara de comprador”. Esa situación aumentó los temores de que la aplicación del derecho de admisión sea utilizada para hacer una segregación por clases sociales. “¿Si apareciera una legión de mujeres con bolsas Louis Vuitton tendría prohibido el paso?”, se preguntó Martim de Almeida, el presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Orden de Abogados de Brasil (que reúne a esos profesionales). Consideró que estas movilizaciones deben leerse como una continuidad de las manifestaciones de julio, “que van demostrando que existe una nueva clase media, emergente, que consume y que quiere tener una voz activa”. Tanto él como otros analistas consultados por medios brasileños señalaron que este movimiento crecerá mientras siga despertando interés en los jóvenes y en los medios, y se desconoce qué niveles de organización puede alcanzar.