Fueron invitados a Cuba 33 jefes de gobierno y de Estado -todos los del continente americano excepto los de Estados Unidos y Canadá, que no forman parte de la Celac- y sólo faltaron dos: el salvadoreño Mauricio Funes, que este domingo busca su reelección, y el panameño Ricardo Martinelli, ausente como protesta por el barco detenido en un puerto de su país que iba rumbo a Corea del Norte con armas cubanas.

Pero las ausencias fueron rápidamente olvidadas por algunas presencias fuera de lo habitual: las de los secretarios generales de la Organización de los Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza (primero en su cargo que visita la isla en 50 años) y de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon. Ambos se reunieron con Raúl Castro. Ban estuvo también con su hermano, Fidel.

Los dos hicieron gestos para demostrar interés en una plena reintegración de Cuba al ámbito internacional, pese al añoso bloqueo estadounidense. En 2009 la OEA derogó su decisión de 1962 de suspender la participación de Cuba en ese organismo, pero la isla no ha regresado argumentando que la OEA es un “títere” de Estados Unidos. Insulza elogió los cambios económicos que impulsa el gobierno cubano, y dijo que su presencia en la cumbre buscaba “una aproximación” entre la OEA y la isla, pero en una entrevista con Reuters reconoció que eso no va a resolver la cuestión. Lo mismo piensa el canciller cubano, Bruno Rodríguez, quien aseveró que su país no regresará al organismo regional porque éste “tiene una carga histórica negativa como instrumento de dominación de los Estados Unidos, que no puede resolver mediante ninguna reforma”.

Ban manifestó también su interés en los cambios cubanos y en que la ONU los apoye. También fue la primera visita del actual secretario general del foro mundial a la isla, aunque su antecesor, Kofi Annan, la había visitado en 2006. Ban no dejó Cuba sin pedirle a su gobierno que avance en el respeto a los derechos humanos.

Lo mismo quiere exigirle la Unión Europea (UE) al gobierno de Raúl Castro, con el que comenzará conversaciones para lograr un acuerdo bilateral que construya un nuevo modelo de relación, abandonando el condicionado a cambios en el área de los derechos humanos. Esto será ratificado por los cancilleres del la UE el 10 de febrero.

Regreso a casa

Uno de los cinco agentes cubanos presos en Estados Unidos desde que fueron condenados por espionaje quedará en libertad en febrero, debido a la reducción de su pena por buen comportamiento.

Fernando González, que hoy tiene 50 años, había sido condenado a 19 de cárcel, pena que se redujo a 17 y ahora a 15, en ambos casos por buen comportamiento.

Otro de ellos, René González, fue liberado el año pasado y regresó a su país. Los otros tres -Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero- seguirán cumpliendo sentencia.

A su vez, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, se encargó, con una visita de Estado que empezó y terminó ayer, de cerrar el paréntesis conflictivo en las relaciones bilaterales que había comenzado en el gobierno de Vicente Fox, al parecer porque éste le pidió a Fidel Castro que se retirara antes del fin de una cumbre en Monterrey, para no cruzarse con George W Bush.

Peña Nieto se reunió con Fidel, quien recibió también visitas de otros mandatarios americanos. Destacó las posibilidades de negocios que hay para los empresarios mexicanos en Cuba, donde se están abriendo nuevas vías para la inversión extranjera.

Quien se quedó esperando visitas fue la opositora Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, que recibió sólo a una delegación costarricense liderada por la jefa de ceremonial de la presidenta Laura Chinchilla.

Por su parte, el presidente chileno, Sebastián Piñera, se reunió con la líder de las opositoras Damas de Blanco, Berta Soler, para conocer detalles de sus actividades, según informó ésta a la agencia de noticias Efe.

Piñera también se reunió en Cuba con su par peruano, Ollanta Humala, con quien cerró formalmente el capítulo de los diferendos limítrofes tras el fallo de la Corte Internacional de Justicia.

Por su parte, la oposición cubana organizó un foro paralelo a la cumbre de la Celac para cuestionar que el gobierno de su país, al que acusa de violar las libertades democráticas, haya sido nombrado presidente del organismo regional. Denunciaron también que ese foro fue boicoteado por el arresto de decenas -hablan de 144- de sus dirigentes antes de la cumbre de la Celac y durante su desarrollo.

Mirar hacia adelante

Más allá de mejorar el posicionamiento internacional de Cuba, la Celac dejó decenas de discursos y una declaración final en la cual se subrayó la necesidad de seguir impulsando la integración entre los países latinoamericanos y caribeños, y se declaró la voluntad de “desterrar para siempre” las amenazas y el uso de la fuerza en la región, para convertirla en una “zona de paz”. Todos se comprometieron a “no intervenir directa o indirectamente” en los asuntos internos de los otros países, señalando que “la unidad y la integración” de la región “deben construirse gradualmente, con flexibilidad, respeto al pluralismo, a la diversidad y al derecho soberano de cada uno de nuestros pueblos para escoger su forma de organización política y económica”, en lo que pareció ser una crítica indirecta a los organismos que exigen cambios en Cuba antes de considerar integrarla.

En la declaración final también tuvieron su lugar el reclamo de soberanía de Argentina sobre las islas Malvinas, el apoyo al proceso de paz entre Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y la condena al bloqueo económico que Estados Unidos aplica a Cuba desde 1962.

Tampoco faltaron, en los discursos, otras referencias críticas a Estados Unidos, aunque no fueron tan frecuentes como cabía imaginarse de antemano. Al inaugurar la cumbre, Raúl Castro se refirió indirectamente al país norteamericano, y subrayó que la comunidad latinoamericana estará incompleta mientras persista la “situación colonial” de Puerto Rico, manejando la posibilidad de incorporarlo a la Celac, aunque no es independiente de Estados Unidos. Tampoco se olvidó del gobierno estadounidense el boliviano Evo Morales, quien planteó: “Si hay que hacer espionaje para una cuestión de seguridad de la comunidad internacional, les propondría a ustedes que todos hagamos espionaje a [el presidente estadounidense, Barack] Obama y a su gobierno, y así habrá seguridad mundial”.