En 2007 Bulgaria y Rumania ingresaron a la Unión Europea (UE), pero hasta el 1º de enero rigió sobre ellos una limitación: sus ciudadanos necesitaban un permiso de trabajo para ejercer en ocho de los 28 Estados miembros.

Antes de que venciera ese plazo, el gobierno conservador de David Cameron amenazó con varias medidas para seguir restringiendo el trabajo de búlgaros y rumanos en Reino Unido -entre ellas la de permitirles acceder sólo a la atención médica de urgencia-, lo que le valió una casi igual cantidad de advertencias desde los organismos de la UE.

Con el argumento de que una oleada de inmigrantes trabajadores ejercería demasiada presión sobre el sistema de beneficios sociales, el gobierno de Cameron confirmó que restringirá el acceso de los extranjeros a la sanidad pública. La propuesta es que todos los extranjeros presentes en el país de manera temporal deberán pagar por su atención médica: los turistas, el costo completo, y los que tengan permisos de residencia no permanente, una tarifa única anual. Cameron ha rechazado ideas más radicales, como la presentada por 90 diputados del ala más conservadora de los tories, que consistía en que por razones de emergencia nacional se suspendiera la entrada en vigencia de derechos para búlgaros y rumanos.

Los ingleses utilizan la expresión “mass social tourism” (turismo social masivo) para denominar una presunta invasión de inmigrantes que buscarán ayudas sociales en Reino Unido. Los conservadores ingleses no son los únicos que temen una invasión de trabajadores “pobres”, y en Alemania utilizan la expresión “Armutsmigranten”, que según el portal del canal público DW amalgama las palabras “pobreza” y “migrante”.

La Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), hermanada con la Unión Cristianodemócrata de la canciller Angela Merkel, publicó un documento exigiendo que se implementen medidas severas para frenar la integración de búlgaros y rumanos al sistema social alemán. Baviera es el Estado más rico de Alemania, tiene el desempleo a casi 0% y tendrá elecciones municipales en marzo.

La CSU sostiene que llegarán búlgaros y rumanos buscando, por ejemplo, el Kindergeld, una renta de 184 euros que se paga a las familias por cada hijo que tienen a cargo -este discurso tiene el respaldo del influyente diario Bild-.

Por eso propone que se expulse a aquellos inmigrantes que recurran al engaño o al fraude de documentos para conseguir un trabajo; el gobierno de Merkel no se pronunció tan firmemente, pero sí dijo que va a “promover medidas que limiten el flujo de personas que sólo buscan aprovecharse del sistema de seguridad social”.

La CSU aseguró que este tema estuvo en las negociaciones entre la Unión Cristianodemócrata y el Partido Socialdemócrata, pero desde este último lo negaron. “Es peligroso alimentar los prejuicios contra los pobres”, aseguró Aydan Özoguz, diputada socialista y comisionada para la Integración y los Refugiados del gobierno. Asimismo se pronunció, pero más duramente y desde otra posición, el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, el también socialista Frank-Walter Steinmeier, quien aseguró que “quien cuestiona la libre circulación de trabajadores daña a Europa y también daña a Alemania”.

Steinmeier pone el dedo en lo que parece ser la llaga de esta Europa: “Las libertades europeas son el núcleo de nuestra idea de Europa, y la libre circulación de trabajadores es un componente irrenunciable de la integración europea”. La integración y la inmigración parecen chocar tanto dentro de fronteras comunitarias -ahora sucede con los búlgaros y los rumanos, pero ya sucedió por ejemplo con los polacos- como fuera de ellas, como se ve reflejado periódicamente en la isla italiana de Lampedusa, que recibe a inmigrantes africanos a través del mar Mediterráneo.

La muerte de 366 inmigrantes en la barcaza en la que intentaban llegar a Italia creó una gran polémica sobre si la responsabilidad por esos inmigrantes debe ser exclusiva de Italia. Justamente la Marina de ese país logró rescatar ayer a 233 indocumentados que viajaban a bordo de una barcaza en complejas condiciones meteorológicas.

En sólo unos meses se realizarán las elecciones europeas y los sondeos adelantan un crecimiento de las formaciones de derecha más nacionalistas, populistas y anti europeas de Francia (el Frente Nacional de Marine Le Pen), Reino Unido (el Partido Independencia del Reino Unido de Nigel Farage), Holanda (el Partido de la Libertad de Geert Wilders) y Grecia (Amanecer Dorado). Algunos medios como el madrileño El País, la DW alemana o el británico The Guardian han señalado que las de mayo son las elecciones europeas más importantes de los últimos 30 años, porque serán las que definan si cada país se dirige a definir su futuro en solitario o si lo hará como parte del bloque.