-¿Cuál es tu papel actual en Podemos?
-Estoy haciendo labores de portavocía, de cuestiones de estrategia política, pero nosotros tenemos ahora [desde el 15 de setiembre hasta el 15 de noviembre] el proceso constituyente de Podemos. Es decir, las labores que estamos desempeñando son interinas, tienen que salir refrendadas o modificadas de ese proceso.
Todo por el Pepe
Antes de la entrevista con Íñigo Errejón, la diaria habló unos minutos con la cara más visible del partido, el diputado del Parlamento Europeo Pablo Iglesias. Consultado sobre su interés por reunirse con el presidente José Mujica, Iglesias explicó que se debe a lo que “significa como figura histórica, lo que significaron los tupamaros”. En su opinión, que Mujica haya llegado a ser presidente muestra “dignidad en la historia del pueblo uruguayo”. Dijo que a los europeos los conmovió la “sencillez y la humildad con la que vive” y el hecho de que se parezca a su pueblo, algo que no ocurre en España.
-Te presentan como el “ideólogo” de Podemos. ¿Es así?
-La mayor parte de la prensa comercial española intenta ver de dónde salió esto y cuál fue el ingrediente secreto que de repente cocinó “de la nada” -según su análisis- 1.250.000 sufragios, 8% de los votos; el lugar de tercera fuerza en algunas de las regiones más importantes, como Madrid; y un apoyo que permite que hoy estemos peleando por ser la segunda fuerza, según las encuestas. Algunos han dicho que “la clave” son las redes sociales; otros, que fue un director de campaña; otros han dicho que fue el liderazgo de Pablo [Iglesias] en la tele. Son elementos que ayudan, pero lo fundamental es que había mucho sembrado en la sociedad española. No se reflejaba todavía en las elecciones, pero había mucho cambio cultural. Nosotros lo hemos cosechado, pero no lo inventamos.
-¿Esto viene del movimiento ciudadano llamado 15M, surgido en 2011?
-En buena medida. El 15M no modificó los equilibrios institucionales y políticos, pero modificó la cultura política. En mi opinión generó dos cosas. Primero, temas que antes se vivían como un problema privado se ven ahora como un problema político, de responsabilidad colectiva. Había todo un relato de “ya lo tenemos todo”, y lo que te falta debe ser porque te falta individualmente.En segundo lugar, el 15M envejeció a las élites. Los grandes consensos de mi país, que procuraban estabilidad política, cultural, institucional, se resquebrajaron, no sólo con la gente que salió a las plazas. Se empezaron a acumular reclamos y se vio cierta voluntad de cambio no representada en el sistema político oficial. Ése es el campo sembrado sobre el que nosotros intervinimos. No somos el partido del 15M, pero creemos haber sabido leer una buena parte de lo que expresaba.
-Son cuestionados tanto por el opositor Partido Socialista Obrero Español como por el gobernante Partido Popular.
-Absolutamente. Hay que dar esa disputa mediática y al mismo tiempo hay que dar una disputa estratégica, política y electoral, porque tenemos elecciones municipales y autonómicas en mayo y elecciones generales en noviembre de 2015. Seguramente ése será el año más decisivo de los últimos 30 años de mi país, y creo no estar exagerando. Por primera vez hay posibilidades de un cambio político que desborde el sistema tradicional de partidos, y a la vez Podemos se tiene que construir hacia adentro. Estamos registrados como partido para poder concurrir, pero nosotros siempre dijimos que esto es una herramienta ciudadana para la gente que siente que hay un secuestro de la democracia, de la soberanía y de los derechos sociales. Hay que construir una herramienta para convertir la indignación, el enfado y la frustración en voluntad de cambio y -eventualmente- en poder político. Ahora estamos abocados al reto de la organización. Tenemos 120.000 personas inscriptas para participar en el proceso interno. Vienen de lugares muy diferentes; algunas de la militancia más tradicional, otras del 15M, pero muchas no vienen de nada, lo cual es maravilloso. De hecho, muchas también vienen de los partidos tradicionales. La última encuesta que salió en España dice que 17% de nuestra intención de voto viene del Partido Popular. No estamos viviendo un proceso de reagrupación de la izquierda, estamos viviendo un proceso de construcción de una fuerza política popular con inequívoca vocación democrática y de ruptura, pero que se nutre de gente que hasta ayer confiaba en los partidos tradicionales.
-Ahora están llevando a cabo su Asamblea Ciudadana, ¿cómo está funcionando?
-La Asamblea Ciudadana tiene dos finalidades: construir la organización y hacer pedagogía política, empezar a acostumbrarse a construir en colectivo. Otra cosa que para nosotros es muy importante es que los borradores [de los principios “éticos, políticos y organizativos” de Podemos] no sólo serán votados por la militancia, serán votados por todo el que quiera votar. ¿Por qué? Porque queremos hacer una formación política capaz de convertir una mayoría social que quiere un cambio en una mayoría que ejerza el poder. Podemos tiene que resolver ahora varios retos decisivos a la vez. Un reto es seguir manteniendo una disputa mediática en la que ya somos, cualitativamente, la principal fuerza de la oposición. Digo cualitativamente porque no hemos ido a más elecciones, pero estamos permanentemente en el centro de la escena por los ataques que recibimos y porque hablan con nuestras palabras.
-¿Cómo hacen para financiarse?
-Nacimos en las elecciones diciendo que para que haya democracia es importante que se vote, pero que no basta con eso. En España, aunque se vota, gobierna siempre una pequeña minoría de privilegiados, a cuyo servicio legislan los representantes elegidos por la ciudadanía. Estamos hablando de los bancos, también. Nosotros no quisimos hacer una campaña en la que nos financiaran los bancos, no les queremos deber favores ni a ellos ni a los grupos de poder concentrados. Eso significó pedir dinero, decir que nuestra campaña va a tener tantos recursos como ilusión despierte. Hicimos una campaña [para las elecciones del Parlamento europeo] con 110.000 euros, extraordinariamente austera para España. La asamblea está todavía recibiendo aportes, porque en el crowdfunding [financiamiento participativo por internet] tú pides y la gente va dando. Yo era escéptico, pero nos está sirviendo como un termómetro del calor popular. En España la gente lo está pasando mal económicamente, y los aportes medios eran de nueve o diez euros. Es mucha gente humilde poniendo lo que tiene. Ahora tenemos también una fuente de recursos gracias a los cinco compañeros que son diputados en el Parlamento Europeo.
-¿Cuál es el límite a la participación abierta?
-No creemos que nuestro modelo, tan abierto, sea válido para todo tiempo y lugar. No es un modelo universal. Es un modelo que nos ha parecido útil para la situación política concreta que vive España en este momento. Creemos que hay ideas que son mayoritarias [cita como ejemplo el rechazo a los desalojos de viviendas y el reconocimiento sobre el derecho a la salud pública] pero imposibles de asumir por las oligarquías en el poder. Para eso creemos que es importante un partido muy abierto. Creemos que hoy la diferencia fundamental en España no está entre la izquierda y la derecha, sino entre la democracia y la oligarquía.
-Les dan mucha importancia a la comunicación desde los medios masivos, y por eso se los acusa de populismo.
-En España se da una situación de descontento fragmentado que no se expresa en los partidos o los sindicatos, se queda en casa. En una situación así, los liderazgos son fundamentales para federar esos descontentos. En España, eso ha pasado por la participación y la disputa en los medios de comunicación; en primer lugar la de Pablo [Iglesias], que fue el que abrió la brecha como catalizador, y luego una serie de compañeros que están asumiendo también esas tareas. Reconocemos que el liderazgo mediático ha sido un elemento crucial para articular un descontento, fraguar una identidad popular de cambio. Eso lo hemos conocido en América Latina, y forma un lugar central en la hipótesis teórica de Podemos. Aprendimos que a veces, ante situaciones bloqueadas, un liderazgo ayuda a dar un salto para una construcción de poder político. Eso no significa que querramos copiar; sería absurdo, porque vivimos en un Estado muy diferente, con condiciones culturales, económicas y geopolíticas muy diferentes.
-Dieron muchas entrevistas a medios españoles durante este viaje. ¿Es una estrategia?
-No. En Ecuador y en Bolivia hemos tenido mucha presencia [en los medios], pero es verdad que allí nos hemos quedado más días. Nosotros queremos comunicar en dos sentidos: a la ciudadanía latinoamericana y también a España. Con este viaje también estamos lanzando un mensaje. Cuando en España nos dicen que no hay alternativas y que no se puede hacer otra cosa más que asumir las políticas del ajuste neoliberal, nosotros decimos que hay sitios donde se desafiaron y se hizo con éxito. No para copiar, pero sí para abrir alternativas a base de audacia, de conocimiento y de voluntad política.