Las encuestas muestran que el opositor Partido Republicano renovará su mayoría en la Cámara de Representantes, pero es menos claro lo que sucederá en el Senado, donde hoy la mayoría está en manos de la bancada del Partido Demócrata del presidente Barack Obama.

Los escaños del Senado que se renuevan hoy son los mismos que se votaron en 2008, cuando el impulso que se generó con la candidatura de Obama permitió que en varios estados tradicionalmente republicanos ganaran los demócratas. Los sondeos de opinión no son del todo claros a la hora de dar un panorama que permita prever lo que va a pasar, pero existe una gran posibilidad de que los republicanos recuperen gran parte de esos escaños que tradicionalmente eran suyos y que, si ganan algunos más, consigan la mayoría de la cámara alta.

La mayoría en el Senado permitiría a los republicanos incidir en asuntos en los que la cámara baja no tiene injerencia, como las designaciones presidenciales para cargos en el Ejecutivo y la Justicia, o la ratificación de los tratados internacionales. Estados Unidos ya se encuentra en una situación en la que la mayoría demócrata del Senado impide que progresen los proyectos presentados por los republicanos. A su vez, la oposición frena las iniciativas demócratas -incluidas las presidenciales- en Diputados.

Esta realidad ha llevado a Obama a gobernar por medio de decretos y de las agencias del Estado, que son supervisadas por el Senado, según la agencia de noticias Reuters. Si los republicanos pasan a dominar la cámara alta podrán bloquear los presupuestos de estas agencias y cerrarle otro camino al presidente, que podría verse impulsado a recurrir al veto ante leyes aprobadas en un Congreso republicano.

Pese a estas posibilidades, los republicanos han prometido durante la campaña que si logran la mayoría en ambas cámaras pondrán fin al estancamiento del Congreso. Mitt Romney, que compitió con Obama en las presidenciales de 2012, aseguró que es momento de aprobar algunas normas, y se refirió a las concernientes a la inmigración ilegal, al proyecto de un oleoducto entre Canadá y Estados Unidos y a tratados de libre comercio. Si se aprueban estos proyectos, dijo Romney, “el presidente firmará alguno de ellos”.

Rand Paul, un dirigente del Tea Party cuyo nombre se maneja en la interna republicana para las presidenciales de 2016, aseguró que “el punto muerto en Washington ha sido en general responsabilidad de los demócratas, que no han permitido el avance de ninguna legislación en el Senado”. Los argumentos de campaña demócratas han sido exactamente los contrarios, y el oficialismo también ha hecho hincapié en que una victoria republicana podría debilitar las reformas aprobadas por Obama, en particular la reforma sanitaria.

Repartido

La actual distribución del Senado es de 53 demócratas, 45 republicanos y dos independientes, que suelen votar junto a los demócratas. En estas elecciones, además de la renovación de 33 senadores que ganaron sus bancas en 2008, se votará a otros tres para sustituir vacantes en Hawai, Carolina del Sur y Oklahoma. De esos 36 escaños, 21 son ocupados por demócratas y 15 por republicanos.

En seis de los estados en los que se votará, los demócratas suelen ser derrotados, aunque 2008 marcó una excepción. Entre ellos están Montana, Dakota del Sur y West Virginia, en los cuales las victorias republicanas se dan como un hecho. Se espera una elección cerrada en diez estados, seis representados en el Senado por demócratas y cuatro por republicanos. En seis de ellos (Alaska, Arkansas, Iowa, Luisiana, New Hampshire y Carolina del Norte) cada partido tiene un senador, lo que refleja claramente que no hay una preferencia total por uno u otro. En otros tres el dominio es republicano (Georgia, Kansas y Kentucky) y en el último (Colorado) es demócrata. Pero las encuestas de intención de voto han puesto en duda que esta situación se mantenga.

En Estados Unidos se especula con la posibilidad de que una ola republicana se adueñe del Congreso. Según la encuestadora Fivethirtyeight hay 69% de posibilidades de que los republicanos logren mayoría en el Senado, pero también hay quienes señalan que una derrota republicana en estados como Kansas, Georgia y Kentucky serían un golpe histórico para los opositores. El columnista de The Washington Post Charles Krauthammer, reconocido por su conservadurismo, advirtió que “si con este panorama los republicanos no consiguen ganar el Senado, tal vez haya llegado la hora de que piensen en dedicarse a otro negocio”.

Georgia y Luisiana son los estados más complicados, y se maneja la posibilidad de que sea necesaria una segunda vuelta (si ninguno de los candidatos supera 50% de los votos) porque hay tres postulantes y la intención de voto está muy repartida entre ellos. El balotaje podría disputarse en diciembre o incluso en enero.

De a varios

Además de los senadores y diputados hoy se eligen gobernadores en 36 estados, de los cuales 22 están en manos de republicanos y 14 bajo administración demócrata. Sólo tres de estos 36 gobernadores decidieron no optar por la reelección. Otros cuatro no se postularon porque no pueden, debido a que agotaron los límites establecidos en cada estado.

Según los datos de los distintos sondeos, reunidos en el portal Real Clear Politics, en 12 estados la contienda es tan ajustada que las encuestas se mantienen en un empate técnico. Aun así, el escenario no es muy auspicioso para los republicanos, ya que las previsiones indican que los demócratas lograrían “robarles” entre dos y cuatro gobiernos.

Uno de los estados más disputados es Georgia, donde ha entrado en campaña el ex presidente Jimmy Carter, de 90 años, para pedir el voto para su nieto, Jason, que es senador. Jason Carter es la razón por la cual el republicano Nathan Deal ve comprometida la posibilidad de ser reelecto.

Otro familiar de un ex presidente que participa en estos comicios es George Prescott Bush, hijo del ex gobernador de Florida Jeb Bush. Es sobrino de un ex presidente, George W Bush, y nieto de otro, George Bush padre. George P Bush compite con el demócrata John Cook, ex alcalde de El Paso, por su primer cargo electivo: Comisionado de Tierras en el Estado de Texas, puesto desde el cual se gestionan los territorios públicos y se administran los contratos de las mineras.