Rubén Darío Alzate, cuyo secuestro por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) generó una suspensión en los diálogos de paz de La Habana, decidió retirarse del Ejército después de reconocer que violó los protocolos de seguridad cuando lo capturó la guerrilla. “Debo reconocer que mi afán de servicio y el amor por el pueblo chocoano [del departamento de Chocó] me llevaron a no aplicar los procedimientos que en materia de seguridad debía adoptar en mi desplazamiento como general de la República y como comandante de la fuerza de tarea conjunta Titán”, dijo Alzate en conferencia de prensa.

Desde su liberación, el domingo, se esperaba la explicación de por qué el general se había desplazado a una zona en la que operan las FARC vestido de civil y sin contar con los cuerpos de seguridad que deben acompañarlo -según el reglamento son 80 los escoltas que tienen que desplazarse con él-. Las respuestas que dio el general fueron poco satisfactorias para el gobierno de Juan Manuel Santos y para las Fuerzas Armadas.

Alzate contó que fue al pueblo Las Mercedes a visitar un proyecto energético que se desarrolla allí. Dijo que en un año al frente de la Fuerza de Tarea Conjunta Titán -que se desempeña en Chocó- descubrió que el uniforme genera una “natural desconfianza” en la población local y que por eso, y porque buscaba “el manejo de un bajo perfil”, no lo llevaba puesto. El general dijo que fue al lugar adoptando unas medidas de seguridad que incluían “desinformación” sobre su ruta y su destino, “el no acompañamiento” de su “anillo de seguridad” y “el manejo de un bajo perfil”.

“Agradezco al hacedor haberme permitido portar el uniforme”, dijo Alzate, para luego agregar: “Por mi honor [...] y por el amor y respeto a nuestra institución militar, que por este hecho se ha visto afectada, he solicitado al gobierno nacional mi retiro del servicio activo”. El presidente colombiano, que había exigido públicamente explicaciones a Alzate, aceptó sólo unas horas después de presentado el pedido de retiro del general, cuya trayectoria en filas militares se extendió durante 33 años.

En la conferencia de prensa el general también se refirió a una foto que ha causado polémica en Colombia, en la que aparece junto al dirigente de las FARC Pastor Alape, y cada uno, con semblante serio, apoya su mano en la espalda del otro, en una especie de abrazo distante. “Fui forzado a un ‘show’ mediático”, sostuvo Alzate, antes de señalar que el grupo de “terroristas” lo obligó a hacer caminatas de hasta ocho horas y lo amenazó de muerte.

El jefe del grupo negociador del gobierno, Humberto de la Calle, dijo que la foto demuestra que las FARC no habían respetado “la dignidad” del capturado. Además, rechazó “cualquier uso por parte de las FARC” de esas imágenes, que fueron tomadas antes de la liberación de Alzate el domingo. “Si las FARC piden un trato digno, también deben darlo”, agregó. En un comunicado las FARC reivindicaron la imagen como “la foto de la paz y de la reconciliación”.

La polémica por la foto y la salida de Alzate continúa en Colombia, mientras que en La Habana los negociadores del gobierno y de la guerrilla retomaron ayer los contactos para discutir cómo reanudar el diálogo de paz.