Mauricio Macri, el jefe de gobierno porteño y probable candidato a la presidencia de su partido, Propuesta Republicana (Pro), fue quien inició el debate en una entrevista publicada por el diario La Nación. Más que sus palabras, lo que causó la polémica fue el titular de la entrevista: “Mauricio Macri: ‘Conmigo se acaban los curros en derechos humanos’”.
Cuando en la entrevista se le planteó que “los organismos de derechos humanos temen una ‘marcha atrás’ en los avances conseguidos con el kirchnerismo”, él dijo que su gobierno en la ciudad de Buenos Aires “ha sido defensor de los derechos humanos, de la libertad de prensa, acceso a la salud y la educación”, y que “los derechos humanos no son Sueños compartidos y los curros que se han inventado”. Se refería a los cuestionamientos que recibió el programa Sueños compartidos, que gestionó la fundación de Madres de Plaza de Mayo, y que quedó envuelto en un escándalo de corrupción. Macri dijo que existió “un abuso de sectores bajo esas banderas”.
El ex dirigente kirchnerista Sergio Massa, ahora precandidato del Frente Renovador y favorito de las encuestas para enfrentar al oficialismo, fue consultado por periodistas sobre los dichos de Macri. Dijo al diario El Tribuno de Salta que “Argentina tiene que cerrar la etapa de derechos humanos” pero no puede “dejar de mirar que en el país hubo 30.000 desaparecidos”.
“Me parece que lo que el gobierno se olvidó es que hay nuevos derechos humanos. Las víctimas de la inseguridad tienen derechos humanos, los chicos que son víctimas de las adicciones tienen derechos humanos, las comunidades como Tartagal, que no tienen agua, tienen derechos humanos, los jóvenes que no tienen casa tienen derechos humanos. El gobierno pone sobre la mesa algunos derechos humanos pero se olvida de los derechos humanos que no puede resolver”, concluyó.
No hizo falta mucho más para que se armara el debate. “Desacreditar la política de derechos humanos con reconocimiento de carácter universal es el paso previo a propiciar la impunidad”, dijo a la prensa, al día siguiente, el jefe de gabinete argentino, Jorge Capitanich. El funcionario salió a defender políticas que han identificado a los sucesivos gobiernos del Frente para la Victoria desde 2003, cuando asumió la presidencia Néstor Kirchner.
El viernes 12, en el acto por el Día Internacional de los Derechos Humanos, la presidenta Cristina Fernández había recordado cómo Kirchner anuló las amnistías que impedían juzgar los delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura (1976-1983) e impulsó políticas de reparación y justicia que se aplican desde entonces. “Consideramos que la política de derechos humanos en la República Argentina es una política de Estado”, señaló Capitanich.
Fernández había dicho durante el acto que “da mucha pena” que se hable de los trabajos de defensa de los derechos humanos como “curros”. Agregó: “No hay que enojarse, hay que tener pena. Y también recordar que muchos de ellos tuvieron que ver, como civiles, con lo que fue un mandato: porque los que están presos son los militares, pero los que se beneficiaron económicamente están al frente de muchas empresas y vivitos y coleando”.
El ministro del Interior y Transporte y precandidato presidencial por el gobernante Frente para la Victoria, Florencio Randazzo, respaldó en Twitter las políticas oficialistas: “Pedir cerrar la etapa de los Derechos Humanos es garantizar que muchos crímenes queden impunes”. En su opinión, Macri “ofende” a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
Massa reiteró que “Argentina debe cerrar bien la etapa de castigo a represores, con celeridad de la Justicia, castigo a responsables y reparación a víctimas”, pero además “debe inaugurar la etapa de los nuevos derechos; los derechos de las víctimas de la inseguridad y sus familias”. A Randazzo le respondió que en cuanto a la “impunidad”, hay que darles “juicio y castigo a represores, sí; pero a corruptos también”, y se refirió a Ricardo Jaime, ex funcionario del gobierno de Fernández, acusado en numerosas causas de corrupción.
El ministro de Defensa, Agustín Rossi, que también es precandidato a la presidencia oficialista, opinó en un comunicado que Massa y Macri son “la peor derecha” del país y los calificó de “lobos disfrazados de corderos”. Escribió que “ambos buscan volver a los 90, con genocidas en libertad, dejando sin respuestas a las víctimas de delitos de lesa humanidad y sus familias”.
Más duro todavía fue otro precandidato oficialista, el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, quien dijo que si Massa o Macri “ganan” las elecciones de 2015 “van a liberar a todos los dictadores presos y van a anular todos los juicios”.
En su cuenta de Twitter, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, que también quiere ser el candidato presidencial del Frente para la Victoria, advirtió que “los derechos humanos no son una etapa que se abre y se cierra, es la forma [en la] que elegimos vivir como nación”.
Otro precandidato oficialista, el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, consideró que Massa “lo venía disimulando pero cada vez más se muestra tal cual es”, y atribuyó los dichos de ese dirigente a que su intención de votos sufre una caída “estrepitosa” en las encuestas. “Massa no conoce nada de la historia y no tiene valores que lo identifiquen. Valores como memoria, verdad y justicia son imprescindibles para construir una sociedad cada vez más justa, más digna y más vivible”, dijo a la radio FM Nacional Rock. Afirmó que “es un títere de tres o cuatro grupos económicos que quieren depositar a alguien en la Casa Rosada, que les devuelva los privilegios que perdieron con Néstor y Cristina. Y Massa es un fiel representante de esos grupos económicos”.