-¿Qué particularidades de la historia de México pueden explicar lo ocurrido en Ayotzinapa?
-La dureza de la acción del Estado mexicano en Guerrero tiene una historia muy desagradable y relativamente larga. A mediados del siglo pasado había un gran descontento en ese estado, que es uno de los más pobres, montañoso, con poblaciones indígenas, con un tejido social que todavía tiene elementos prehispánicos y coloniales. Este descontento llevó a una operación de guerrillas en los años 60 y sobre todo en los inicios de los 70. Los grupos guerrilleros más importantes de Guerrero fueron el de Lucio Cabañas y el de Genaro Vázquez. Lucio Cabañas es egresado de la Escuela Normal de Ayotzinapa [al igual que Vázquez]. La rebelión desató una represión acerca de la cual el mes pasado salió un largo informe de la Comisión de la Verdad del Estado de Guerrero. Ahí queda muy claro que desde entonces el Ejército en particular, y también la Policía y la Armada, llevaron a cabo una campaña de represión brutal en la que se torturaba y se asesinaba a los sospechosos de pertenecer a esa organización [guerrillera], ayudarla o simpatizar con ella. Era gente muy similar en su extracción social, en sus orígenes, a los estudiantes de Ayotzinapa: familias campesinas, de pequeños poblados. El Ejército tenía como misión imponer la paz social. Entonces la autoridad se acostumbró a la represión brutal. Ya sé que Uruguay tuvo una etapa similar, pero acá uno de los métodos era hacerles tomar gasolina y prenderlos fuego, incinerarlos.
-¿Esas prácticas siguen hoy en día?
-Lo de Ayotzinapa no parece muy distinto. Tenemos a uno de los estudiantes asesinado y desollado en Iguala [Julio César Mondragón, que apareció muerto luego de haber huido ante el ataque de la Policía, el 26 de setiembre]. Es uno de los que no desaparecieron, pero da idea del grado de salvajismo, que viene de los años 70.
-Usted hace una comparación entre los estudiantes y los movimientos guerrilleros. ¿Ambos grupos son asimilables?
-Son parte de un movimiento socialista. De donde viene Lucio Cabañas vienen ellos. Tienen una conexión; Cabañas está en los murales de la escuela como uno de sus íconos. Terminó esa guerra sucia de los años 70 y principios de los 80, pero siguió la guerra contra el narcotráfico, que es una prolongación en los métodos. La guerra en el estado de Guerrero es en parte por la marihuana, en parte por el opio. Ésos son los dos productos locales. Además, entre Guerrero y Michoacán pasan las importaciones de los precursores de las anfetaminas que vienen de India y de China, y con eso hacen en sus laboratorios nuevos productos que van a vender a Estados Unidos. En un principio, la represión se justificaba porque eran de izquierda y guerrilleros, ahora porque son narcotraficantes, pero si uno le quita la connotación ideológica el problema se parece mucho. Es una forma de vida que el gobierno de México considera ilegal. Ahora [en el caso de los 43] no es exactamente igual. En esta ocasión es una mezcla de represión -probablemente- del aparato de represión policíaco -no sabemos hasta qué punto se metió el Ejército- y los narcotraficantes, pero los narcotraficantes ya controlando a la Policía. Sin embargo, la represión es igual. Ser un joven simpatizante de la izquierda en los años 70 y ser un joven normalista simpatizante de la izquierda en los años 2000 viene a ser lo mismo. ¿Qué demonios encontraron los narcotraficantes en los estudiantes para continuar con estos métodos? No queda muy claro. Se dice que parte de los estudiantes estaban ligados a uno de los grupos de narcotraficantes [Los Rojos], pero nadie lo ha probado. No hay nada serio en las teorías presentadas. La otra es que los estudiantes iban a interrumpir un acto político del alcalde [de Iguala, José Luis Abarca], un alcalde que en principio era de izquierda pero que en realidad no es de izquierda para nada, es alguien que comenzó a hacer dinero de una forma muy sospechosa en la zona. El PRD [Partido de la Revolución Democrática], que ya quedó totalmente desprestigiado y corrompido, aprovechó [a Abarca] y él aprovechó a ese partido. Pero tampoco tiene mucho sentido haber desatado tan brutal represalia porque fueran a interferir en su evento político. Además, los estudiantes llegaron después. Eso estableció la revista Proceso. [De acuerdo con los medios mexicanos, el acto que lideró la mujer del alcalde terminó a las 20.00, y los estudiantes llegaron a Iguala a las 21.00. La misma investigación concluye que el Ejército participó en la represión].
-¿Por qué los estudiantes llegaron tan tarde a la ciudad?
-Iban a llevarse autobuses a la fuerza. Entre los usos y costumbres de allí está el llegar a una central camionera y decir: “Nos dan dos o tres autobuses, nos llevan a la ciudad de México y se los regresamos dentro de tres días”. Eso es ilegal, pero es algo que pasa seguido, porque son estudiantes muy pobres que no pueden pagarse el pasaje para la ciudad de México. Tienen ganas de participar en el evento del 2 de octubre, que es simbólico para la izquierda juvenil. Se conmemora la matanza del 68 [que reprimió a un movimiento estudiantil al que se sumó gran parte de la sociedad civil, en lo que se conoce como la “matanza en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco”]. En esa confusión de razones hay que destacar que entre los 40 y tantos estudiantes -que en realidad eran más porque muchos se escaparon- iban diez de un organismo político que tiene la Normal y uno de los dirigentes más importantes. Pero de todas maneras no es lógico, es como matar una mosca de un cañonazo. ¿Para qué hacerles eso a todos si ya se sabía a quiénes se quería reprimir o detener? Nos quedamos sin una razón exacta. Entonces alguien propone: “Es una lucha entre grupos criminales y los estudiantes están en parte cooptados por uno de los grupos y el otro quiere darles un castigo ejemplar”. La otra explicación es la del alcalde que quiere darles un castigo ejemplar porque en su territorio nadie se mete sin su autorización y los estudiantes no pidieron permiso. Pero es un castigo desproporcionado que desestabiliza todo el sistema político.
-¿Qué elementos de la estructura política y la historia mexicana llevaron a que esto fuera posible?
-Para los que se manifiestan, pudo haber sido este evento, la desaparición de los estudiantes, u otro antes u otro después. Es la suma de agravios que se tiene por los seis años de la estúpida guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón y los veintitantos mil desaparecidos. Ahora son 42 desaparecidos [los restos de uno de los estudiantes fueron identificados], pero no es nada comparado con los miles que siguen desaparecidos y que eran individuos que no tienen una estructura que los defienda, como sí la tienen los estudiantes de Ayotzinapa. Ésa es una diferencia fundamental: esos estudiantes están organizados desde 1920, cuando se fundó la escuela. La organización es lo único que los defiende. No pueden darse el lujo de no estar organizados porque el gobierno federal hace mucho que quiere acabar con esas escuelas.
-¿Cómo explica que sigan existiendo? ¿Es sólo por la lucha?
-Nada más que por eso. Porque con el neoliberalismo actual no tienen sentido, y han cerrado la mayoría de las escuelas normales. Las pocas que sobreviven -si mal no recuerdo son 16- es porque resulta más costoso políticamente cerrarlas que mantenerlas. Pero se las mantiene con el mínimo de recursos. Por eso tienen que ir a lo que se llama aquí “botear”, es decir, que a cada alumno le dan un bote [recipiente] y va pidiendo dinero por la calle como un limosnero. Ésa es una de sus fuentes de sus poquitos recursos. Si uno ve las fotos de sus dormitorios y de sus comedores, parecen para indigentes, no para estudiantes becados. Están becados por el Estado _malgré _ [a pesar de] el Estado, porque lo que quisiera es desaparecerlos ya.
-¿Todo esto que está pasando tiene que ver con el peso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la política del país?
-Póngale usted todos los ingredientes. Es como una ensalada. Desde 1982 la economía mexicana no crece a un ritmo aceptable. Desde la Segunda Guerra Mundial hasta los años 70 tuvo lugar eso que se llamó el “milagro mexicano”. En el resto de América Latina no pasaba eso, pero en México crecíamos en promedio 6% anual. Había creación de empleo, aumento del nivel de vida, etcétera. Luego viene la gran crisis de 1982 y la trasformación de la economía, que pasó de ser protegida a la neoliberalización de la economía y la globalización. Desde entonces no ha habido un crecimiento significativo. Los mejores promedios son de 3% o 4%, pero lo más normal es que se crezca 2% o 1%, y ha habido caídas de -6% o -7%. La economía no da para la creación de empleo y México tiene ahora, por única y última vez en su historia, un boom demográfico. Los jóvenes tienen la proporción más grande de nuestra historia. La población va a envejecer a partir de ahora hasta llegar a detenerse su crecimiento en 2050. Hay una enorme cantidad de jóvenes que tendrían que estar trabajando a todo vapor para tener los recursos con los cuales mantenerse cuando sean viejos, y no hay nada que les esté dando el empleo que quieren. Otra cosa importante es que la democratización de México puso al PAN [Partido de Acción Nacional] en el gobierno en vez del PRI, y el PAN resultó tan corrupto como el PRI y tan dispuesto a meter la mano en las elecciones para falsearlas y ponerlas en duda como el PRI. La incredulidad sobre las elecciones empieza con la [elección] presidencial de 2006, en la que gana [Felipe] Calderón por menos de 0,5%, pero hay una parte de la población que no cree que haya ganado limpiamente. Luego, en la siguiente elección, que es la de 2012 [cuando ganó el actual presidente, Enrique Peña Nieto], sale el escándalo de las tarjetas que da el PRI a los pobres para que compren unas migajas y con eso conseguir su voto. Entonces el PRI gana con una mayoría relativa, sin mayoría absoluta. La fórmula electoral, que es la única democracia que conocemos aquí, no tiene credibilidad. Llega el PRI y con él queda paralizada la ciudadanía porque ve a Peña Nieto entenderse de maravilla con la oposición, hacer el “Pacto por México”, y en una especie de blitzkrieg [guerra relámpago, en alemán] pasar un montón de legislación, sus famosas reformas estructurales.
-¿Por qué algunos analistas le echan la culpa de toda esta situación al “salinismo”, nombre que se refiere al ex presidente Carlos Salinas [1988 a 1994]?
-Es algo que no se puede probar, pero Peña Nieto no es un estadista, no es alguien con experiencia. Es un gobernador de un Estado que nunca había tenido un puesto en el gobierno nacional. En el estado de México el PRI nunca ha perdido, lleva 84 años seguidos en el poder. Entonces Peña Nieto está acostumbrado a un tipo de política que no es igual a la del Estado nacional, donde sí hay más oposición. Dicen -yo no lo puedo corroborar- que Salinas es como el consejero, el personaje que está detrás de Peña Nieto, el que sí sabe.
A pesar del receso
La movilización en reclamo de la aparición con vida de los estudiantes de Ayotzinapa se redujo mucho con el receso de fin de año. Sin embargo, se mantiene fuerte en el estado de Guerrero. Allí, al menos 28 de los 81 ayuntamientos permanecen tomados por miembros de distintas organizaciones sociales y estudiantiles, federadas en el Movimiento Popular Guerrerense, organizadas en la Asamblea Nacional Popular. También crearon, en octubre, concejos municipales populares en varios lugares. Además, se mantiene una acampada frente a la sede de la Procuraduría en la capital, que está a cargo de la investigación judicial, y está anunciada para la noche de hoy una marcha hacia la residencia presidencial, Los Pinos.
-¿Y qué se le atribuye a Salinas? ¿La orientación neoliberal de las políticas?
-No es necesario. Porque el consejero económico de Peña Nieto, Luis Videgaray, viene del MIT [Massachusetts Institute of Technology] y es un neoliberal por sí mismo, no necesita convencer a nadie. Videgaray es el secretario de Hacienda, fue el que organizó la campaña electoral, el que llevó los dineros de la campaña y de la transición. Todo lo controla él. El secretario de Gobernación, que es el que controla la política interna, viene del estado de Hidalgo, donde tampoco ha habido nunca un cambio de partido. En los dos estados lleva el PRI 84 años. Este grupo, aunque muy priista, no tiene experiencia internacional ni nacional. Se supone que es Salinas el que lo controla, sobre todo ahora que se vio que su hermano, Raúl Salinas, después de tener millones de dólares en Suiza, de usar pasaportes falsos, es declarado inocente de todo [en julio de 2013 fue sobreseído por un juez que estimó que la Procuraduría no había obtenido pruebas suficientes en su contra].
-La gente se empieza a preguntar.
-No a preguntar, sino a confirmar las sospechas de que ahí está Salinas. De hecho, una de las empresas que querían construir el tren rápido es de un pariente político de Salinas. El hermano de la segunda esposa de Salinas es dueño de una de las tres empresas mexicanas que iban a unirse con China para hacer esa gran inversión pública en el tren. [La licitación fue cancelada por el escándalo que desataron varias irregularidades en la adjudicación].
-Todo esto aumenta el hartazgo de la población.
-Sí, una economía en la que no dan los empleos, desaparecidos que ya suman miles, y en este caso estudiantes, pobres, indígenas. El que hizo esto estaba considerando o que en la sociedad mexicana son una punta de imbéciles y nunca jamás van a protestar, o quería que estallara esto. Y además, la corrupción ya sale por todos lados. La casa de Peña Nieto también viene a ser un escandalazo, porque es una casa fantástica, como de un jeque de Arabia Saudita.
-¿Cómo explica que el partido de izquierda PRD también esté involucrado en la desaparición de los estudiantes?
-El PRD tenía una, dos, tres o cuatro posibilidades de tener un verdadero líder. Una era Andrés Manuel [López Obrador], pero le fueron cerrando el paso los burócratas del PRD. Aquí en México se los denomina los chuchos. Prefirieron negociar con el gobierno desde antes de que asumiera Peña Nieto, porque el partido es un muy buen negocio. Reciben millones de dólares anuales por ley. Entonces ellos no quieren llegar al poder. ¿Para qué quieren el poder? Es un problemón. En cambio así, ser un partido de oposición mediocre pero que consigue un dineral es su forma de vida. No quieren radicalizar al PRD, así que hicieron todo lo posible por expulsar a Andrés Manuel.
-¿Qué pasó con el líder histórico, Cuauhtémoc Cárdenas, que renunció al PRD en plena crisis por la desaparición de los estudiantes?
-Él quería un PRD más combativo; esta coyuntura le permitió probar si podía hacerlo, y no pudo. Entonces renunció. Así que se quedan -usemos la palabra soviética- los apparatchick del PRD. No tienen ninguna convicción ideológica, y cuando llegan a gobernar son tan corruptos como los otros. Lo sabemos porque en la ciudad de México gobiernan ellos y hay que ver las corruptelas que hay en esta ciudad.
-Otros apuntan a la descentralización de México como factor que abre la puerta a la corrupción.
-La puerta estaba abierta desde la época colonial. Quizá la corrupción haya quedado ahora más en manos de los gobernadores que antes, porque en el autoritarismo priista clásico el presidente les pedía cuentas a todos y aquel que por alguna razón chocaba con el presidente era acusado de corrupción. Pero cuando entraron [Vicente] Fox [2000 a 2006] y Calderón, una manera de comprar la paz del PRI con el PRD fue darles a los gobernadores la capacidad de poder usar ellos el presupuesto que antes manejaba la presidencia autoritaria.
-¿Qué cree que va a pasar ahora? En estas fechas la movilización nacional decayó.
-Desde luego. Las universidades están cerradas. Esperan que, como ya ocurrió en el pasado, cuando se vuelvan a abrir en enero ya haya otro ambiente. Pero van a seguir. ¿Seguirán con la misma intensidad? No lo sé, porque se desgastan. La energía que han sacado estas movilizaciones es enorme, no se puede mantener porque no hay un canal que la traduzca en algo más concreto.
-¿Hay alguna posibilidad de que se concreten cambios? Peña Nieto anunció medidas para calmar el descontento. ¿Qué opina de ellas?
-Son unas cosas absurdas. Pasaron y ya nadie les hace ningún caso. Lo más interesante es la anunciada comisión anticorrupción, que finalmente no se hizo. El Congreso se fue de vacaciones sin haber hecho nada; están en el corazón de la crisis y no pudieron hacer nada. Se quería que el organismo máximo de esta comisión anticorrupción estuviera presidido por Peña Nieto. ¿Cómo se va a creer en una institución anticorrupción así, si los que deben ser vigilados son el presidente y los gobernadores? Aquello era verdaderamente ridículo. De no ser por lo trágico, uno hubiera creído que era una comedia ligera.
-El panorama que usted pinta es muy poco alentador. ¿Qué cree que va a pasar?
-Ésa es la pregunta lógica y es la pregunta que no se puede responder. Históricamente, desde principios del siglo XX, las elecciones, que nunca han tenido sentido en México, sí convocan a las fuerzas políticas, son coyunturas duras, es cuando estalla la Revolución Mexicana. Justamente estalla como un conflicto electoral. El año entrante se viene una coyuntura electoral. Pero no hay un partido de oposición fuerte, salvo Morena [Movimiento Regeneración Nacional, liderado por López Obrador], pero no sabemos cómo va a funcionar, porque es su primera elección. Lo único que tenemos como indicadores son las encuestas: está teniendo una resonancia en la ciudad de México, pero en otras partes del país no.
-¿Qué novedad ofrece Morena?
-Lo que siempre ha ofrecido Andrés Manuel: lucha contra la corrupción y una mejor distribución de los recursos gubernamentales en favor de las capas más desfavorecidas de la población. Ahora, tiene una prensa terrible, porque el único medio de difusión de noticias políticas, Televisa, lo tomó como si fuera un enviado de Moscú en épocas de la Guerra Fría.
-Hablaba de que la Revolución Mexicana había surgido de un contexto electoral. ¿Ve la posibilidad de que ocurra una segunda revolución?
-No. La época de las revoluciones ya pasó, en el mundo y aquí. Por ahora, en Guerrero sí están proponiendo algo que no puede suceder en el resto del país, porque son zonas indígenas: los autogobiernos, más o menos al estilo zapatista, que no pudieron salir de Chiapas. Promueven el autogobierno y las policías propias, cosa que no le agrada al gobierno federal, pero tampoco va a iniciar una lucha de mayores proporciones ahí. Si no puede con el narcotráfico, para qué echarse otra guerra encima.
-Además está el mundo entero mirando a Guerrero.
-Exactamente. Eso es importantísimo, porque el proyecto de Peña Nieto es un proyecto de atraer capital externo, necesita que el mundo crea en su proyecto.
-¿Cómo está la educación en México? Se ve a la juventud bastante movilizada.
-Las redes sociales son importantísimas. En Twitter circulan mensajes ácidos, con un humor que es durísimo con los poderosos, humor negro tipo petróleo y muy bueno. Durante muchos años las manifestaciones que encabezó Andrés Manuel no tenían jóvenes, era gente ya madura. Ahora ocurre lo contrario: las manifestaciones son fundamentalmente de jóvenes. A veces parecen festivas, con música y todo. Hay un árbol de Navidad adornado, en un monumento muy céntrico, con los cartones [con las fotografías de los desaparecidos] de Ayotzinapa.