“A cambio de los tres agentes cubanos [Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, condenados por espionaje por la Justicia estadounidense], Cuba liberó hoy [17 de diciembre] a uno de los principales agentes de Inteligencia que Estados Unidos ha tenido en Cuba, que ha estado preso por cerca de dos décadas. Este hombre, cuyo sacrificio conocen sólo unos pocos, le brindó a Estados Unidos información que le permitió arrestar a la red de agentes cubanos que incluye a los hombres transferidos a Cuba hoy, así como a otros espías en Estados Unidos”, dijo el presidente Barack Obama en el discurso en el que anunció el acuerdo de su país con Cuba para retomar las relaciones diplomáticas suspendidas desde 1961. Obama agregó que el ex espía, cuya identidad mantuvo en reserva, ya estaba “a salvo” en Estados Unidos.
Durante los días siguientes, los familiares de Rolando Sarraff Trujillo, que hoy tiene 51 años, se inquietaron por no tener noticias acerca de él, y denunciaron la falta de información sobre su paradero. Los responsables de la prisión en la que se encontraba se limitaron a informarles que desde la mañana del 17 de diciembre él ya no permanecía a ese centro de reclusión.
Para entonces el diario The New York Times ya había revelado que él era el espía, citando fuentes de la inteligencia estadounidense que pidieron mantener su anonimato.
“Seguimos denunciando manipulación, engaño, falsedades, misterios. [...] Estamos alarmados de tanto ocultismo, secretismo y tanta falta de humanidad injustificada”, publicó la hermana de Sarraff, Vilma, que vive en España y que tiene un blog en el que reclama la liberación de Rolando. Sin embargo, Odesa Trujillo, la madre del supuesto espía, que nunca admitió serlo ante sus familiares, dijo a la agencia de noticias Reuters que su “mayor anhelo es que sea feliz y que esté bien dondequiera que esté y que tenga un proyecto de futuro”.
Sarraff, de origen cubano, fue uno de los responsables del desmantelamiento de la Red Avispa, a la que pertenecían los conocidos como “los cinco héroes” de Cuba, entre los que se cuentan Hernández, Labañino y Guerrero, liberados por Estados Unidos el mismo día que Cuba lo liberó a él. Según La Habana, esa red que se desmanteló en 2001 espiaba a la oposición cubana en Florida para prevenir ataques en contra del gobierno cubano.
Se lo ha vinculado con grandes operaciones de inteligencia y se cree que tuvo un papel clave al destapar a otros espías. En 1995 había sido condenado a 25 años de cárcel en Cuba, de los que cumplió 20.
Funcionarios estadounidenses citados por la BBC dijeron a ese medio que la información suministrada por este espía también permitió descubrir y condenar a la analista Ana Belén Montes, que trabajaba en la Agencia de Inteligencia de la Defensa de Estados Unidos. Se trata de una estadounidense que espió para Cuba durante 17 años desde esa oficina de inteligencia. Su liberación no fue reclamada por el gobierno de la isla, según informaron varios medios estadounidenses.
También gracias a Sarraff fue que se pudo imputar a Walter Kendall, antiguo oficial del Departamento de Estado, por conspiración para espiar y fraude electrónico, así como a su esposa, Gwendolyn Myers, por conspiración para reunir y transmitir información sobre defensa nacional.
De Sarraff se sabe mucho más que de los 53 presos políticos que también fueron liberados como parte del acuerdo entre Estados Unidos y Cuba. Esa liberación la dio a conocer, también de manera extraoficial, Estados Unidos. En su discurso, Obama había dicho: “Además del regreso de [el contratista de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional] Alan Gross y la liberación de nuestro agente de inteligencia, acogemos con beneplácito la decisión de Cuba de liberar un número significativo de prisioneros cuyos casos fueron directamente discutidos por mi equipo con el gobierno cubano”.
La identidad de esas personas no se dio a conocer, y por eso reclamó públicamente la opositora Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, de acuerdo a la agencia Reuters. Según esa organización, en junio había 114 presos políticos en la isla, de los cuales 12 estaban en libertad condicional y otros ya fueron liberados. Hasta ayer no se sabía cómo se estableció la lista de liberados, ni a quién se había consultado para elaborarla.
La Habana asegura que no tiene presos políticos, pero en el discurso en el que anunció el acuerdo con Estados Unidos, el presidente cubano, Raúl Castro, sí confirmó que su gobierno iba a liberar personas encarceladas: “Han recibido beneficios penales los reclusos correspondientes, incluida la excarcelación de personas sobre las que el gobierno de Estados Unidos había mostrado interés”.