“El PT amenaza con volver a ser valiente. A juzgar por los discursos, el partido decidió retomar la valentía olvidada tras la llegada al poder”. Así tituló ayer el semanario de izquierda Carta Capital su crónica sobre la celebración de los 34 años del PT. Ése era el tono general en muchos medios de izquierda, de expectativa tímida de que los discursos de la noche del lunes marquen un cambio de pisada en un PT acaparado por el trajín de gobernar.

Esa valentía se tradujo en ataques a la oposición de aquí y de allá, que estuvieron en boca de los tres oradores de la noche: el presidente del PT, Rui Falcão, el precandidato a gobernador de San Pablo y ex ministro, Alexandre Padilha, y la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff.

El ex presidente brasileño Lula da Silva, presidente honorario del PT, no estuvo presente en la celebración, porque tenía previsto un viaje a Nueva York. Pese a su ausencia, quedaban los ecos del discurso que dio días atrás, cuando lanzó la campaña de Padilha, en el que pidió a la militancia que salga a defender los logros de los más de 11 años de gobiernos petistas. En ese discurso, además, Da Silva, se refirió al PT e hizo el siguiente balance: “No hicimos todo lo que podríamos haber hecho. [...] Pero vamos a hacer todavía más. Entendemos más al pueblo que los tucanes [así se les denomina a los miembros del opositor Partido Social Demócrata Brasileño], y nadie hizo más por este país que el Partido de los Trabajadores”.

Esas palabras quedaron en el aire mientras Falcão, Padilha y Rousseff se encargaban de atacar a la oposición por asegurar que el ciclo del PT llegó a su fin y que su modelo está desgastado. “Son tan caraduras como para decir que el ciclo del PT acabó, que nuestro modelo se agotó, que ya dimos lo que teníamos para dar”, dijo Rousseff. De acuerdo con la presidenta, ese discurso viene de “los mismos que hace 34 años decían que era imposible construir en Brasil un partido de los trabajadores, que dijeron que era imposible que un obrero fuera presidente y que más adelante afirmaron que una mujer no tendría pulso para gobernar”.

Sin nombrarlos, la mandataria llamó pesimistas a los opositores, quienes aseguran que su política económica no dará resultados positivos: “Esos pesimistas aprovechan algunos desequilibrios típicos de una coyuntura internacional muy difícil, que todos los países están enfrentando, para decir que llegó el fin del mundo. El fin del mundo llegó, sí, pero para ellos, y de eso hace mucho tiempo”. Reservó algunas palabras para los petistas condenados por el caso del mensalão: pidió a la militancia que sea solidaria con todos los compañeros, “especialmente con quienes más precisan de ella, con los compañeros en las situaciones más difíciles”.

Antes del discurso presidencial, Falcão también se refirió a los petistas condenados. Su oratoria fue interrumpida por algunos militantes que colgaron del escenario una bandera que pedía la anulación del juicio del mensalão. El dirigente aseguró que los opositores se pueden dividir en dos grupos. Por un lado, están los “nuevos”, los que quieren hacer una “nueva política”, como el gobernador de Pernambuco, Eduardo Campos, y la ecologista Marina Silva, quienes en realidad, dijo, son “falsos nuevos”, porque ya están en la política desde hace un tiempo. Por otro lado, los que quieren traer a los “dinosaurios” de vuelta, a quienes, aseguró, el pueblo expulsó del poder. Sostuvo también que ambos grupos “son parte de un mismo cuerpo”, y que sólo cambian en las caras que ponen al frente.

El mismo día en que el PT celebraba el aniversario de la firma de su fundación, con un manifiesto firmado por 1.000 sindicalistas, intelectuales y políticos, se publicaban entrevistas e informes sobre otro movimiento que también está celebrando su aniversario en un Congreso Nacional: el Movimiento de los Trabajadores sin Tierra, que cumplió su tercera década, cuyo dirigente Gilmar Mauro aseguró que fueron decepcionados por el PT, en particular por Rousseff, por el no avance de su gobierno hacia una reforma agraria.