Musulmanes, judíos, católicos e hindúes de Holanda, así como autoridades municipales, se unieron para decirle “no” a la discriminación propuesta por el Partido para la Libertad (PVV, por sus iniciales en holandés). Lo hicieron el domingo, en un acto ecuménico en una iglesia protestante de La Haya, después de que Wilders hablara contra los holandeses hijos de inmigrantes marroquíes el miércoles, tras las elecciones municipales en las que su partido obtuvo un buen resultado.

En esa votación se elegían concejales, a quienes les corresponde después elegir el alcalde de cada municipio. El PVV se presentó en La Haya, donde logró la segunda bancada del concejo municipal, muy cerca de los liberales de izquierda, y también compitió en Almere, ciudad en la que logró la victoria.

Un sondeo previo a estas elecciones concluyó que si hubieran sido legislativas en lugar de municipales, el PVV habría aumentado su representación en el Parlamento de 12 a 27. Otra encuesta, realizada después de las elecciones, muestra una caída respecto de estos últimos números, y concluye que si participara en elecciones legislativas lograría 22 bancas.

Esta diferencia se atribuye principalmente al discurso que dio Wilders el miércoles de noche, mientras se contaban los votos de las municipales. “¿Quieren más o menos marroquíes aquí, en Holanda?”, preguntó Wilders a sus seguidores, refiriéndose tanto a los inmigrantes de ese país como a sus hijos holandeses. “Menos, menos, menos”, fue la respuesta. “Vamos a encargarnos de ellos”, dijo el dirigente.

Esas palabras indignaron no sólo a la comunidad inmigrante, sino a los holandeses en general, al punto de que se presentaron cientos de denuncias contra Wilders ante la Fiscalía y más de 500 personas lo acusaron de discriminación en el portal de internet de la Policía.

Wilders ya tiene en sus espaldas un antecedente en este sentido: en 2011 fue absuelto en una causa en la que fue denunciado por incitación al odio y a la discriminación racial y religiosa por comparar al Corán con el libro Mi lucha, de Adolf Hitler.

Los políticos holandeses le hicieron el vacío, especialmente desde el gobierno de los liberales de derecha, que fueron aliados del PVV de 2010 a 2012. “Debe retractarse de unas palabras repugnantes”, opinó el ministro de Justicia, Ivo Opstelten. “Así no podemos colaborar con él”, agregó. El primer ministro, Mark Rutte, también manifestó su desagrado por las palabras de Wilders y fue crítico con él “por pasarse una vez más de la raya”.

También los de su propio partido se han distanciado de estas afirmaciones o incluso han abandonado la formación. Es el caso de la diputada europea Laurence Stassen, cabeza de la lista del PVV para las elecciones europeas de mayo, quien aseguró que “era imposible seguir adelante después de esta declaración [de Wilders]”. También dejaron el partido dos de los 12 diputados del PVV en el Congreso nacional, cuatro de los seis legisladores regionales en Friesland y un recién electo concejal de La Haya, que se mantendrán como independientes o formarán sus propios grupos. Además, ocho nuevos concejales de Almere manifestaron públicamente que se distanciaban de esas declaraciones.

También hubo manifestaciones de rechazo desde Marruecos, donde el canciller, Anís Biru, condenó las “palabras irresponsables” de Wilders, que consideró que están “desfasadas con respecto a nuestro tiempo”.