Es difícil establecer cuáles son los motivos detrás del conflicto que enfrenta a las potencias occidentales -la Unión Europea (UE) y Estados Unidos- y Rusia en la península de Crimea, en Ucrania. Si bien un fuerte movimiento popular apoya al actual gobierno transitorio pro europeo instalado en Kiev desde el 22 de febrero, los propios ucranianos que lo respaldan hubieran querido ver “caras nuevas” en el Ejecutivo. Sin embargo, muchos creen que su país, al borde del cese de pagos, aún necesita a la elite política tradicional, y considera un mal menor que el partido de Yulia Timoshenko, Batkivschina, se haya quedado con los cargos más importantes de este Ejecutivo.

El actual presidente interino, Alexandr Turchinov, de Batkivschina, promulgó ayer una ley que permite que Timoshenko (que fue primera ministra de 2007 a 2010) pueda ser candidata a la presidencia en mayo, a pesar de haber sido liberada de la cárcel (por decisión del Parlamento) hace pocos días. De acuerdo a la agencia rusa Ria Novosti, que citó a la página web de la presidencia ucraniana, una ley hecha a medida devolvió la posibilidad a Timoshenko de postularse a elecciones. Había sido inhabilitada por tres años para ocupar cargos públicos en un juicio en el que se la condenó por excederse en sus funciones como primera ministra, y que tanto la oposición, que ella lideraba, como la UE denunciaron como carente de garantías y motivado por intereses políticos.

La organización Transparency International había colocado a Ucrania en el lugar 144 de los 177 países en los que midió la corrupción, es decir, entre los peores. La población que apoyó las manifestaciones que llevaron al cambio de gobierno cree que con un acercamiento a la UE mejorará la gobernanza en su país, ya que asocian a Rusia con la falta de democracia, la corrupción y la permanencia en el poder de una elite gobernante que parece estar destinada a manejar el país.

Basándose en esos criterios, podría responder a esa franja de la población ucraniana el dirigente y boxeador Vitali Klitschko, que hizo su fortuna gracias al deporte, lejos de la política, y que además vivió muchos años en Alemania, donde tiene fuertes vínculos con la Democracia Cristiana de la canciller Angela Merkel. Sin embargo, la suerte de Klitschko quedará definida en mayo con las elecciones, ya que por el momento el gobierno transitorio fue integrado por figuras más conocidas y experimentadas.

Por otra parte, dentro de la oposición al ahora derrocado gobierno de Viktor Yanukovich también hay un fuerte sector nacionalista, que aunque no es mayoritario, tuvo un rol protagónico en las protestas por su fuerza logística y su motivación. El grupo más moderado en este sector es el partido Svoboda, mientras que uno de los más extremos de sus representantes es Pravy Sektor (Sector de Derecha).

La influencia de esta tendencia se puede ver en algunas medidas tomadas por el nuevo gobierno, que explican parte del malestar de Moscú y las manifestaciones de la población de origen ruso en Crimea y en el este de Ucrania. Entre ellas, figura la de declarar el ucraniano como idioma oficial y el proyecto que, según la radio La Voz de Rusia, impulsa Svoboda para prohibir las transmisiones de televisiones rusas en el país.

A esto se suman intereses estratégicos y simbólicos. Para Rusia -que tiene una base naval sobre el estratégico Mar Negro, en Crimea, donde la mayoría de la población es rusoparlante- sería un fuerte revés “perder” Ucrania. Este país, además, está en una posición clave, porque por su territorio pasan los oleoductos y gasoductos que transportan el gas y el petróleo rusos hacia Europa, por lo que las afinidades de Kiev pueden incidir en el comercio ruso y en las políticas energéticas de la UE. Por otra parte, el mercado ucraniano y sus más de 46 millones de habitantes son cruciales para las exportaciones rusas y también podrían serlo para las europeas, si se lograra un acuerdo comercial y financiero.

Tires y aflojes

Mientras Rusia aceptaba crear un grupo de diálogo propuesto por Merkel para buscar una salida a la crisis generada por la intervención de sus tropas en la República Autónoma de Crimea, continuaba la escalada de amenazas por parte de ambos bandos. Moscú considera que sus acciones en Crimea son “adecuadas” y “legales”.

“Los que han tomado el poder en Ucrania están imponiendo su victoria para atacar los derechos fundamentales de los rusos. Hay que defenderse de esta agresión”, dijo el canciller ruso, Sergei Lavrov, ayer ante el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Ginebra.

El embajador de Ucrania ante el organismo, Yuri Klimenko, le respondió: “La minoría rusa en Ucrania no sufre ninguna agresión, al contrario, ese argumento se usa como justificación para llevar a cabo un verdadero acto de agresión que viola la Carta de la ONU”. Luego el embajador ruso ante la ONU, Andrey Nikiforov, reafirmó la postura de su país y dijo que los actos de discriminación fueron documentados y que las autoridades de Crimea pidieron explícitamente ayuda a Rusia.

Las crónicas que llegaban de Crimea ayer daban cuenta de que, en los hechos, ese territorio estaba bajo control ruso o pro ruso. Sólo la minoría tártara se mantenía fiel a Kiev porque considera a la autoridad ucraniana una garantía para sus derechos, pero sus integrantes permanecían escondidos por temor a represalias.

“En ausencia de pasos que eliminen tensión por parte de Moscú, la UE decidirá sobre las consecuencias para las relaciones bilaterales entre la UE y Rusia”, advirtió la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, después de un consejo de ministros extraordinario destinado a tratar la situación en Ucrania. La funcionaria manejó la posibilidad de suspender las negociaciones para dar visados a Rusia y para un nuevo acuerdo marco de relaciones, a lo que podrían sumarse “futuras medidas específicas”. Además, los cancilleres condenaron “la clara violación de la soberanía e integridad territorial ucraniana por un acto de agresión de las fuerzas armadas rusas”, y también manifestaron su malestar con la autorización que el Senado de Rusia votó el sábado para que el Ejército ruso pueda intervenir en territorio ucraniano.

En tanto, la secretaria de Estado adjunta para Asuntos Europeos de Estados Unidos, Victoria Nuland, pidió a Moscú que acepte el envío de observadores internacionales de la ONU o de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) a Ucrania, en particular a la zona de Crimea. “Esperamos que haya consenso para ello”, dijo. Según informó la agencia de noticias Efe, para establecer una misión de observación de la OSCE es necesario que los 57 países que integran esa organización -entre ellos Rusia- alcancen un consenso.

Más tarde, el presidente estadounidense, Barack Obama, dijo que si Moscú sigue “en la trayectoria actual” respecto de Ucrania, analizará medidas económicas y diplomáticas para “aislar a Rusia”, país que en su opinión está del “lado erróneo de la historia”. Anoche se iba a reunir para tratar este tema el Consejo de Seguridad de la ONU, en el que Rusia es uno de los países con poder de veto.