Bachelet, que gobernó Chile de 2006 a 2010, consiguió en noviembre, además de la oportunidad de ejercer un segundo mandato a partir de hoy, la de impulsar reformas que la izquierda considera pendientes desde el regreso a la democracia. La mayoría parlamentaria que obtuvo su coalición y la presión popular que implica el apoyo de más de 3,4 millones de chilenos -62,17% de los votantes- le aseguran la posibilidad de cumplir sus promesas y también aumentan las expectativas al respecto. La propia Bachelet dijo al diario estadounidense The Washington Post que su administración tendrá que cumplir con el programa de gobierno, porque “de lo contrario, las protestas van a detener todo”.

En las últimas semanas renunciaron cuatro subsecretarios designados para integrar el gabinete de Bachelet: la de Educación (por haber dicho en el pasado que no era posible que la educación fuera gratuita), el de Bienes Nacionales (porque le tocó los glúteos a una mujer en el metro en 2011), el de Agricultura (porque tenía un juicio pendiente en el ámbito privado) y la de Fuerzas Armadas (cuestionada porque es hija de un militar acusado de torturar en la dictadura). La diputada comunista electa y ex dirigente estudiantil Camila Vallejo dijo ayer que esas renuncias se deben a que la ciudadanía está “mucho más atenta” y “se fija en si sus currículos [los de los políticos] son coherentes con su ejercicio”, algo que interpretó como una señal positiva.

Bachelet recibirá hoy la banda presidencial de manos de la senadora Isabel Allende, hija del ex presidente Salvador Allende, derrocado en 1973. Horas antes de la investidura de Bachelet, la hija de Allende asumirá como presidenta del Senado. Piñera le entregará la banda presidencial a ella para que se la entregue a la nueva presidenta.

Ese símbolo agrega algo más de carga a la tarea que espera a Bachelet. Lo demuestran a su vez las principales reformas anunciadas. La reforma tributaria deberá ser una de las principales obras a las que se dedicará el gobierno en cuanto asuma, con un borrador de proyecto que ya está bien avanzado, de acuerdo con el ministro de Hacienda entrante, Alberto Arenas. El objetivo anunciado es reducir las desigualdades con el aumento de un impuesto que se aplica a las ganancias de las empresas (de 20% a 25%) y una reducción de sus beneficios tributarios.

Esa reforma aparece en el último lugar de las 50 medidas anunciadas por Bachelet para sus 100 primeros días y deberá generar los recursos para que el Estado pueda atender otros grandes desafíos planteados para más adelante; entre ellos, trabajar con el objetivo de proveer educación gratuita y de calidad en un país en donde domina la enseñanza privada; modificar el sistema electoral para que la minoría ya no tenga poder de veto en el Parlamento, como suele ocurrir desde el regreso a la democracia; y, por último, reformar la Constitución de 1980, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet. Según recordó Bachelet a The Washington Post, para modificar la Constitución, a su coalición no le basta con una mayoría parlamentaria simple. Agregó: “Hay algunas personas en el Parlamento que no son parte de mi coalición, pero creo que comparten mi punto de vista sobre estas prioridades. Trabajaremos con ellas de modo que si están de acuerdo, podemos conseguir la votación”.

Él también

Como en toda transición no faltaron, en estos días, los reproches entre el gobierno saliente y el entrante. Los allegados a Bachelet destacan que Piñera asumió el gobierno con una economía en crecimiento, mientras que Bachelet lo recupera con perspectivas menos auspiciosas. “Nos entregan indicadores macro sobreestimados y haremos las revisiones respectivas e informaremos al Congreso”, apuntó Arenas ayer. El ministro designado de Economía también adelantó que, luego de asumir, se reunirá “a conversar una vez a la semana, en el Ministerio de Hacienda, con los parlamentarios” para avanzar en el proyecto de reforma fiscal.

“Nos vamos del gobierno con la alegría del deber cumplido”, dijo Piñera en su última cadena nacional como presidente. “Sin perjuicio de los errores cometidos, que hemos reconocido, hoy Chile crece, crea empleos, mejora los salarios, reduce la pobreza y las desigualdades con fuerza y voluntad”, aseguró. De acuerdo con la agencia de noticias Efe, durante el mandato de Piñera la economía del país creció 5,3% en promedio y el desempleo se mantuvo entre 5% y 6%. “Hoy Chile es un mejor país para nacer, crecer, estudiar, trabajar, formar familia y también para envejecer, de lo que era hace tan sólo cuatro años. Es decir, un mejor país para vivir”, afirmó.

Sin embargo, la coalición que apoyó al mandatario se vio dividida por desacuerdos internos y vio caer su popularidad en las elecciones. Su candidata a la presidencia, Evelyn Matthei, recibió en noviembre 25,03% de los votos en primera vuelta y 37,83% en el balotaje.

Ayer, los medios chilenos se hacían eco de la última polémica de la administración de Piñera. El 27 de febrero entró en vigor un decreto presidencial que autoriza a los funcionarios públicos a borrar los correos electrónicos acumulados en sus casillas profesionales y modifica un reglamento establecido durante el mandato de Ricardo Lagos, en 2004. Ese reglamento regulaba las comunicaciones electrónicas entre órganos estatales y obligaba a todos los funcionarios públicos a conservar sus correos electrónicos por un período “no inferior” a seis años “con la finalidad de asegurar la constancia de la transmisión y recepción”.

No faltaron las críticas luego de que el diario El Mostrador revelara esa información. El decreto deja “un vacío legal que puede ser perjudicial para la futura administración y para cuando los ciudadanos hagamos una petición sobre una gestión hecha a través de un correo electrónico, ya que el nuevo gobierno no tendrá a disposición la información”, evaluó Álvaro Castañón, el coordinador legislativo de la organización civil Ciudadano Inteligente, que trabaja en acercar a los ciudadanos a la política y evitar conflictos de intereses. Por su parte, Piñera argumenta que la medida apunta a proteger la privacidad de los funcionarios.

El mandatario deja el cargo hoy con 50% de aprobación, según la última encuesta. Su último “regalo” a los chilenos fue el anuncio que hizo junto al vicepresidente estadounidense, Joseph Biden (que llegó ayer al país, al igual que otros muchos presidentes, para la asunción de Bachelet): los chilenos ya no necesitarán visado para viajar a Estados Unidos a partir de abril. Otro de los cambios que se esperan de la gestión de Bachelet es que Chile mire más a la región que durante la gestión que termina hoy.