El ministro de Economía brasileño, Guido Mantega, anunció el lunes un nuevo paquete de medidas para estimular al sector automotor, uno de los más importantes de la economía, considerado además responsable del arrastre de otras industrias menores. Una de las medidas anunciadas por Mantega es la apertura de nuevas líneas de financiamiento para facilitar la compra de automóviles cero kilómetro.

Luego de caer 0,9% en 2013 -en la primera baja del sector en diez años-, la venta de vehículos se desaceleró todavía más en los últimos meses. Entre enero y mediados de abril, el total de vehículos comercializados cayó 5,3% en relación con el mismo período de 2013.

Con la medida, el gobierno busca estimular el crédito del sector privado con una reducción de las entregas iniciales y un alargamiento del plazo de pagos. Asimismo, el gobierno piensa crear un fondo de garantías con el aporte de recursos de las propias instituciones financieras, que cubra eventuales atrasos en la devolución de créditos, algo similar al fondo que ya existe para los préstamos concedidos a pequeñas empresas. Como contrapartida, propone a las montadoras de autos que reduzcan sus márgenes de ganancia.

A la fuerte caída en las ventas de la industria automotriz brasileña en su mercado interno se suma la caída en las exportaciones hacia Argentina, que las cifras oficiales sitúan en 15% y que es consecuencia de los problemas cambiarios argentinos y la crisis de reservas internacionales que vive el otro gran socio del Mercosur. Como resultado de lo que sucede en el mercado interno y de las exportaciones, se produjo un freno brusco en producción de la industria automotriz, que cayó 8% en este primer trimestre. La caída en las ventas y la acumulación de stocks sin vender amenazan con el despido masivo de trabajadores.

Según informó el diario O Globo, ya hay unos 20.000 trabajadores que atraviesan situaciones de suspensión temporaria de contratos de trabajo, anticipación de licencias o rotación de seguros de desempleo decididos por las montadoras. De acuerdo con El País de Madrid, la empresa Volkswagen en Brasil suspenderá desde mayo y por cinco meses a 1.300 trabajadores, mientras que Fiat evalúa dar diez días de licencia a 900 obreros, algo que ya hizo con otros 800 el mes pasado. Por su parte, el fabricante de camiones Scania adelantó de junio a mayo las licencias de sus 3.800 empleados y su competidora Man negocia con el sindicato la suspensión de otros 200. También Peugeot Citroën suspendió a 900 obreros y Ford dio descanso temporal a otros 900. La lista incluye a General Motors, que hizo lo mismo con 400 trabajadores, y la alemana Mercedes-Benz, que dio licencia a 450, además de abrir un programa de retiros voluntarios para 2.000 de sus 9.500 obreros.

Las prácticas de este tipo son habituales en las armadoras y son el paso previo, según anunciaron las empresas, a la suspensión de los contratos de trabajo y en última instancia a la prejubilación o el despido.

Las medidas del gobierno surgen de la preocupación por evitar recortes de empleos masivos en el sector. “Estamos poniendo en práctica estímulos en varios sectores, principalmente en aquellos que más explican el crecimiento del PIB o los que más afectan el empleo. Nunca dejamos que un sector aumente el desempleo, siempre tomamos medidas”, destacó Mantega en un programa televisivo el lunes.

Ayer, además, los ministros argentinos Axel Kicillof, de Economía, y Débora Giorgi, de Industria, se reunieron con su par brasileño de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, Mauro Borges, y el asesor de la Presidencia para Asuntos Internacionales, Marco Aurélio Garcia, para discutir el acuerdo automotor entre ambos países y el comercio bilateral en general.

Brasil pretende que Argentina elimine trabas al comercio, y Argentina quiere equilibrar el saldo del intercambio de automóviles y partes que le es deficitario. Además, ambas partes negociarán el financiamiento por parte de Brasil para los importadores argentinos, con el fin de evitar que Argentina pierda las menguadas reservas internacionales que está buscando recuperar.

Aunque la proyección oficial de crecimiento en Brasil para este año se mantiene en 2,5%, Mantega sugirió el lunes que podría situarse en un intervalo “ligeramente inferior, entre 2,3% y 2,5%”. Como otras veces, el titular de Economía brasileño dijo que vislumbraba un nuevo ciclo de crecimiento para el país, con la inversión como su “locomotora” de aquí hasta 2022. En este sentido, la proyección oficial es que Brasil crecerá a una tasa de 3% al año en 2016 y 2017, y en este escenario la inversión lo haría a una tasa muy superior: 7% promedio entre 2014 e 2022. Este dato de crecimiento de la inversión significa un aumento en relación con el dato observado entre 2003 y 2013, cuando la inversión creció en promedio 6,1%.

Según Mantega, existe en Brasil un ola de pesimismo que es el resultado de la gran crisis que afectó a varios países en los últimos cinco años, pero destacó que la inversión extranjera sigue firme y que la aceleración de la inflación es pasajera.