Según explicó el informe del Banco Central de Paraguay (BCP), el dinamismo que se registró durante 2013 se explica sobre todo por la buena campaña agrícola, en particular en la producción de soja y maíz. A esta altura, y según datos del Departamento Agrícola de Estados Unidos, Paraguay es el cuarto exportador mundial de soja y el séptimo productor mundial, detrás de países de dimensiones incomparablemente mayores como Estados Unidos, Brasil, China, Argentina e India.

Sin embargo, otras variables influyeron en el crecimiento del menor de los socios comerciales del Mercosur. Entre ellas se cuentan la construcción, que creció 10,2%, el sector servicios, que lo hizo 9,5%, así como un fuerte aumento de las exportaciones de carne vacuna cuya producción, según datos de Cuentas Nacionales, tuvo un alza de 7,8%.

No obstante, si se excluyera a la agricultura del análisis, el crecimiento de la economía sería bastante menor: 7,7%. Debido al peso que tiene este sector, y en la medida en que se estima un clima menos favorable para la cosecha 2013-2014, el crecimiento proyectado para la economía paraguaya es mucho más modesto: 4,8%.

Paraguay crece desde el piso. En 2012 fue el único país latinoamericano cuya economía se contrajo (1,5%) en términos reales. La crisis política de ese año -destitución del entonces presidente Fernando Lugo, suspensión de la membresía de Paraguay en el Mercosur- y la baja tasa de inversión en infraestructura y maquinaria hicieron de la economía paraguaya una de las más inestables de la región y la menos capaz de sostener el crecimiento económico en el largo plazo. Según estimaciones del propio BCP, con el nivel actual de inversión (no llega a 18% del PIB), el crecimiento per cápita no podría ser superior a una tasa de 1% a largo plazo.

Es rico, ¿es sano?

Según el informe de Cuentas Nacionales del BCP, la Formación Bruta de Capital creció de manera inédita en el país en 2013: se estimó en 13,4%, cuando venía de una caída muy fuerte (-7,5%) durante 2012. Gran parte de esa inversión es privada y extranjera -proveniente de Brasil y Argentina, fundamentalmente- y llega al sector de la construcción impulsada por procesos de asociación público privada. Llega sobre todo al agro, sector en el que los tributos a los beneficios obtenidos por la explotación agropecuaria son extremadamente bajos.

La introducción del agronegocio por parte de empresarios “regionales” trajo consigo la difusión masiva de la mecanización en la producción de granos, nuevos métodos de producción y fuerte inversión en logística. Por eso, las exportaciones de productos agrícolas generaron 17% más en el primer trimestre de este año y de acuerdo a datos estadísticos del BCP, las exportaciones de soja, aceite, harina, cereales y algodón son responsables de 55% de los ingresos del país.

El complejo sojero en particular (granos y derivados) es la principal fuente de ingresos de la economía, con 1.323 millones de dólares generados hasta marzo. Aunque Paraguay enfrenta el eterno problema de su falta de salida al mar (ver la diaria del 03/04/14), entre enero y marzo de este año se embarcaron 2,1 millones de toneladas de granos de soja por un valor de 990,5 millones de dólares, y ya genera 25% más de ingresos por este commodity que en el mismo período del año pasado.

Según notas de prensa, se puede estimar que un solo productor, con 2.000 hectáreas de cultivo, pagando todos los impuestos vigentes, podría llegar a obtener beneficios en una zafra por un millón de dólares. Esta inversión en el agro paraguayo llegó para quedarse, por lo que desde sectores sociales y políticos de izquierda se apuesta no tanto a combatir a la producción mecanizada, sino a ver cómo el Estado puede generar nuevas ecuaciones para recibir más recursos, distribuirlos progresivamente y generar más justicia social, disminuyendo las desigualdades, que son las más altas de América Latina. A esto se agrega que Paraguay tiene la mayor concentración de la tierra en el continente. De acuerdo con la Dirección de Estadísticas y Censos de ese país, 1% de los propietarios reúne 77% del área productiva, y 40% de los agricultores poseen apenas 1% de las tierras.

Además, en un país donde más de 40% de la población vive en zonas rurales, la agricultura empresarial agrava los problemas sociales. El agronegocio emplea escasa mano de obra y por ser extensivo en tierras, expulsa trabajadores del sector rural. Esta expulsión ya ha provocado una rápida urbanización en un marco general de empleo precario y con bajos ingresos.