En las últimas elecciones presidenciales, en las que Cristina Fernández fue reelecta con 54,11% de los votos, en octubre de 2011, la fórmula del socialista Hermes Binner y su candidata a vicepresidenta, la periodista y escritora Norma Morandini, que se presentó como Frente Amplio Progresista, generó sorpresa al alcanzar el lugar de segunda fuerza política, con 16,81% de los votos.
Esa alianza electoral que encabezó entonces Binner incluía a Generación para un Encuentro Nacional (GEN), de Margarita Stolbizer, y también a Libres del Sur, entre otros partidos que se autodefinen “progresistas”. El martes, se firmó una versión ampliada de ese acuerdo, al que se sumaron la Unión Cívica Radical (UCR, la segunda fuerza parlamentaria del país) y la alianza Unen, integrada por Proyecto Sur, de Fernando Pino Solanas, y la Coalición Cívica, de Elisa Carrió. A estas principales fuerzas políticas se suman otras menos conocidas, de centro o centroizquierda.
Este frente electoral se forma en momentos en que se acercan las elecciones de octubre de 2015, en las que el oficialismo no podrá presentar una nueva candidatura de Fernández y aún no tiene otro candidato definido. El diario argentino La Nación hizo un paralelismo entre esta alianza y el Frente País Solidario (Frepaso), que se formó en 1994 y que integró junto a la UCR el gobierno de la Alianza, que asumió en 1999 y se disolvió con la crisis de 2001. Los principales puntos en común son que esta nueva propuesta electoral apuesta a un desgaste del kirchnerismo después de más de diez años en el poder, al igual que a fines de los 90 sufría un desgaste el menemismo.
En los dos casos, estas alianzas se presentan como alternativa a un proyecto que se define como peronista. Sin embargo, el diputado socialista Roy Cortina dijo ayer a Radio América: “No puede ser que cuando alguien que no sea peronista tiene posibilidades de gobernar tenga que cargar el sayo de la Alianza. Es otra época, otra realidad; pasaron 14 años”. Otro punto en común que tiene esta alianza con el Frepaso son sus diferencias internas, que se notaron desde antes de firmar su compromiso. Las principales figuras del FAU mostraron desacuerdos respecto del planteo de aliarse con Propuesta Republicana, el partido del jefe de Gobierno porteño, el derechista Mauricio Macri.
Carrió y el diputado de la UCR Oscar Aguad alimentaron ese debate porque no querían cerrar la puerta a esa posibilidad, posición que en menor medida también mostró Binner. Sin embargo, este último intentó cerrar el tema al decir a Radio América que Macri no integra la alianza porque “nunca se habló del tema” y tampoco hubo “ningún pedido específico”. En otras declaraciones, en Radio Mitre, Carrió echó leña al fuego. “Yo no lo votaría a Mauricio Macri, pero el pueblo tiene derecho a elegirlo en un arco [político]”, dijo, y agregó: “Yo tampoco votaría a muchos que ya son candidatos del propio frente [FAU]”.
Por su parte, el oficialismo apuntó a los flancos débiles de su nuevo rival electoral. El titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, dijo que “cuando se producen amontonamientos sin historia común, sin mirada compartida, sin la razón primera por la cual se llega a la política, el recorrido es complejo”. En declaraciones a Radio 10, agregó: “Me parece bien que vayan buscándose las convergencias para construir una plataforma de lanzamiento para 2015, siempre que no sean sólo intereses de coyuntura electoral y estén sostenidos en ideas de crecimiento y desarrollo”.
A su vez, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, dijo en su conferencia de prensa diaria que los integrantes del FAU “tienen mucha experiencia para ofrecer a la ciudadanía argentina, tanto en materia de política económica como en materia de política de seguridad, como respecto al tema de la experiencia en traiciones a distintos proyectos políticos”. Una de las caras visibles en el lanzamiento del FAU fue el ex vicepresidente de Fernández Julio Cobos, que pertenece a la UCR. En su momento se convirtió en opositor al kirchnermismo sin dejar la vicepresidencia, y votó en contra del gobierno en el Congreso en pleno conflicto del oficialismo con las patronales agrarias, en 2008.
Además, Capitanich se refirió a la gestión socialista en la provincia de Santa Fe -y en particular en la ciudad de Rosario, donde el delito vinculado al tráfico de drogas se hizo fuerte- al decir que la nueva alianza electoral “tiene mucha experiencia en el combate contra el narcotráfico, porque algunos de los conspicuos miembros, efectivamente, han tenido dentro de sus propias fuerzas de seguridad jefes de Policía vinculados al narcotráfico”.
Con o sin críticas, el primer desafío del FAU será llegar entero a las elecciones primarias de agosto, en las que definirá su fórmula presidencial y la integración definitiva de sus listas.