Unos 2.000 combatientes opositores de Siria, algunos de ellos con sus familiares, comenzaron a marcharse del casco antiguo de la emblemática ciudad de Homs cumpliendo el acuerdo firmado el domingo con el gobierno de Bashar al Assad, ante miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y representantes de Irán.

Desde el viernes las dos partes aplican un alto el fuego como paso previo a la firma del pacto de retirada de esta ciudad, que fue de las primeras en las que hubo manifestaciones masivas y diarias contra el gobierno, y también una de las primeras en levantarse en armas en este conflicto, que empezó en marzo de 2011. Homs era considerada por los opositores la “capital de la revolución”. Durante dos años estuvo sitiada por el gobierno y finalmente éste logró que los opositores se rindieran.

Unos 800 milicianos abandonaron ayer el centro de Homs en ómnibus, escoltados por equipos de la ONU y la Policía siria. Entre ellos había varios heridos que eran atendidos en vehículos de la Media Luna Roja. Según informó la agencia de noticias Efe, los milicianos iban a establecerse en otra zona más al norte de la provincia, controlada por opositores, y muchos de ellos pudieron salir de la ciudad con armas ligeras y medianas. A cambio, los milicianos iban a liberar a 70 presos, entre ellos un iraní, retenidos en las provincias de Latakia y Alepo. Se comprometieron además a permitir la llegada de ayuda humanitaria en varias localidades de Alepo que son de mayoría alauita, ala del Islam a la que pertenece Al Assad. Cuando ya no haya ningún opositor en el casco antiguo de Homs, el Ejército sirio entrará en la zona con equipos especiales de desactivación de bombas y explosivos. Sin embargo, aún van a quedar milicianos rebeldes en el barrio de Uaer, el único que queda bajo control de la oposición en la ciudad.