La OTAN surgió como una organización política y militar, con sede en Bruselas, que tiene como objetivo unir las fuerzas de los estados que la integran para defenderse mutuamente. Nació en abril de 1949, en plena guerra fría, a partir de negociaciones entre Reino Unido, Francia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo con Estados Unidos y Canadá, a los que se sumaron después otros países europeos, y algunos más adoptaron sus estándares militares sin convertirse en miembros.

Hace pocos días, el presidente ruso, Vladimir Putin, recordó que cuando Rusia dio su visto bueno para la reunificación de Alemania, se le había prometido a su país que la OTAN no iba a extender su influencia más hacia el este. La reunificación se concretó entre 1989 y 1990, e implicó que la ex República Democrática Alemana se sumara al bloque europeo y a la OTAN.

Desde entonces, la expansión continuó. Primero, con la adhesión, en 1999, de Hungría, Polonia y República Checa, que de paso dejaron saldado su divorcio de la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) de la que habían sido satélites. Más tarde, en 2004, los países bálticos (Lituania, Letonia y Estonia), ex repúblicas soviéticas, se sumaron a la OTAN, junto a Rumania, Bulgaria, Eslovaquia y Eslovenia, ex satélites de la URSS, salvo el último. Hasta entonces, no hubo mayores problemas con Moscú, a pesar de la promesa incumplida.

Otro frente

Además de sentirse amenazada por el Este, Rusia también podría ver con malos ojos la apertura, en Tashkent, la capital de Uzbekistán, de una nueva sede de la OTAN. Ésta fue presentada por el gobierno de ese país como una medida para evitar que se desestabilice la región con el retiro de tropas de la OTAN de Afganistán (país con el que tiene frontera al sur), previsto para finales de año. De acuerdo con el semanario francés Courrier International, que cita a la prensa de la zona, la apertura de esa oficina, que se concretó el viernes, busca contrarrestar el cierre en curso de la base que se había establecido en Kirguistán, que sirvió de base logística a la operación en Afganistán.

Tal como lo recuerda últimamente la prensa, la OTAN también incrementa su presencia en Asia Central desde hace un buen tiempo, en el marco del programa Asociación para la Paz, que cumple 20 años en 2014 y que se aplica a los países que son parte del llamado “espacio pos-soviético”. La agencia de noticias rusa Ria Novosti señala que todos los altos mandos militares de esa región fueron formados en Estados Unidos y otros países de la OTAN en el marco de ese programa, y sostiene que esto le asegura a la alianza el apoyo de un “lobby pro occidental” a su favor dentro de las Fuerzas Armadas de esos países.

Deshielo con marcha atrás

Durante la Guerra Fría, el papel de la OTAN fue sobre todo el de luchar contra la amenaza comunista” y evitar la expansión de la URSS hacia el oeste. Con la caída del muro de Berlín en 1989 y la del bloque soviético, la organización perdió al enemigo que le había dado razón de existir. Después de un período de expansión hacia el este, los ataques del 11 de setiembre de 2011 en Estados Unidos, atribuidos a la organización yihadista Al Qaeda, le dieron a la OTAN otra motivación: la lucha contra el terrorismo.

En paralelo, durante los últimos 20 años, los países de la UE consideraron a Rusia un socio ineludible, a pesar de las diferencias. Si bien Moscú había mostrado malestar con la promesa incumplida de no expandir a la OTAN hacia su zona de influencia, no había hecho lo mismo con la expansión de la UE hacia esa misma región.

En 2009, la Unión Europea lanzó una nueva forma de acuerdo de cooperación, “la asociación oriental”, a la que pretende sumar a Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Moldavia y Ucrania. Sin prometerles la posibilidad de adherirse al bloque, ese acuerdo les daría acceso al mercado europeo y a una ayuda financiera a cambio de reformas. Además, con Ucrania, Georgia y Moldavia la UE estaba negociando acuerdos de asociación y de libre comercio. Pero según dijo el presidente del Consejo Europeo, esas conversaciones no tienen “ningún objetivo estratégico o geopolítico”.

Sin embargo, Putin, que gobierna Rusia desde 1999 -con un paréntesis entre 2008 y 2012, durante el cual cedió el poder a su primer ministro, Dimitri Medvedev-, marcó un giro en la actitud rusa ante Occidente. Putin es un nostálgico de la magnitud que tuvo como potencia la URSS. “Quien no extraña a la Unión Soviética no tiene corazón. Quien la quiere de vuelta no tiene cerebro”, dijo en 2010, luego de haber calificado el final de la URSS como “la mayor catástrofe del siglo XX”. El presidente ruso usa mucho el sentimiento nacionalista para fortalecerse dentro del país, ya que la población también suele sentir nostalgia del poderío internacional que Rusia perdió cuando se derrumbó el bloque soviético.

De crisis y misiles

En 2007 se generó una primera crisis con Rusia cuando la OTAN aceptó el proyecto del entonces presidente estadounidense George W Bush de establecer un escudo antimisiles que, a largo plazo, implicaba colocar misiles en Europa. Rusia se sintió amenazada. Pero en 2010 se logró un acuerdo entre Washington y Moscú, a cambio de una reducción de la potencia nuclear de ambos países. Sin embargo, hoy en día, las negociaciones sobre ese escudo están trabadas por el Senado estadounidense, según Moscú.

Además, que se hablara de una probable adhesión de Georgia (y Ucrania) a la OTAN, fue visto desde Occidente como uno de los factores que desembocaron en la guerra que estalló en agosto de 2008 entre Georgia y su provincia separatista Osetia del Sur, apoyada por Rusia. Esta guerra desembocó a su vez en la independencia declarada de esa provincia y de la República de Abjasia. La actual crisis entre Rusia y el frente formado por la UE y Estados Unidos comenzó a verse venir el año pasado, cuando Putin lanzó una campaña de presiones para evitar que las ex repúblicas soviéticas se asociaran a la UE. Esto llegó a tal punto que en noviembre, el entonces presidente ucraniano Víctor Yanukovich, que se había comprometido a firmar el acuerdo de cooperación con la UE, diera marcha atrás.

Esto desató manifestaciones en la capital y en el oeste de Ucrania, más afín a Europa, donde parte de la población tenía esperanzas de ver el fin de la corrupción si su país se acercaba a ese bloque. El movimiento logró derrocar a Yanukovich, 
por lo que asumió un gobierno provisorio mucho más afín a la UE, que espera legitimarse con las elecciones previstas para el domingo.

Sin embargo, este cambio generó temores en la población del este, que es más afín culturalmente a Rusia, y los occidentales ven la mano de Moscú detrás de las movilizaciones de ese sector. El cambio de gobierno también motivó el rechazo de aquellos ucranianos que creen que el país no tiene que optar entre la influencia de uno u otro bloque, sino que debe mantenerse en lo que fue históricamente su particularidad: ser un país con un pie en Occidente y el otro en Rusia.

Cuando intervino en Georgia, Moscú invocó la necesidad de proteger a los “ciudadanos rusos”, el mismo argumento que usó a la hora de anexar a la península ucraniana de Crimea hace dos meses, con lo que preservó su salida al mar Mediterráneo. En 2008, Rusia respondió al ataque del entonces presidente georgiano Mijaíl Saakashvili contra Tsjinvali, la capital de Osetia del Sur. En 2009 ese argumento quedó ratificado por una enmienda en la Ley de Defensa, según la cual Rusia puede intervenir en el extranjero para defender sus intereses y los de sus “ciudadanos”.

Este mismo argumento es usado por Moscú a la hora de amenazar con intervenir en el este de Ucrania, y también lo usan los habitantes de este país que se oponen al gobierno ucraniano cuando reclaman la ayuda de Moscú. Sin embargo, la noción de “ciudadano” se refiere en muchos casos a personas que tienen el idioma ruso como lengua materna.

En marzo, Hillary Clinton, ex secretaria de Estado estadounidense y probable candidata demócrata a la presidencia, dijo que la política que Putin estaba aplicando en Crimea recordaba a lo que Hitler hizo para proteger a los alemanes antes de la Segunda Guerra Mundial. “Si esto suena familiar es porque Hitler lo hizo en los 30”, dijo. “Ante todos los descendientes de alemanes que estaban en lugares como Checoslovaquia, Rumania y otros, Hitler decía que no estaban bien, decía ‘debo ir y proteger a mi gente’, y eso es lo que tenía a todos tan nerviosos”, dijo en referencia a las anexiones que realizó la Alemania nazi entonces.

En 2010, Rusia creó una unión aduanera euroasiática. Al inicio ese espacio integró a Bielorrusia, Kazajistán y Rusia. Está anunciada la próxima adhesión de Kirguistán y Armenia, pero de momento la firma del tratado del Consejo Económico Eurasiático no se concretó en los plazos establecidos.

Tampoco es casual que Putin se encuentre desde ayer en Shanghái para participar en la IV Conferencia de Interacción y Medidas para el Desarrollo de la Confianza, oportunidad en la que se firmaron numerosos acuerdos que reforzarán lazos con el gigante asiático. El presidente chino, Xi Jinping, se reunió con él en un momento en que tanto Moscú como Pekín (por las acusaciones de espionaje industrial que le hizo el lunes Estados Unidos) están en malos términos con Occidente. Ante las aún tímidas sanciones y la amenaza de otras, con las que Estados Unidos y la UE presionan a Rusia, ese viaje es una forma de mostrar que Moscú cuenta con un aliado de peso en el Consejo de Seguridad de la ONU. Además, se anunció un acuerdo de “completa asociación de cooperación energética” y están negociando una gran exportación de gas ruso hacia China, señal de que Rusia puede seguir exportando si deja de vendérselo a los europeos.

Subidas de tono

En la nueva coyuntura, Putin cambió claramente su postura ante la OTAN y la UE. Desde la otra parte, mientras que los países europeos están divididos a la hora de plantarse frente a Rusia, que es un socio comercial importante y en particular su proveedor de gas, la OTAN sí endureció mucho su discurso.

Días atrás, en una rueda de prensa junto al presidente rumano, Traian Basescu, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, se refirió a la seguridad de Rumania, país miembro de esa organización desde 2007 y que tiene una larga frontera con Ucrania y Moldavia. “Tras lo visto en Ucrania, nadie puede confiar en las garantías de Rusia respecto de la soberanía e integridad” territorial de Rumania, dijo.

“Puedo asegurar que la OTAN está preparada para proteger a los aliados de manera eficiente. No dudaremos en tomar más medidas si se requieren”, agregó Rasmussen. “Queremos que Rusia respete las obligaciones internacionales y que no intente desestabilizar la situación en Moldavia y Ucrania”, dijo.

En una entrevista con el portal rumano Hotnews, el secretario general dijo estar convencido de que Moscú presionará a Moldavia y a Georgia, como lo hizo con Ucrania, para obstaculizar un acercamiento a la UE de estas antiguas repúblicas soviéticas. Ambos países deben firmar, el 27 de junio, un acuerdo de asociación con Bruselas.

“No tengo ninguna duda de que Rusia incrementará su presión sobre Moldavia, probablemente también sobre Georgia, mientras se lleva a cabo la finalización de los acuerdos de asociación con la UE”, dijo Rasmussen, según informó la agencia de noticias Efe.

El secretario general de la OTAN insistió en que Moscú pretende restablecer una esfera de influencia en el antiguo espacio soviético mediante su apoyo a las regiones separatistas como Transnistria (Moldavia), Osetia del Sur y Abjasia (Georgia), al igual que lo hace en Crimea (Ucrania). “Rusia utiliza estos conflictos congelados para entorpecer que sus respectivos países tomen el camino hacia la UE y la OTAN”, aseguró.

Rasmussen ya había expuesto esa postura días antes, durante una visita a Eslovaquia. Entonces acusó a Rusia de no haber dado un solo paso para aplicar los acuerdos de Ginebra, que buscaban solucionar la crisis de Ucrania, y lo atribuyó a que Moscú tiene como objetivo establecer una “nueva esfera de influencia”. Expuso esa teoría en la conferencia anual de seguridad Globsec, que reunió a expertos en la capital eslovaca, Bratislava. Por primera vez el encuentro contó con la presencia de los jefes de gobierno de Polonia, República Checa, Hungría y Eslovaquia. Rasmussen también dijo que lo que ocurre en Ucrania “es una clara violación de los fundamentos de la seguridad europea, y un intento peligroso de volver el reloj al pasado, de dibujar nuevas líneas divisorias y de nuevo escribir el libro de reglas”.

Pidió ser consecuentes con los acuerdos de seguridad continental consensuados por la UE hace una década. También aseguró que “la OTAN es capaz y está deseosa de hacer cualquier cosa que sea necesaria y durante el tiempo que sea necesario”, aunque no aclaró si esto supondría una presencia permanente de efectivos en los países fronterizos con Ucrania.

De paso, el jefe de la OTAN volvió a pedir un aumento de los gastos de defensa de los aliados. “El gasto militar de Rusia ha crecido más de 10% en términos reales cada año en este último lustro y, por contraste, varios aliados europeos de la OTAN han recortado su gasto en defensa en más de 25% en el mismo período, y algunos incluso más de 40%”, señaló.

El día anterior, el representante de Rusia ante la OTAN, Alexandre Grouchko, publicó en su página de Facebook que esa organización utiliza lo que está pasando en Ucrania para obtener mayor financiamiento por parte de sus aliados e integrantes. Según publicaron varios medios rusos oficiales en distintos idiomas, Grouchko denunció la semana pasada que en esos días “los representantes de la OTAN hablaron mucho de la necesidad de ‘salir del letargo’ e insistieron con fuerza en la aparición de una nueva amenaza contra Europa, lo que lleva a pensar que el bloque intenta explotar al máximo la crisis en Ucrania para justificar la necesidad de su existencia en el contexto de seguridad actual”.

En su opinión, esto es una “evidencia” de que la alianza piensa echar por la borda sus compromisos para proyectar su potencial militar en los estados bálticos, en Polonia y en Rumania, para desplegar brigadas de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos”. “Si eso ocurre”, advirtió, “tomaremos todas las medidas necesarias para garantizar nuestra capacidad defensiva”.

Como respondiendo a lo publicado por los medios rusos, Rasmussen había dicho en Bratislava que el gobierno ruso utiliza referencias a los valores y las reglas internacionales para “subvertirlos”, y agregó que la prensa estatal rusa está generando “narraciones deshonestas para manipular a la opinión 
pública”.

La agencia Ria Novosti reitera en los últimos días la publicación de una nota en la que cita a Putin. “No tenemos miedo. Pero debemos basarnos en las realidades y evaluar la situación”, dijo el mandatario ruso consultado por la agencia de prensa que él mismo creó a fines del año pasado, Rossiya Segodnya, y que desde entonces federa a Ria Novosti y a la radio La Voz de Rusia. Fue entonces que Putin recordó la promesa incumplida de no extender la influencia de la OTAN después de la reunificación alemana. Luego el presidente ruso agregó en tono de broma: “Somos nosotros los que vamos a ahorcar a los demás. ¿Para qué asustarse?”.