Desde el 7 de abril hasta el lunes se extendió la votación en las elecciones de India, y todo parece indicar que los resultados, esperados para mañana, le permitirían ser el próximo primer ministro indio a Narendra Modi. Este líder nacionalista hindú, de 64 años, inspira esperanza a sus votantes gracias a los éxitos económicos de su gestión en el estado de Gujarat, al tiempo que alimenta temores por sus antecedentes antimusulmanes y sectarios.

El éxito de este dirigente de la agrupación política hinduista Bharatiya Janata Party (BJP) se debe en primer lugar a la comunicación. Según la revista India Today, Modi fue el primer político del país en tener un blog, y cuenta con casi cuatro millones de seguidores en Twitter, red social en la que escribe a diario desde que la empezó a usar, en 2009. También usa Facebook y Youtube, entre muchas otras redes.

El escritor Nilanjan Mukhopadhyay dice en el libro Narendra Modi: El hombre. Los tiempos, que una de las primeras cosas que hace Modi cuando se levanta, a eso de las 4.30, después de hacer yoga y desayunar, es revisar las noticias en Google. Tiene dos alertas activadas en el buscador: “Modi” y “Gujarat”, el nombre del Estado del oeste que gobierna desde 2001.

La otra arma tecnológica que usó Modi en su campaña son los hologramas en tres dimensiones. Ya los había usado un poco en las elecciones estatales el año pasado, pero en su carrera hacia el cargo de primer ministro fue uno de sus principales recursos. Le permitió aparecer virtualmente en hasta 140 lugares en simultáneo gracias a transmisiones satelitales. En el segundo país más grande del mundo, el holograma es una ayuda para llegar a distintas regiones.

Además, la aparición en diferentes lugares tiene un eco en la mitología hindú, la religión de 80% de la población. “Está escrito que líderes espirituales y semidioses han logrado estar presentes en 53 lugares al mismo tiempo, porque ése es el número de cuerpos presentes en toda persona, algo que está demostrado científicamente”, dijo el secretario de la oficina nacional de BJP, Arun Kumar Jain. “Sin embargo, Modi ha logrado estar presente en 140 lugares al mismo tiempo gracias a la tecnología”, agregó, de acuerdo con la agencia de noticias Efe.

Modi también ganó simpatía por sus orígenes modestos. Él y sus hologramas no se cansan de repetir que “él sabe lo que es ser pobre”. Nació en 1950 en una familia numerosa de casta baja en Vadnagar, localidad del estado de Gujarat. En la estación de trenes de esa ciudad, el pequeño Modi ayudaba a su padre, que era almacenero, a venderles té a los pasajeros.

Modi, el gestor

A pesar de sus orígenes, que reivindica, Modi es un fiel aliado de las empresas que prosperan en su estado, y es por su éxito en la economía de Gujarat que gran parte de los indios confían en él. En ese estado la tasa de crecimiento es de 10% por año, el doble del promedio nacional.

Modi saca ventaja de la imagen de dinámico, moderno y eficiente que tiene su estado. Más aun cuando la promesa de crecimiento rápido y prosperidad general que hizo el Partido del Congreso hace diez años no se cumplió durante el gobierno del primer ministro saliente, Manmohan Singh. En cambio, Modi tiene la reputación de ser un político eficiente, con capacidad de decisión, adicto al trabajo, que logra que los funcionarios cumplan con sus tareas. Su cercanía -y la de su partido- con las empresas no lo distingue del oficialismo, pero sí se espera de él que termine con la corrupción que se convirtió en un problema durante la actual administración nacional.

Más allá de su éxito, la gestión económica de Modi en Gujarat también es criticada, sobre todo respecto de los asuntos sociales. Aunque una parte de la clase media mejoró su nivel de vida, las desigualdades aumentaron. El economista indio Amartya Sen, premio Nobel en 1998, citado por el canal TV5 Monde, evaluó: “El desarrollo de Gujarat se limitó a las clases medias urbanas, mientras que las zonas rurales y las bajas castas fueron marginadas. Bajo el gobierno de Modi, la cantidad de familias bajo el umbral de pobreza aumentó y los resultados en salud y educación son malos”.

Religión y otros asuntos

Pero hay más motivos por los que Modi es criticado. En 1971 se afilió al Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), un grupo de la extrema derecha hindú que simpatizó con la Alemania nazi y del que era integrante Nathuram Godse, el asesino de Mahatma Gandhi.

Con 30 años, se afilió luego al BJP, otro partido hinduista pero más moderado, que igual se inspira en RSS, informó Efe. RSS exige que sus miembros practiquen el celibato, motivo por el que hasta hace muy poco no se sabía de la existencia de Jashodaben Chimanlal, la esposa de Modi, con la que se casó a los 18 años, en una boda arreglada por sus familias. Después de tres años casados y, según dice el dirigente, sin consumar su matrimonio, abandonó a su esposa y se unió a las filas de RSS. Recién cuando llenó el registro para inscribir su candidatura por el BJP escribió, en la columna para el nombre del cónyuge, el de Jashodaben.

Pero el cuestionamiento que más lo persigue son las acusaciones por una matanza de musulmanes en su Estado, ocurrida en 2002. En febrero, al poco tiempo de asumir su primer mandato (ahora cursa el tercero), 59 peregrinos hindúes murieron en el incendio de un tren. La causas nunca se establecieron, pero radicales hindúes acusaron a activistas islámicos y perpetraron una matanza indiscriminada que costó la vida a un número de musulmanes que se estima entre 1.000 y 2.000. Hubo también violaciones y abusos de una crueldad difícil de imaginar.

Sus críticos estiman que como gobernador no hizo lo suficiente para detener los motines, que además dejaron 18.000 casas destruidas y 200.000 musulmanes desplazados. Entonces, Human Rights Watch acusó a la Policía de “apoyar activamente” a los asesinos. Sin embargo, Modi niega cualquier implicación en lo ocurrido y tres investigaciones de la Suprema Corte india confirmaron su inocencia. Pero sus rivales políticos no se olvidan de ese episodio y a él lo llaman “asesino”.

La política pro hindúes de Modi y de BJP es un factor relevante en un país que mantiene una zona de conflicto en su frontera con Pakistán, en Cachemira, donde la mayoría de la población es musulmana y separatista. A tal punto, que el propio Dalai Lama, líder budista exiliado en ese país, salió de su habitual reserva política y convocó el fin de semana pasado a la prensa para defender al Estado y la educación laicos, consagrados en la Constitución, sin nombrar a Modi.