“En su discurso de investidura [el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko] dejó claro que no entablará un auténtico diálogo con el pueblo del Donbass [cuenca minera e industrial del sureste de Ucrania]. Se nos niega la federalización y el estatus federal de la lengua rusa”, dijo ayer uno de los líderes pro rusos de esa zona, Miroslav Rudenko, informó la agencia de noticias Efe.

Así Rudenko se refirió al plan de paz que prometió Poroshenko el sábado al asumir y que implica descentralización en lugar de federalización; estatus regional y no estatal para el idioma ruso, que habla la mayoría de los habitantes de los territorios en los que hay combates desde hace dos meses; amnistía para los rebeldes que no hayan cometido delitos de sangre y un corredor para que los milicianos que provengan de Rusia puedan volver a su país. Además, el flamante presidente, electo el 25 de mayo, anunció que irá al este de su país con un mensaje “de paz”.

Sin embargo, y a pesar de los numerosos pasos diplomáticos que parecieron impulsarse en los últimos días, los combates seguían ayer en la región de Donetsk, centro de la resistencia pro rusa a Kiev. “El ataque contra Slaviansk es una demostración de las agresivas intenciones de Poroshenko en relación con los habitantes de las [autoproclamadas] repúblicas de Donetsk y Lugansk”, agregó Rudenko, en referencia a nuevas ofensivas lanzadas ese día por los militares ucranianos.

Los habitantes de varios pueblos cercanos a la ciudad de Slaviansk se refugiaron en los sótanos de edificios para protegerse de los bombardeos, de acuerdo con los milicianos pro rusos citados por Efe.

El presidente ucraniano “demuestra así que no quiere dialogar con nosotros en el idioma de la diplomacia, lo que, por supuesto, dificultará un arreglo pacífico” del conflicto, continuó Rudenko en sus declaraciones. “No quiero guerra. No quiero ninguna venganza. Quiero paz, quiero que la paz llegue”, dijo Poroshenko en su discurso de asunción en el Parlamento, ante decenas de representantes de otros países, entre ellos el embajador ruso en Kiev, Mijail Zurabov. La presencia del diplomático fue muy mencionada porque Zurabov regresó a Ucrania hace días, después de haber sido retirado por Moscú, luego del derrocamiento del ex presidente ucraniano, Viktor Yanukovich.

“Se lo ruego: dejen las armas, y les aseguro la inmunidad a quienes no quieran tener sangre en las manos”, agregó Poroshenko, que el viernes acudió sorpresivamente a Normandía (ver nota vinculada), donde se reunió durante unos 15 minutos con el presidente ruso, Vladimir Putin, en presencia de la canciller alemana, Angela Merkel, y del mandatario francés, François Hollande. De acuerdo con trascendidos de la reunión, Poroshenko y Putin coincidieron en la necesidad de buscar una solución para frenar el “derramamiento de sangre”, con el cese de las hostilidades de parte de los dos bandos.

El sábado, el presidente ucraniano habló en ruso a la población del este y dijo creer que está cansada del “reino de los terroristas”, en referencia a los pro rusos armados. “No la vamos a abandonar en ninguna circunstancia”, dijo. Si bien se mostró dispuesto a negociar con Rusia, consideró que el giro de Ucrania hacia Europa es “irreversible” y no negociable. Estimó que la paz implica una normalización de las relaciones entre su país y Rusia, y se refirió a Crimea, la península anexada en marzo por Moscú luego de una movilización popular y un referéndum.

“Crimea fue y seguirá siendo ucraniana [...] Se lo dije claramente al dirigente ruso en Normandía”, dijo Poroshenko.

Ayer estaba previsto un primer encuentro entre Ucrania y Rusia en busca de una salida a la crisis. Al respecto, el embajador ruso dijo que “es una cuestión de principios frenar la operación militar”, aunque reconoció que Ucrania debería hacerlo “en caso de que los rebeldes también suspendan las acciones militares”.

Para hoy está prevista una nueva reunión entre Rusia y Ucrania, en presencia de representantes de la Unión Europea, para resolver la ahora conocida como “crisis del gas” entre los dos países.