Ayer Reino Unido anunció que volverá a abrir su embajada en Teherán, la capital de Irán, porque están dadas “las circunstancias adecuadas”. El canciller británico, William Hague, envió una declaración al Congreso para notificarlo de esta decisión acerca de la sede diplomática que fue cerrada en 2011, tras el asalto de un grupo de estudiantes islámicos.

El gobierno británico había informado el lunes que Hague y su homólogo iraní, Mohammed Javad Zarid, conversaron por teléfono sobre la situación en Irak. Esta semana, Irán, Estados Unidos y la Unión Europea mantienen conversaciones en Viena para lograr un acuerdo sobre el programa nuclear iraní, y en paralelo se está tratando la situación en Irak, según informaron varios medios.

Un alto funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos admitió en declaraciones a la agencia de noticias Efe que hubo conversaciones directas entre su país e Irán sobre el tema en una pausa durante los encuentros de Viena. La Casa Blanca reconoció esos contactos. La portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki, aclaró a CNN: “No estamos hablando de ningún esfuerzo coordinado, sino sólo de una conversación para ver qué están pensando”.

Comprometidos

Tanto Estados Unidos como Irán se han comprometido por separado a colaborar con el gobierno iraquí para contrarrestar el avance de los varios grupos insurgentes, liderados por el Estado Islámico de Irak y el Levante, que avanzan a paso seguro hacia Bagdad. Sin embargo, ambos han aclarado que por el momento no se enviarán militares a territorio iraquí.

El viernes, The Wall Street Journal informó que había miembros de la Guardia Republicana iraní en Irak, pero el gobierno de Hasan Rohani lo negó. “Irán nunca ha enviado ninguna fuerza a Irak, y es muy improbable que eso ocurra”, aseguró el sábado, para agregar que si Irak pide su ayuda, lo estudiarán. Consultado sobre si colaboraría con Estados Unidos en este terreno, dijo: “Podemos pensarlo si vemos que Estados Unidos empieza a hacer frente a los terroristas en Irak”.

Estados Unidos se manifestó en el mismo sentido. Su secretario de Estado, John Kerry, indicó que están “abiertos a discusiones sobre si Irán puede hacer alguna contribución constructiva, si está dispuesto a hacer algo que respete la soberanía e integridad de Irak”. Kerry agregó: “No descartaría nada que pueda ser constructivo para proporcionar verdadera estabilidad en Irak”. Tras esas palabras, portavoces del Pentágono y del Departamento de Estado aclararon que no hay nada concreto en este sentido y que se descarta la posibilidad de una colaboración militar.

Las declaraciones de unos y otros muestran un acercamiento entre países antagónicos. Si bien se habían visto avances muy tímidos en las relaciones bilaterales, ahora éstos parecen acelerarse.

Aun así, ambos se oponen a que el otro participe unilateralmente en el conflicto. Irán lo dijo claramente por medio del portavoz de su cancillería, Marzie Afjam: “Irán se opone firmemente a la intervención militar de Estados Unidos en Irak”. Por su parte, el senador republicano Lindsey Graham advirtió que el gobierno de Barack Obama debe mantener un diálogo para asegurarse de que Irán “no usa esto como una oportunidad para hacerse con el control de partes de Irak”. El político agregó: “Ya están allí, tenemos que trazarles una línea roja”.

Este acercamiento entre Irán y Estados Unidos es seguido con mucho recelo por algunos países. El ministro de Asuntos Estratégicos de Israel, Yuval Steinitz, manifestó que el gobierno está preocupado por la eventual cooperación entre su aliado, Estados Unidos, y su enemigo, Irán. Por su parte, el ministro de Información de Arabia Saudita, Abdelaziz Jauya, rechazó la “injerencia” extranjera en Irak y su gobierno aseguró en un comunicado que lo que sucede en ese país es un levantamiento contra “políticas sectarias y excluyentes que se han practicado en los últimos años”.

El pronunciamiento de Arabia Saudita recibió una dura respuesta desde Bagdad. “Los hacemos responsables de respaldar a estos grupos financiera y moralmente, y del resultado de eso”, dijo el gobierno de Nuri al Maliki en un comunicado. No es la primera vez que Al Maliki, que lidera un gobierno chiita, acusa a la monarquía sunita de Arabia Saudita de colaborar con los levantamientos de la minoría sunita iraquí, pero el tono nunca había sido tan categórico.

Puertas adentro

Mientras los demás países debaten sobre cómo asistir a Irak, el gobierno de Al Maliki afirma que enfrentará la situación en solitario, aunque reclamó a Estados Unidos que cumpla con un compromiso previo de entregarle equipamiento militar.

La BBC informó que ayer la ofensiva del Estado Islámico de Irak y el Levante llegó a la ciudad de Bakuba, donde se adueñó de varios barrios. Bakuba y Bagdad están separadas sólo por 58 kilómetros, que se recorren sobre una de las principales autopistas del país, por lo que se considera que si logran adueñarse de esa ciudad, será sólo cuestión de tiempo para que lleguen a la capital.

En el territorio iraquí hace algunos días ha comenzado a actuar otro actor: los kurdos, especialmente las tropas, conocidas como peshmergas. Los kurdos son mayoría en el norte del país y viven en la región del Kurdistán iraquí, que cuenta con una autonomía mayor a la de otras regiones. Su primer ministro, Nechirvan Barzani, manifestó en una entrevista reciente una visión similar a la saudita y aseguró que el gobierno se ha dedicado a contentar a la mayoría chiita y se ha olvidado de las zonas sunitas.

Los kurdos son parte interesada en este conflicto: buscan recuperar el territorio que reivindican como propio, especialmente en momentos en que Turquía los está expulsando de la zona que consideran como el Kurdistán turco. En ese territorio se incluía su histórica capital, Kirkuk, una ciudad rica en petróleo que los kurdos reclaman al gobierno de Al Maliki y a la cual entraron para protegerla en estos días, después de que el Ejército de Irak abandonara esos territorios huyendo de los insurgentes. El gobierno de Al Maliki castigó ayer, con la destitución de varios altos oficiales del Ejército, la deserción de cientos de militares en los últimos días.

Jabar Yawar, portavoz del Ejército kurdo, fue consultado por el diario español El Mundo sobre si se retirarán de Kirkuk una vez que termine esta crisis, y su respuesta fue contundente: “La nueva realidad es que Kirkuk se encuentra dentro de los límites del Kurdistán [...] esos enclaves han sido abandonados y nuestra misión ha sido reemplazarlos en un momento muy crítico. Si no hubiéramos estado allí, el Ejército Islámico de Irak y el Levante la habría ocupado y habría amenazado a toda la región”.