La Convención Nacional del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil oficializó la candidatura de la presidenta Dilma Rousseff a la reelección, y ratificó así la decisión que había tomado a comienzos de mayo el 14º Encuentro Nacional de la formación.

En la convención se reunieron gobernadores, ministros y líderes de partidos aliados. También estuvo presente el ex presidente Lula da Silva, que destacó la buena relación que mantiene con su sucesora. “Cuando haya divergencias entre Dilma y yo, la divergencia terminará porque Dilma siempre tendrá la razón y yo estaré equivocado”, dijo Lula.

Estas declaraciones parecen destinadas a calmar los rumores de divergencias entre Lula y Rousseff por la dirección económica del país. El ex presidente se inclina hacia un aumento del crédito para beneficiar a empresas y consumidores y dar la sensación de una mejora económica, según informó O Estado de São Paulo, mientras que Rousseff ha optado por la restricción para evitar subas de la inflación.

La presidenta brasileña dio un discurso de casi una hora en el que prometió un “nuevo ciclo de desarrollo” y dio a conocer algunas de las líneas programáticas. Entre ellas está la creación de un Plan de Transformación Nacional que incluiría la ampliación de la red de banda ancha con el objetivo de que llegue a toda la población. También está entre los planes de la presidenta la creación de un programa para contrarrestar la burocracia, así como un mayor impulso a planes ya existentes, como el Mais Médicos y Luz para Todos.

“Nuestro proyecto de futuro y todos nuestros logros deben vencer a aquellos cuya propuesta es volver al pasado”, dijo Rousseff, antes de afirmar que Brasil “subió un escalón” y por eso el pueblo brasileño “quiere siempre más y mejor. No quiere ni puede 
retroceder”.

En el mismo encuentro partidario se ratificó la alianza electoral del PT con el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que designó como compañero de fórmula de Rousseff al vicepresidente Michel Temer, presidente del partido en uso de licencia por ocupar la 
vicepresidencia. El presidente del PT, Rui Falcão, reconoció que las de octubre serán las elecciones más difíciles para su partido desde las de 2002, en las que ganó Lula y con las que esa agrupación política de 
izquierda llegó al poder.

Esto se atribuye en parte al estancamiento de la economía y a las protestas contrarias al gobierno, que han tenido repercusión porque se oponen al Mundial pero también reclaman a las autoridades mejores servicios públicos. Además, la imagen del PT también fue afectada por el juicio del mensalão, seguido muy de cerca por los medios brasileños.

Estas dificultades se han reflejado en la caída de la intención de voto de Rousseff en las encuestas, que no es estrepitosa pero sí constante. En cambio, sus contendientes suben o bajan de a poco en su apoyo popular. El último sondeo, de la firma Ibope, se dio a conocer el jueves y reflejó una nueva caída de la intención de voto de Rousseff, de 40% a 39%, así como un crecimiento de Aécio Neves, de 20% a 21%. Llegado el día de las elecciones, este escenario obligaría a una segunda vuelta.