La opinión pública israelí está preocupada por los túneles desde Gaza hacia su territorio y por el lanzamiento de cohetes por parte de Hamas, según una encuesta publicada por la radio militar de Israel en la que 85% de los consultados dijo que está en contra de un alto el fuego. El temor a la posibilidad de que ingresen milicianos islamistas a su territorio, sumado a la tensión que generan los constantes disparos de cohetes, que alcanzan incluso las afueras de grandes ciudades, radicaliza la postura de la población.

A esto se suma que en diez días, desde que Israel lanzó los ataques por tierra sobre Gaza, el balance de muertos israelíes fue de 43 soldados y tres civiles. Los militares murieron en combates en la Franja y los civiles, a causa de cohetes lanzados por Hamas. El total es un número que Israel no había visto desde 2006, cuando estuvo en guerra contra el movimiento libanés Hezbollah.

Sin embargo, la mayoría de las víctimas en este conflicto son civiles palestinos, y en Gaza los bombardeos impactaron en viviendas, edificios destinados a la salud, la educación, el albergue de los refugiados y a distinto tipo de infraestructura.

En este marco, el gobierno israelí declaró una tregua el sábado. En un primer momento fue rechazada por Hamas, que continuó disparando proyectiles hacia Israel, y por eso el Ejército de este país retomó su ofensiva. Finalmente, el movimiento palestino declaró ayer una tregua de 24 horas, que no fue respetada por todos sus integrantes, ya que se registraron disparos de hasta 25 cohetes contra zonas del sur de Israel, lo que llevó al Ejército a suspender el cese del fuego.

En el fin del mes de ayuno musulmán, el Ramadán, es tradicional que las familias celebren junto a familiares con una cena, algo que sería imposible para los palestinos en las actuales circunstancias, en las que no pueden salir a las calles y enfrentan el desabastecimiento. Durante las horas en que se detuvieron los ataques contra la Franja de Gaza, sus habitantes salieron a comprar comida para preparar esa festividad, y dieron cierta impresión de normalidad en medio de la situación que enfrentan.

Esos momentos de tranquilidad también permitieron a algunos palestinos visitar sus hogares abandonados en medio de los combates, y las agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) elaboraron nuevos balances de daños.

La Franja es un territorio densamente poblado, con más de 4.700 habitantes por kilómetro cuadrado, en un espacio de sólo 325 kilómetros cuadrados, que desde el 8 de julio es bombardeado por cielo, mar y tierra. Los muertos que dejaron esos ataques eran ayer 1.147. Más de 800 personas murieron en los diez días de incursión terrestre israelí, y de acuerdo con la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés), 5.500 personas fueron heridas, de las cuales 30% son niños.

Según la agencia de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés), una cuarta parte de los muertos son niños, y más de 200 son mujeres y ancianos. La OCHA advirtió también que más de 200.000 palestinos tuvieron que desplazarse dentro de la Franja, y que 165.000 de ellos viven en escuelas-albergues de la UNRWA. Esta última organización denunció el jueves que sus centros de acogida fueron bombardeados cuatro veces por Israel.

También hay muchos otros palestinos que están hacinados, viven en casas de familiares o pagan por permanecer en viviendas en zonas que consideran más seguras, informó la agencia de noticias Efe. Los bombardeos destruyeron 3.333 viviendas y otras 3.380 quedaron inhabitables por los daños que sufrieron, de acuerdo con la OCHA. Además, hay barrios y localidades que fueron totalmente destruidos.

Según un mapa difundido por la UNRWA en su cuenta de Twitter, Israel declaró zona prohibida una franja de tres kilómetros desde la frontera, lo que implica que 44% del territorio de Gaza (donde vivían 250.000 personas) está evacuado y bajo su control.

Defensa y ataque

El vocero de la cancillería israelí, Lior Haiat, expresó su malestar por la postura del gobierno argentino respecto de la ofensiva israelí contra Gaza. El gobierno de la presidenta Cristina Fernández había “condenado” en un comunicado que Israel desoyera los llamados del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas y los de “muchas otras voces de la comunidad internacional”, y que “haya decidido escalar la crisis lanzando una ofensiva terrestre”.

“Esta decisión solamente generará más inestabilidad en la región, más víctimas y más sufrimiento”, decía el texto. “La población civil quedó atrapada en medio de las acciones armadas de Hamas y el uso desproporcionado y excesivo de la fuerza militar por parte de Israel”, agregaba.

Para la cancillería israelí, “la inversión del orden causa y efecto [por parte de la Casa Rosada] es una situación muy lamentable”. En declaraciones a la Agencia Judía de Noticias, Haiat defendió además el derecho de toda nación a “defenderse de ataques contra su población y soberanía”.

Ayer, el presidente estadounidense, Barack Obama, llamó por teléfono al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y, según un comunicado emitido por la Casa Blanca, le pidió un “alto el fuego humanitario inmediato y sin condiciones”. Además, Obama destacó la necesidad de que un eventual acuerdo tenga en cuenta las necesidades de seguridad de Israel, la protección de civiles, pero también la importancia de “aliviar la crisis humanitaria en Gaza” y dar a los palestinos oportunidades para el desarrollo económico y la posibilidad de “fortalecer a la Autoridad Nacional Palestina”.

“El presidente destacó la opinión de Estados Unidos de que a la larga cualquier solución duradera del conflicto palestino-israelí debe asegurar el desarme de grupos terroristas y la desmilitarización de Gaza”, dice el texto. 
Washington actúa como mediador junto con Egipto para que tanto Israel como Hamas acuerden un cese del fuego permanente. Pero el movimiento islamista palestino pide el fin del bloqueo económico a la Franja de Gaza por parte de Israel y la liberación de presos palestinos capturados en las últimas semanas como condición para una tregua.