Los medios brasileños destacaban ayer que Campos murió el mismo día -pero nueve años después- que su abuelo, Miguel Arraes, un líder político de Pernambuco, tres veces gobernador de ese estado, exiliado durante la dictadura. Arraes era considerado un defensor de los derechos de los pobres y durante su trayectoria fue integrante de distintos partidos de izquierda, excepto entre 1982 y 1990, cuando estuvo en el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Su hija, Ana Arraes, también se dedicó a la política y actualmente es ministra del Tribunal de Cuentas, pero su heredero político fue su nieto, Eduardo, o Dudu, nacido en 1965.

Campos dio sus primeros pasos en política de la mano de su abuelo cuando éste lo designó jefe de gabinete de Pernambuco durante su segundo gobierno (1987-1990). También en el tercer mandato de Arraes (1995-1999) Campos estuvo presente. Fue secretario de gobierno y ministro de Hacienda estadual. En 1990 ambos dirigentes abandonaron el PMDB y se integraron al PSB. En 1990 y 1995 Campos fue diputado de Pernambuco. Por entonces, en 1992, tuvo su única derrota electoral, cuando se presentó a las elecciones de alcalde de Recife.

De Pernambuco pasó al terreno nacional al obtener una banca en la Cámara de Diputados. Allí se mantuvo durante tres mandatos (1995-2006), y estuvo presente tres veces en la lista de los 100 diputados más influyentes del Congreso. En el Parlamento, Campos era uno de los referentes de Luiz Inácio Lula da Silva porque lideraba el PSB, que era uno de los partidos aliados del gobierno, y en 2004 fue convocado por el presidente a liderar el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Los medios brasileños definían ayer a Campos como un gran articulador político. Decían que ésta era una de sus grandes capacidades, y que al La avioneta en la que el candidato del Partido Socialista Brasileño (PSB) se trasladaba ayer de Río de Janeiro a la ciudad de Santos, en San Pablo, se estrelló, y el accidente causó la muerte de sus siete pasajeros. Eduardo Campos estaba tercero en las encuestas de intención de voto y ayer se especulaba con que su candidata a la vicepresidencia, Marina Silva, asumiera el liderazgo de la fórmula.

respecto advertían, ya en 1982, los rivales políticos de su abuelo. “Cuidado con el niño de Arraes”, decía el entonces gobernador de Pernambuco, Roberto Magalhaes, rival del abuelo.

En 2006 Campos optó por seguir los pasos de Arraes y se postuló al gobierno de Pernambuco. Para el balotaje contó con el respaldo de Lula, que también obtuvo en 2010, cuando buscó la reelección. Ganó con 83% de los votos, uno de los índices más altos de la historia brasileña. En sus dos mandatos cerró una gestión exitosa que generó crecimiento en los índices de producción y descenso en los de delincuencia. Tuvo además iniciativas que fueron destacadas por organismos internacionales, como una página web en la que se publicaban las cuentas públicas del gobierno. Dejó ese cargo en 2012, con más de 70% de popularidad, para optar por la carrera presidencial. Antes rompió la alianza de su partido con la coalición de gobierno y retiró a sus ministros.

Con algo de verde

Camino a las presidenciales, Campos encontró una aliada inesperada en la ambientalista Marina Silva, que fue la tercera en votos en las elecciones pasadas, en las que fue electa presidenta Dilma Rousseff. En esos comicios, en 2010, Silva fue candidata del Partido Verde, pero desde entonces intentó formar su propio partido, Rede Sustentabilidade. Sin embargo, la justicia electoral tomó una decisión que fue polémica y consideró inválidas unas 100.000 firmas de apoyo a esa organización política, necesarias para su inscripción como partido. Esto ocurrió en octubre, cuando Silva aparecía en las encuestas como la precandidata que más se acercaba a la intención de voto de Rousseff: 26% frente al 35% que tenía la presidenta.

Cuando Silva y Campos se aliaron hubo un intenso debate sobre quién debía ser el líder de la fórmula del PSB, lugar que finalmente ocupó el dirigente. Uno y otro exigieron una renovación en la forma de hacer política en Brasil, pese a que ambos eran parte del sistema político, y reclamaron un gobierno más cercano a la gente. Estaba previsto que Silva viajara en el mismo avión que Campos, pero a último momento decidió hacer el recorrido en un vuelo de línea junto a sus asesores.

Campos acababa de celebrar sus 49 años el domingo junto a su familia. Estaba casado con la economista Renata Campos, auditora del Tribunal de Cuentas de Pernambuco, y tenía cinco hijos, uno de ellos nacido a fines de enero. Se conocieron cuando ella tenía seis años y él ocho, y la historia de amor comenzó cuando tenían 13 y 15. Según los cercanos al dirigente, Renata era la consejera política que Campos más escuchaba.

La muerte del dirigente abre un interrogante sobre el futuro del PSB, que no tiene personalidades de primera línea que hayan logrado un reconocimiento popular similar en un país enorme, en el que la mayoría de la población no manifiesta interés en la política. Por dar un ejemplo: un año antes de ganar las elecciones, Rousseff, en ese entonces ministra de Presidencia de Lula, era conocida por 3% del electorado.

Según la última encuesta, publicada la semana pasada y realizada por el Instituto Ibope, Campos contaba con 9% de intención de voto, lejos del candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña, Aécio Neves, que sumaba 23%, y de la mandataria Dilma Rousseff, que aparecía con 38%. El PSB cuenta con diez días para definir a un nuevo candidato presidencial, que puede provenir de cualquiera de los grupos políticos que postulaban a Campos, para lo cual el PSB debería renunciar a su derecho de presentar un candidato.

La candidata a vice quedó impactada por la noticia, pero habló horas después. “La imagen que me quiero guardar de él es la de nuestra despedida de anoche, llena de alegría, sueños y compromisos”, dijo, evidentemente emocionada. No añadió nada sobre su propio futuro político.

Tristeza nacional

En Recife, ciudad en la que Campos creció, fueron suspendidas las clases en escuelas y facultades en señal de luto y se veían telas negras colgadas en las ventanas de las casas. Rousseff
declaró tres días de luto nacional y dio un discurso en el que lamentó la muerte “de un joven político prometedor”, un hecho que “entristece a todos los brasileños”. La presidenta calificó a Campos como “un gran político, un gran demócrata”. El Instituto Lula publicó un comunicado firmado por el ex presidente, en el que elogia a Campos. “Eduardo luchó para convertir a Brasil en un país más justo y digno. El cariño, el respeto y la admiración mutua siempre estuvieron presentes en nuestra relación”, dice el texto. Todos los candidatos presidenciales brasileños suspendieron sus actividades de campaña por la muerte de Campos.

La Fuerza Aérea y la Policía investigarán los motivos del accidente, en el que murieron otras seis personas, entre ellas sus asesores Pedro Valadares y Carlos Percol, además del camarógrafo Marcelo Lira y el fotógrafo Alexandre Severo. Las primeras informaciones oficiales indicaban ayer que la caída se debió al mal tiempo cuando la avioneta se disponía a aterrizar.