El proceso de paz era el protagonista de las portadas de los medios colombianos ayer, antes y durante la investidura de Juan Manuel Santos para un segundo período presidencial. La campaña en la que Santos buscaba la reelección giró en torno a las negociaciones con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y durante su segundo mandato deberá implementar los términos de un eventual acuerdo para el fin del conflicto.

Ayer se supo que el Tribunal Constitucional avaló el que será uno de los puntos de este acuerdo: la participación de los guerrilleros desmovilizados en la política colombiana, con la excepción de aquellos que hayan cometido delitos de lesa humanidad.

La paz también estuvo presente en la investidura. No sólo en el discurso de Santos, sino también en la vestimenta blanca de un grupo de niños que acompañó la entrada del presidente y su familia. También usaron vestidos blancos la primera dama y la hija de Santos -él y sus dos hijos llevaban camisas blancas y trajes oscuros-, mientras de fondo sonaba el Himno por la Paz cantado por un coro de niños. Se repartieron pins con la paloma de la paz y sombrillas blancas entre los invitados.

También se hicieron notar algunas ausencias, en particular la del uribismo. La bancada de Centro Democrático, el partido del ex presidente Álvaro Uribe, de 20 senadores y 19 diputados, no asistió a la ceremonia de posesión de Santos porque considera que la elección fue fraudulenta -denuncia que fue descartada, en su momento, por la Justicia electoral-, y para manifestar su rechazo a la presencia del presidente venezolano, Nicolás Maduro, a quien no reconocen como mandatario. Si bien estaba prevista la presencia de Maduro en la ceremonia de investidura, finalmente no asistió, y el ministro de Planificación, Ricardo Menéndez, representó a Venezuela.

Después de la investidura, Santos anunció que en dos semanas comenzará a trabajar en La Habana una subcomisión para el cese de las hostilidades y el abandono de las armas. “Voy a emplear todas mis energías en cumplir con ese mandato de paz”. Santos se preguntó quién entiende que en La Habana se hable de “la construcción de acueductos, mientras en Colombia las FARC destruyen esos mismos acueductos”, en referencia a varios ataques de la guerrilla de las últimas semanas que han generado polémica. El gobernante agregó: “La paciencia de los colombianos y de la comunidad internacional no es infinita. Señores de las FARC: están advertidos”.