En materia económica, Silva promete que si gana las elecciones va a garantizar por ley la independencia del Banco Central y va a reducir la presencia del Estado en actividades económicas, para favorecer la presencia privada. Tal como sostuvo en su momento Eduardo Campos, que fue candidato del PSB hasta su muerte el 13 de agosto, se mantendrán las políticas sociales del gobierno de Dilma Rousseff que han tenido éxito, como el programa Bolsa Familia, y se destinará 10% del Producto Interno Bruto a la educación para 2019. Esto implica un anticipo de tres años con respecto al Plan Nacional de Educación que aprobó recientemente el gobierno.

El texto del programa del PSB, presentado en San Pablo, incluye el fin de la reelección y el uso demecanismos como el referéndum y el plebiscito para “implementar una efectiva política nacional de participación social”. Refiere a “combatir la represión y la criminalización de movimientos sociales y populares”, y envía así un mensaje a los jóvenes que se manifestaron en 2013 y 2014 y que recibieron como un ataque una ley aprobada por el gobierno que limitaba la libertad de manifestación.

Durante su candidatura presidencial pasada, en 2010, Silva firmó una “cláusula de conciencia” para no defender las banderas de libertades civiles que iban en contra de sus convicciones religiosas. Sin embargo, en este programa redactado junto al PSB tras la muerte de Campos, sí figuraban las principales reivindicaciones del movimiento homosexual brasileño: reglamentación del matrimonio homosexual (que es reconocido en los registros civiles por un fallo judicial de 2013 pero no está incorporado en la legislación), una ley que permita cambiar nombre y sexo en los documentos de identidad, la posibilidad de adoptar niños y la criminalización de la homofobia (un objetivo que el gobierno no pudo alcanzar por la oposición de la bancada evangélica).

Estas propuestas permanecieron sólo 24 horas en el programa de gobierno. El comando de campaña de Silva informó que se retiraron porque el texto “no retrataba con fidelidad los resultados del proceso de discusión” entre la candidata y el PSB, y atribuyó el error a “una falla en el proceso de edición”.

En un acto de campaña, Silva dijo que no se trató de una “revisión”, sino que en el programa se incluyó por error un texto con las reivindicaciones que habían enviado movimientos por los derechos de los homosexuales, y no el que se había acordado, como si se hubiera filtrado misteriosamente. La modificación fue celebrada por varios pastores evangélicos que habían criticado las propuestas de la candidata evangelista.

Silva aprovechó su comparecencia para reiterar su objetivo de gobernar sin alianzas, y a este punto en particular se refirió Rousseff, sin mencionarla, en un acto de campaña: “En una democracia, quien no gobierna con partidos está coqueteando con el autoritarismo. En el mundo no hay un solo lugar en el que se gobierne sin partidos”. Además, dijo que le parece “gravísimo” que Silva incluya en su programa propuestas para disminuir la intervención del Estado en la economía.

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Una nueva encuesta de Datafolha confirmó el crecimiento de la candidatura de Silva, que aparece empatada en primera vuelta con Rousseff, ambas con 34% de intención de voto. De lejos las sigue Aécio Neves, candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), con 15%. En segunda vuelta, Silva aparece en la encuesta como ganadora con diez puntos de ventaja sobre la presidenta. Este sondeo muestra un crecimiento de 13% en la intención de voto de Silva en sólo dos semanas, y caídas de 2% para Rousseff y de 5% para Neves.

La encuesta se conoció el viernes, mientras fuentes del equipo de Rousseff decían a distintos medios de prensa que dirigirán la campaña más hacia el enfrentamiento directo con Silva. Hasta ahora se había decidido ignorar su crecimiento y seguir con el foco puesto en Neves. Desde el PSDB, el partido más afectado por estos sondeos, no hubo pronunciamientos.

El panorama electoral puede ensombrecerse aun más para Rousseff como consecuencia de la recesión técnica en la que acaba de entrar la economía de Brasil, tras haber obtenido malos resultados durante dos trimestres consecutivos, algo que sucede por primera vez desde el comienzo de la crisis de 2008. Rousseff y su equipo económico restaron importancia a este resultado, asegurando que se debe a una menor producción que es consecuencia del Mundial de fútbol, a la coyuntura internacional, a la sequía que atraviesan grandes zonas del país y a una fuerte baja en la venta de autos a Argentina.

A poco más de un mes para las elecciones del 5 de octubre, mientras los seguidores de Silva y del PSB aplauden su crecimiento, analistas y medios de comunicación le piden que defina sus ambigüedades y sea más clara respecto a cómo gobernaría si (tal como se prevé) no logra mayoría en el Congreso.