La bandera de Reino Unido, la Union Jack, puede sufrir cambios en caso de que, en el referéndum que se realiza hoy, los escoceses decidan independizarse de este reino, al que pertenecen desde hace 300 años.
La bandera se ha formado incorporando la simbología de otras que representaban a los territorios que se fueron integrando a lo que hoy es Reino Unido: Inglaterra, Gales (1536), Escocia (1606) e Irlanda (1801), pasando de la Cruz de San Jorge, en blanco y rojo, a la Union Jack, que consiste en dos cruces rojas superpuestas sobre el celeste del patrono escocés, San Andrés.
Técnicamente no sería necesario cambiar la bandera, pero algunas autoridades de Gales ya manifestaron que si hay algún cambio, a los galeses les gustaría estar más representados. Uno de los argumentos en contra del cambio es que la intención de los escoceses es mantener a la reina Isabel II como jefa de Estado de una Escocia independiente. Esto no descarta la posibilidad de que, más adelante, el Parlamento escocés adopte otra decisión y defina convertirse en una república.
La salida de Escocia implicaría para Reino Unido la pérdida de 5,3 millones de habitantes (8% de su población) y cerca de 30% de su territorio, zona que incluye yacimientos de petróleo. La pérdida de aguas territoriales implicaría que Londres no sólo se quede sin esas reservas sino también que tenga que empezar a buscar alternativas para sus cuatro submarinos nucleares, que tienen su base en el Mar del Norte.
El gobernante Partido Nacional Escocés ya anunció que exigirá a Reino Unido que retire esos submarinos, con el argumento de que esa organización política se opone a las armas nucleares. Entre otras cuestiones identitarias se puede incluir la moneda. El Libro Blanco presentado por los independentistas escoceses opta por continuar con la libra hasta que Escocia logre ingresar a la Unión Europea -si Reino Unido no lo impide-, momento en el que incorporaría el euro. Desde Londres los unionistas han advertido que si Escocia se independiza no se tendrá en cuenta su situación a la hora de diseñar políticas monetarias.
Los últimos sondeos de intención de voto se dieron a conocer ayer y prevén un resultado muy ajustado para la elección de hoy: entre 45% y 47% por el Sí a la independencia y entre 50% y 52% por el No, con diferencias entre una opción y otra que están comprendidas en el margen de error de las encuestas. A esta incertidumbre se suma que, según los sondeos, 5% de los escoceses no había definido su voto.
Está previsto que los resultados oficiales se den a conocer mañana. Si gana el Sí, se avanzaría en un cronograma ya planificado, por el cual la independencia recién se proclamaría en 2016, el 24 de marzo, fecha que coincide con el aniversario de la unión de las dos coronas, en 1603, y la fusión de los parlamentos, en 1707.