Fue criado por los dos últimos presidentes de Argentina, Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Ese dato y su bajísimo perfil dejan las puertas abiertas a todo tipo de suposiciones. Así es que una rápida búsqueda de su nombre en internet desemboca -si se obvian las noticias más recientes- en artículos, y sobre todo opiniones, que lo describen como alguien privilegiado y cómodo que se dedica a jugar videojuegos.
En 2012, el diputado Pablo Tonelli, de Propuesta Republicana (Pro), el partido de Mauricio Macri, lo mencionó de este modo: “Supuestamente una de las pocas personas con las que habla [Fernández] es el hijo, Máximo, que es un drogadicto, medio tonto, que no abre la boca más que para festejar un gol en la PlayStation”.
Más tarde, pidió disculpas por el “exabrupto” en la red social Twitter, pero con esa declaración, Tonelli dijo con nombre y apellido lo mismo que los columnistas de prensa atribuían al “dicen que” o a fuentes anónimas. En realidad, las versiones sobre la afición de Máximo a la PlayStation surgieron de una nota publicada por Revista Noticias, del grupo opositor Perfil.
Lo que se sabe de Máximo es que nació en febrero de 1977 en La Plata porque Fernández optó por pasar los últimos tiempos de su embarazo allí, junto a su madre, Ofelia Wilhelm. La presidenta, que había sido militante peronista, cursaba estudios de derecho y ya se había instalado junto a Kirchner en Río Gallegos. La pareja había optado por regresar a la provincia de Santa Cruz, de la que el ex presidente era originario, para evitar la represión que había terminado de instalarse con la dictadura, el año anterior.
Hasta 1981, sus padres ejercieron como abogados. Su madre, que tenía tres materias de la carrera pendientes cuando él nació, se recibió en 1979 y se sumó al estudio de su marido. En 1981 los Kirchner volvieron a la militancia que habían dejado para evitar problemas durante la dictadura, y en 1983 Néstor se postuló a la intendencia de Río Gallegos. En 1987 Máximo pasó a ser hijo del intendente y en 1989, cuando él tenía 12 años, también fue hijo de una diputada provincial.
En Río Gallegos, donde sus compañeros de clase lo apodaron El Gordo, terminó el liceo. Después estudió periodismo y derecho en Buenos Aires, pero no terminó ninguna de las dos carreras.
En 1991 su padre asumió como gobernador de Santa Cruz y su madre como la titular de la Secretaría Legal y Técnica de esa administración provincial. Un año antes había nacido su hermana menor, Florencia.
De acuerdo con la biografía de Fernández La presidenta. Historia de una vida, escrita por Sandra Russo, fueron la abuela paterna de Máximo, María Juana Ostoic, y su tía Alicia Kirchner las que ayudaron con su educación y la de Florencia mientras sus padres estaban dedicados a la política.
Kirchner y Fernández pasaron rápidamente a la esfera nacional. En 1995 ella asumió como senadora y en 2003, cuando Máximo tenía 26 años, su padre fue electo presidente. En 2007 fue Fernández la que asumió la presidencia argentina, y Kirchner pasó a ser diputado y secretario general de Unasur, hasta que falleció en octubre de 2010.
Mientras ellos ejercían los máximos cargos del Estado, su hijo mayor quedó al frente de los negocios immobiliarios de la familia y de un complejo turístico en El Calafate, a los que los medios opositores apuntan regularmente para hablar del enriquecimiento de los Kirchner desde que llegaron al poder.
Nombre milagroso
La llegada de Máximo a la política puede ubicarse en 2003, cuando se fundó en Río Gallegos La Cámpora, una organización juvenil kirchnerista. Máximo fue su primer líder y se lo presenta como su principal referente. Sin embargo, duró poco en la secretaría general de la agrupación, que asumió rápidamente el ahora diputado Andrés Larroque. Según publicó el diario La Nación, este último dijo en 2011 al canal argentino C5N, que la organización fue formalmente vinculada al oficialismo por voluntad de Kirchner, que quería apostar a la juventud, pero en un principio era independiente, a pesar de tener afinidades con el gobierno. Así fue que en 2006 surgió La Cámpora en el ámbito nacional.
Aunque el nombre de Máximo está asociado con La Cámpora, hasta hace 15 días no se lo había escuchado dar un discurso político.
Cambio de planes
Máximo estaba destinado -de acuerdo con la tradición familiar- a llamarse Néstor, como su padre y su abuelo. Pero Fernández se opuso porque no quería legarle a su hijo la carga de ser igual al padre, así que Máximo sólo heredó el segundo nombre familiar: Carlos. Sin embargo, cuando Máximo tuvo a su hijo, el año pasado, volvió a la tradición familiar y le puso Néstor Iván.
En una de las dos entrevistas que le concedió a Russo para su libro Fuerza propia. La Cámpora por dentro, publicado en mayo, Máximo le dijo acerca de su padre: “Sobre la salud de Néstor, yo percibía [lo que pasaba]. Pero el tipo lo tenía decidido, iba a seguir. Eso lo hablé hace poco con la hija de Hugo Chávez. Ella estaba enojada por el desgaste que producía la campaña en la salud de Hugo. Pero qué podés hacer. Lo podés sentar, le podés decir lo que vos pensás, lo que vos preferís. Pero es su vida, son sus decisiones”.
Sus declaraciones a Russo y su primer discurso en un acto de La Cámpora, el sábado 13, alimentan especulaciones acerca de una supuesta candidatura suya a la intendencia de Río Gallegos. Pero Máximo dijo que no se trataba de buscar un cargo y se dedicó a defender las gestiones de sus padres. Tanto en las entrevistas como en su discurso se refirió a sus padres por sus nombres, Cristina y Néstor, y en el acto dijo, como defendiéndose: “No hay apellidos milagrosos, hay proyectos políticos”.
Por otro lado, expuso sin vueltas el cariño que les tiene a sus padres. “Uno no es insensible ni a lo que tiene que pasar ella [Fernández] ni a la virulencia con la que la atacan. Uno quisiera, uno está tentado muchas veces a salir a decir o hacer cosas para defenderla, pero las responsabilidades son las responsabilidades, y además, la que manda en cualquier situación, incluso en ésta, es ella”, le dijo a Russo.
Durante la promoción de su libro sobre La Cámpora, Russo dijo que si Máximo le dio esas entrevistas fue porque los integrantes de su organización “han comprendido que la comunicación hacia la sociedad tiene que cambiar”, porque “si uno no tiene contrarrelato lo único que termina circulando es el relato del poder económico”. Agregó: “Hasta gente kirchnerista cree que Máximo se la pasa jugando a la Play”. Respecto a su bajo perfil, Máximo le había dicho que “salir en televisión nunca fue necesario” ni para él “ni para nadie” porque “hay quienes hablan mejor” y “llevan adelante esos roles”. Pero había acotado: “El día que se haga necesario salir de otra manera, se planteará y se evaluará”. Parece que ese día llegó.
Russo también dijo que la decisión de Máximo de dar esas entrevistas “no va a ser una anécdota, alguna consecuencia tendrá”, y esto se interpretó como el anuncio de una candidatura inminente.
Ya en el libro de Russo se vio que el hijo de la presidenta tiene pensamiento político, aunque algunos analistas opositores cuestionan su calidad. “Esto es lo preocupante de este país, hoy: que quieren que Cristina termine mal, y no tienen nada mejor para ofrecer. Nosotros [La Cámpora] creemos que si perdemos porque aparece algo que nos supera y nos mejora en términos de un proyecto que incluya y que beneficie a la enorme mayoría de los argentinos, bancamos, está bien. Pero no es eso lo que pasa”, le dijo a la periodista.
“Los pibes ya se despertaron. Esa porción de la Argentina después de 2015 [cuando Fernández termine su mandato] va a seguir exigiendo”, agregó. Así marcó la línea que ha seguido La Cámpora, que le brinda apoyo incondicional a la mandataria e insiste en que, aunque ya no pueda ejercer la presidencia en un tercer mandato porque la Constitución lo impide, seguirá siendo la máxima referencia del kirchnerismo.
El discurso del 13 de setiembre confirmó que Máximo puede hablar en público y también desmintió a algunos medios opositores que dudaron de que esas citas de Russo fueran realmente del primogénito de la presidenta. “Se terminaron un montón de mitos, de que habla pero no conduce, de que juega a la Play, etcétera, etcétera”, dijo la diputada de La Cámpora Mayra Mendoza.
El discurso de Máximo fue tan saludado por el oficialismo como criticado por la oposición. Además de ser un homenaje a sus padres, esas palabras tenían el claro objetivo de reiterar que incluso cuando ya no esté en el poder el kirchnerismo no va a desaparecer. A Russo le había dicho que no sabía si los militantes de La Cámpora pueden definirse sólo como peronistas, porque tiene la sensación de que están muy apegados a Fernández y al modelo que impulsa, y por lo tanto podrían decidir no apoyar cualquier candidatura.
El sábado 13, Máximo desafió a la oposición a que compita con su madre, reavivando dos temores: el del poder hereditario y el de la reelección. Patricia Bullrich, diputada nacional de Unión por Todos y aliada de Pro, dijo luego del discurso: “La idea es seguir con la dinastía. Quien no la deja competir a Cristina en 2015 es la Constitución. Muestra la gran debilidad del kirchnerismo, porque está basado en el apellido Kirchner sin posibilidad de ser reelecta”.
A una semana de su coming out político, Mariano Recalde, presidente de Aerolíneas Argentinas e integrante de la dirigencia de La Cámpora, dijo acerca de él en la radio Nacional Rock: “¿Quién no piensa que puede ser candidato a alguna instancia? [...] Sobre todo después de verlo el sábado”. No faltó más para reavivar las apuestas a que será candidato a algún cargo provincial o incluso nacional. En su discurso, Máximo insistió varias veces en que a él no le importan los ataques. “Aprendí a no enojarme”,aseguró. Puede que ese aprendizaje le sea útil.