El 12 de enero de 2010 un terremoto de 7 grados en la escala de Richter dejó 250.000 muertos en Haití y 1,5 millones de personas sin hogar. A cinco años de ese desastre, unas 80.000 personas siguen sin tener vivienda, alojadas en campamentos, en el país más desigual de América Latina y el Caribe. Ésas son las cifras que publicó la Oficina de Ayuda Humanitaria y Protección Civil (ECHO) de la Comisión Europea.
La Organización Internacional de las Migraciones informó que 79.397 haitianos continúan “desplazados”, alojados en “105 lugares y campamentos”, aunque disminuyó 94% el número de familias en esa situación, y la cantidad de campamentos se redujo 93%. La sede del gobierno, destruida por el terremoto al igual que la mayoría de los edificios de la capital, Puerto Príncipe, sigue sin ser reconstruida, y la mitad de la población vive hoy bajo la línea de pobreza.
Según la ECHO las tasas de desnutrición en los campamentos “superan los límites de lo que se considera una emergencia”, y la mayoría de los asentamientos no tiene sistema de gestión de residuos. “En junio de 2014, sólo 67% de los residentes en campos tenía acceso a letrinas y [había] una letrina por cada 82 personas”, advirtió la ECHO, citada por la agencia de noticias Efe.
Esto sigue ocurriendo a pesar de que Haití enfrentó una epidemia de cólera por la que miles de personas perdieron la vida. En setiembre, 45.030 personas vivían en 35 campos en riesgo de un desastre natural, porque se construyeron donde se pudo, en medio de la emergencia, según la organización europea. Con motivo del aniversario del terremoto, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) recordó que, por su posición geográfica, Haití es muy vulnerable a los desastres naturales como huracanes, inundaciones, derrumbes y sequías. “Incluso un evento de impacto moderado puede traer hambre a una persona simplemente porque vive en la pobreza. Hoy, tres millones de haitianos no saben dónde obtendrán su siguiente comida”, advirtió ese programa.
De acuerdo con el PMA, la pobreza crónica, la desigualdad, la degradación medioambiental y la incertidumbre política podrían revertir los avances que se lograron hasta ahora. En el mismo sentido, el Banco Mundial alertó ayer que “la gobernanza débil continúa siendo una traba a las mejoras en las prestaciones de servicios básicos, como la electricidad”. La enviada especial de esa organización, Mary Barton-Dock, reconoció sin embargo que, aunque falta mucho por hacer, se ven mejoras. “A pesar de los actuales sobresaltos [políticos], Haití logró reducir la extrema pobreza de 31% a 24% entre 2000 y 2012”, señaló, de acuerdo a la agencia de noticias AFP. Sin embargo, esa entidad agregó que “como la ayuda internacional empieza a disminuir después de haber sido excepcionalmente amplia ante la catástrofe, los indicadores sociales podrían revertirse si los esfuerzos no se mantienen y no hay crecimiento”.
Segunda naturaleza
Además de las dificultades para enfrentar las secuelas del terremoto, Haití arrastra una inestabilidad política que la elección del actual presidente, Michel Martelly, en marzo de 2011, tampoco logró superar. Esta situación no fomenta ni las inversiones extranjeras, que el actual gobierno considera esenciales, ni la confianza necesaria para que llegue la asistencia financiera que también busca el país. La crisis institucional y política se agudizó en los últimos meses y la oposición viene impulsando manifestaciones para reclamar la renuncia de Martelly y la convocatoria de elecciones.
Desde que asumió, en mayo de 2011, no hubo instancias electorales. El año pasado, Haití debía votar para renovar 20 escaños de senadores, 112 de diputados, 140 de autoridades municipales y 1.140 asambleístas y representantes comunales en todo el país, pero esas elecciones se pospusieron, como ocurrió cada año desde 2010. Como resultado, la totalidad de los mandatos de alcaldes expiró, así como los de 20 de los 30 senadores. Anoche, a las 23.59 hora de Haití (las 2.59 en Uruguay), vencían los mandatos de otros diez senadores y de todos los diputados.
Hace meses que Martelly está negociando en busca de una salida a la crisis política, mientras sus opositores lo acusan de haber llegado a propósito a esta situación para poder gobernar por decreto. En busca de una salida a la crisis, en diciembre renunció el hasta entonces primer ministro, Laurent Lamothe, en respuesta a las recomendaciones de una comisión de notables nombrada por Martelly. La comisión también pidió la dimisión de los miembros del Consejo Electoral Provisional y del presidente de la Suprema Corte de Justicia, que también abandonaron sus cargos. Recomendó además que se prolonguen los mandatos de diputados y senadores.
El domingo se firmó un acuerdo multipartidario entre el oficialismo y varios partidos de la oposición, pero estas fuerzas no representan a los seis senadores que ayer todavía se negaban a aprobar lo acordado en diciembre, en base al dictamen de la comisión, y a votar una ley electoral que permita convocar elecciones.
Al cierre de esta edición el Parlamento aún no había ratificado ni el programa de gobierno del primer ministro designado, Evans Paul, ni la prolongación de su propio mandato, medidas incluidas en el acuerdo político. Martelly había convocado una sesión extraordinaria del Congreso para el domingo de noche en la que pareció reducirse la resistencia de los representantes de la oposición, ya que se presentaron dos de los seis senadores que se oponían a validar los acuerdos. Sin embargo, el quórum no se alcanzó porque esa vez faltaron los oficialistas.
Un comunicado de la embajada de Estados Unidos en Puerto Príncipe, emitido el domingo y citado por el diario haitiano Le Nouvelliste, “insta con fuerza a las partes a alcanzar una solución que garantice la continuidad de las instituciones republicanas de Haití, conforme a la Constitución”. Agrega: “Sin embargo, si esa solución no se alcanza antes del 12 de enero, Estados Unidos continuará trabajando con el presidente Martelly y aquellas instituciones del gobierno haitiano legítimo en funciones para preservar los avances significativos logrados juntos desde el terremoto”.
Si no se logra una salida, el presidente Martelly pasará a gobernar por decreto, algo previsto por la Constitución. El mandatario, que declaró ayer una jornada de “reflexión y conmemoración”, durante la cual las banderas permanecieron a media asta, había llamado el domingo a la unidad de los haitianos porque “una sola persona no puede cambiar el país”, y pidió a opositores y oficialistas que abandonaran las manifestaciones y aportaran a la reconstrucción.