El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, tenía previsto realizar anoche ante el Congreso su Discurso a la Nación, para marcar las grandes orientaciones del gobierno para este año. Con el poder legislativo bajo dominio de la oposición republicana tras las elecciones de noviembre, Obama ya había adelantado que no dudaría en gobernar por decreto para aprobar las reformas que le parezcan importantes, ni en vetar las leyes que pueda impulsar el Congreso y que no le parezcan convenientes. Además, el actual mandatario ya no tiene ninguna instancia electoral por delante, ya que no puede postularse a un tercer mandato, algo que lo libera no sólo de los cálculos electoralistas, sino también de hacer concesiones con líderes demócratas más moderados para lograr su apoyo en el Congreso. A esto se suma que la instancia llegó en un momento de recuperación económica, que le da mayor margen, algo que pensaba destacar entre sus logros, de acuerdo con lo que se había adelantado de un discurso que se realizó en la madrugada uruguaya, después del cierre de esta edición.

También estaba previsto que volviera a abogar por una reforma migratoria (aunque ya anunció decretos en esa materia) y que abordara la reciente reactivación de relaciones con Cuba. Ayer regresó a Washington la primera delegación de senadores demócratas que visitó la isla desde que se alcanzó en diciembre el acuerdo entre los dos países distanciados desde 1961. En ese marco, estaba invitado a presenciar el discurso de anoche del presidente el ex contratista estadounidense Alan Gross, preso en Cuba durante cinco años y liberado en el marco de las negociaciones. Tampoco iban a faltar en el discurso de Obama menciones a las negociaciones con Irán y su oposición a nuevas sanciones en contra de Teherán mientras no haya terminado el diálogo, así como la lucha contra el terrorismo, la cibercriminalidad y el cambio climático, otra de sus prioridades.

El mandatario fue revelando las grandes líneas de su alocución en las últimas semanas durante una gira, que continuará ahora por los estados de Idaho y Kansas, donde piensa seguir explicando sus planes de reformas.

La línea central de su discurso, de acuerdo con un video emitido por la Casa Blanca, iba a ser su intención de hacer llegar a la clase media los beneficios de la recuperación económica, para fortalecer a su vez el crecimiento de la economía incrementando el consumo.

En ese marco, el Ejecutivo impulsará una ambiciosa reforma fiscal con la que pretende aliviar a las familias de clase media y aumentar los impuestos a las rentas más altas, afectando solamente a 1% de la población. La reforma permitirá que gracias a los nuevos aportes de los más ricos, pero también de las empresas, el Estado pueda acumular 320.000 millones de dólares más en diez años, reduciendo los impuestos a la clase media en 175.000 millones de dólares, de acuerdo con la agencia de noticias Efe. Con ese dinero Obama piensa impulsar nuevas medidas sociales para los más carenciados, como la gratuidad de los dos primeros años de educación terciaria, o una licencia maternal para los empleados federales, en un país en el que ese beneficio depende de lo que se negocie en cada empresa privada, aunque algunos estados, California, Nueva Jersey y Rhode Island, ya la implementaron de manera general a partir de 2002.