El primer ministro griego, el conservador Antonis Samaras, que busca la reelección y está en segundo lugar según las encuestas, advierte sobre la grave crisis que significaría una victoria de Syriza, y la elección de su líder, Alexis Tsipras, como primer ministro, debido a la mala señal que podría significar para los mercados. Ese discurso se basa en las posturas radicales que expresó el favorito de la elección del domingo en 2012, cuando sorprendió al alcanzar 26,9% de los votos. En aquel momento, Syriza -integrada por corrientes que van desde el trotskismo hasta la socialdemocracia- pedía salir del euro. Pero desde entonces moderó sus posturas, en parte por la posibilidad de alcanzar el gobierno y la llegada de una importante inyección de decepcionados por la administración del socialdemócrata Pasok. Este último partido, que dominó la política griega durante varias décadas, obtendrá 5% de votos según las encuestas. El partido conservador de Samaras, Nueva Democracia, tiene entre 4,5% y 8% de retraso respecto a Syriza, que tiene una intención de voto de entre 30% y 35%.

Tsipras reclama a Bruselas un margen de maniobra mayor para enfrentar los recortes que se acumulan desde 2010 con el rescate del país por parte de la llamada troika (la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, FMI). Propone renegociar la deuda (que alcanza 175% del Producto Interno Bruto, PIB), y que se anule parte de ésta. El carismático dirigente de 40 años acusa a la troika de ser responsable de 40% de desempleo que sufre el país y de que los sueldos se hayan reducido 40%, mientras que el PIB también se achicó 25% desde 2008.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, dijo que preferiría ver “caras conocidas” al frente de Grecia y advirtió que sea cual sea el partido que resulte electo, deberá respetar los compromisos adquiridos.

El martes, Samaras advirtió que la victoria de Syriza llevará a un nuevo rescate para el país, que además deberá abandonar el euro. Por su parte, el líder de Pasok, Evángelos Venizelos, dijo que “sería un desastre” si Syriza obtuviera los 151 escaños que le dan la mayoría absoluta, algo que de acuerdo a las encuestas no está descartado, ya que el sistema griego otorga 50 bancas al partido que encabece la votación. Las esperanzas de los detractores de Syriza estaban puestas en el periodista Stavros Theodorakis, líder de To Potami (el Río), que peleaba por el tercer lugar con el ultraderechista Amanecer Dorado.

Sin embargo, es probable que las declaraciones venidas de Bruselas, el FMI o los tradicionales partidos de gobierno incidan poco en una población griega cansada de los sacrificios que se le piden. La coalición de izquierda promete medidas para la clase media-baja y para reactivar la economía, que se financiarían luchando contra la evasión fiscal y la corrupción, según plantea Tsipras.

Ayer, este último coincidió con Samaras en saludar la decisión del BCE de comprar deudas soberanas de la UE, aunque la institución aclaró que de momento no prevé comprar deuda griega. El líder de Syriza dijo que la medida europea contradice a los que “sembraron el miedo y el pánico”, en referencia a Samaras.

Además, también ayer, un vocero del FMI dijo a la agencia AFP, que no “imagina” que Grecia vaya a salir del euro si gana Syriza.

En su cierre de campaña, Tsipras pidió la mayoría absoluta para asegurar “la autonomía de Grecia en Europa”, garantizar la “salvación social” y “recuperar la dignidad”. En un acto multitudinario en el centro de Atenas, lo acompañaron el secretario general del partido español Podemos, Pablo Iglesias; el también español líder de Izquierda Unida, Cayo Lara, y el secretario general del Partido Comunista francés y presidente de la Izquierda Europea, Pierre Laurent. También desde Francia le había llegado el apoyo de la líder del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, que se alegró de su probable victoria, aunque Tsipras se desvinculó de ella.