La investigación sobre las cuentas de Cunha en el extranjero comenzó en Suiza, donde la Fiscalía bloqueó varias ante la sospecha de que se estaban utilizando para lavado de dinero. Los fiscales suizos comenzaron a investigar si esas cuentas recibían dinero desviado de la red de corrupción de Petrobras y encontraron indicios de que así era. Las cuentas son del propio Cunha, de su hija Danielle y de su esposa, la periodista Cláudia Cruz.

La Fiscalía suiza envió a la Procuraduría General brasileña la información sobre esta investigación y, tras analizarla, el viernes la Procuraduría General pidió al Supremo Tribunal Federal (STF) la autorización para investigar a Cunha por estas cuentas, por sospechas de corrupción, lavado de dinero y evasión de divisas (delito que consiste en enviar dinero al exterior sin declararlo a la Reserva Federal). También se investigará a Cunha por un supuesto ocultamiento de patrimonio. Esta segunda línea de investigación está vinculada con indicios de que él podría ser el verdadero dueño de la empresa Jesus.com, que tiene a su nombre ocho autos de lujo. Las investigaciones revelan que Cunha utilizó empresas off-shore para abrir esas cuentas y designó testaferros, en un intento de ocultar que él y sus familiares eran los dueños.

Cunha es sospechoso de cometer delitos no sólo porque esas cuentas habrían recibido dinero procedente de actos de corrupción, sino también porque nunca declaró la tenencia de esas cuentas en el extranjero. Incluso negó tener cuentas secretas en Suiza en marzo, cuando compareció ante la Comisión Investigadora del Congreso que investiga la red de corrupción en Petrobras, conocida como CPI de Petrobras, por sus iniciales en portugués.

El viernes el presidente de la Cámara de Diputados emitió un comunicado en el que negó tener esas cuentas en el extranjero y señaló que mantiene las declaraciones presentadas ante la CPI de Petrobras. La Justicia no será la única que busque determinar si Cunha mintió ante esta comisión: también lo hará la Comisión de Ética, porque si lo hubiera hecho sería una violación al Código de Ética y podría derivar en su destitución como presidente de la cámara e incluso en su expulsión del Congreso.

Los diarios brasileños informaron que en la Procuraduría no existe ninguna duda de que las cuentas en Suiza son de Cunha y de que recibieron dinero desviado de Petrobras. Este convencimiento llevó a que se pidiera al STF el bloqueo de dos de esas cuentas, que se suman a otras ya bloqueadas por Suiza.

Las denuncias llevaron a que Cunha perdiera gran parte de sus apoyos dentro de su Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Luiz Fernando Pezão, gobernador de Río de Janeiro y uno de los “presidenciables” del PMDB, dijo ayer que está trabajando “en la gobernabilidad de la presidenta Dilma, no en salvar el mandato de Eduardo”, que “es totalmente responsable por sus acciones”.

Rousseff se vería fortalecida si Cunha se ve obligado a dejar su cargo en la presidencia de la cámara baja, ya que el dirigente, declarado opositor pese a pertenecer a un partido aliado, se mostraba favorable a aceptar un pedido de juicio político en contra de la gobernante. Sin embargo, no terminan ahí las preocupaciones para la presidenta: la Policía Federal abrió hace dos semanas la primera investigación preliminar para establecer si existen indicios de vínculos entre el financiamiento de la campaña de reelección de Rousseff y la red de corrupción en Petrobras.