El Nobel de Química se entregó este año a tres investigadores que se dedicaron a estudiar los mecanismos de reparación del ácido desoxirribonucleico (ADN): el sueco Tomas Lindahl, el turco Aziz Sancar y el estadounidense Paul Modrich. Esa línea de trabajo permite comprender las enfermedades hereditarias y avanzar en tratamientos contra el cáncer. Según el Comité del Nobel, los tres revelaron que cada copia del material genético humano es muy similar a la original, pese a las alteraciones esperables en procesos químicos.
Lindahl constató que el ADN sufre un deterioro lento pero fuerte, y que por lo tanto debían existir sistemas moleculares que repararan esos defectos. Encontró una enzima que cumplía esa función y describió diferentes vías para reparar el ADN. Esto permitió conocer más sobre la defensa de las células contra los daños que sufre el genoma humano.
Sancar, nacido en Turquía y formado en Estados Unidos, se enfocó en la reparación del ADN y la regulación del ritmo circadiano. Investigó cómo las células enfrentan los daños que produce la radiación ultravioleta.
Por su parte, Modrich se dedicó a estudiar los ácidos nucleicos, el sistema de reparación genético de una bacteria, E.coli, y en células humanas.