De acuerdo con el boletín “Perspectivas de la economía mundial”, publicado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) hace una semana, la actividad económica de América Latina y el Caribe “continúa enfriándose drásticamente” y cerrará 2015 con una “pequeña contracción” de la actividad, de 0,3%.

Las proyecciones del organismo sufrieron una revisión a la baja de más de un punto porcentual tanto para 2015 como para 2016 en comparación con la edición de abril de este año. El deterioro de las perspectivas de los precios de las materias primas y las condiciones internas “difíciles” en varios países de la región son señalados como los factores determinantes de este cambio.

En Brasil la confianza de las empresas y de los consumidores continúa disminuyendo -fundamentalmente porque empeoró la situación política-, y por eso se observa una caída en la inversión privada a la que se agrega la baja de la demanda debida a un “endurecimiento necesario” de la orientación de la política macroeconómica.

El FMI prevé que el producto brasileño se contraiga 3% en 2015 y 1% en 2016, y destaca que tendrá “sustanciales efectos de contagio negativos” en el crecimiento de otros países de la región, debido al tamaño y al grado de interconexión que tiene la economía brasileña.

A su vez, el FMI aguarda que Venezuela sufra una profunda recesión en 2015 y en 2016 (-10% y -6%, respectivamente) por la caída de los precios del petróleo, que tiene lugar desde mediados de junio de 2014 y que, según el organismo, ha exacerbado los desequilibrios macroeconómicos internos y las presiones sobre la balanza de pagos. El organismo pronostica además que ese país enfrentará un nivel de inflación que se ubicará “muy por encima de 100%” en 2015.

Otro de los países que el FMI entiende que tendrán una ligera baja de la actividad es Ecuador, por efecto del abaratamiento del petróleo y por la apreciación real del dólar, que es moneda de curso legal en el país desde el año 2000, y que determinará una menor competitividad internacional. Por su parte, el retroceso que experimentarán los precios de los metales afectaría negativamente la recuperación del crecimiento de Chile y Perú, mientras que la desaceleración proyectada de Colombia es el reflejo de la caída de los precios del petróleo.

De todas maneras, el FMI entiende que la economía mundial repuntará hasta un crecimiento de 3,6% en 2016, lo que refleja un desempeño más sólido esperado tanto en los mercados emergentes como en las economías avanzadas. El crecimiento de los países que están experimentando dificultades en 2015 (Brasil, Rusia y algunos países de América Latina y de Oriente Medio) seguirá siendo débil o negativo, pero aun así superará el nivel de este año, y la demanda interna de India, por su parte, conservaría el vigor.

China resiste

Las mayores preocupaciones del FMI se centran en China, la segunda economía mundial y la mayor demandante de materias primas, cuya desaceleración económica no se detiene: crecerá 6,8% en 2015 y 6,3% en 2016, lo que significaría su peor desempeño en 25 años. Según el FMI, la desaceleración china explica enteramente los bajos precios de la materia prima.

En el caso de la eurozona, cuya recuperación “aún es incierta”, el FMI espera un crecimiento de 1,5% en 2015 y de 1,6% en 2016, prácticamente sin cambios respecto del anterior pronóstico de julio. El informe advierte acerca de “nuevas preocupaciones” respecto de Grecia, de altos riesgos geopolíticos en Ucrania y, por primera vez, destaca el impacto de la crisis de los refugiados en Europa, que podría tener “inmensos” costos sociales y económicos.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) coincide con el pronóstico del FMI para la región aunque valora que la economía venezolana y la brasileña no tendrán una contracción tan dramática en 2015 (prevé una contracción de 6,7% en el primer caso y de 2,8% en el segundo).

La estimación de la CEPAL se basa en la debilidad de la demanda interna, el bajo crecimiento del mundo desarrollado, una importante desaceleración en las economías emergentes, en particular China, el fortalecimiento del dólar, una creciente volatilidad en los mercados financieros y una caída fuerte de los precios de los bienes primarios.

El organismo continental destaca que las economías de Sudamérica, “que basan su economía en la producción y exportación de bienes primarios” -en especial, petróleo y minerales- y con estrecho vínculo comercial con China, sufrirán las principales consecuencias de esta desaceleración. El organismo estimó que estas economías experimentarán una contracción de -1,3% en 2015, mientras que en 2016 sería de -0,1%.

Bolivia exhibe el mejor panorama económico para este año con un crecimiento de 4,4%, seguida por Paraguay (3,3%), Colombia (2,9%), Perú (2,7%), Uruguay (2,4%), Chile (2,1%), Argentina (1,6%) y Ecuador (0,4%). En tanto, México y los países de Centroamérica, más conectados con la economía de Estados Unidos, tendrán un crecimiento sostenido de 2,6% en 2015.

De cara a este panorama, la CEPAL indicó que la mejor receta es revertir la caída de la tasa de inversión y la menor contribución de la formación bruta de capital al crecimiento. “Dinamizar la inversión constituye una tarea fundamental para cambiar la actual fase de desaceleración y para alcanzar una senda de crecimiento sostenido y sustentable en el largo plazo”, concluyó el informe del organismo.

No te olvides del tipo de cambio

El informe del FMI incluye un capítulo sobre las perspectivas de los precios de las materias que indica que su caída restará casi un punto porcentual anual a la tasa de crecimiento de los países exportadores de materias primas en el período 2015-2017, en comparación con el período 2012-2014.

Se estima que la incidencia negativa sería aun mayor en los países exportadores de energía: aproximadamente 2,25 puntos porcentuales en promedio.

El apartado destaca que la desaceleración que viven las economías emergentes no es un “mero fenómeno cíclico”, sino que se trata de una situación que tiene también un componente estructural. Para el FMI, el descenso del crecimiento potencial debería enfrentarse con políticas que vayan más allá del incentivo de la demanda, y debería incluir reformas estructurales que incentiven la productividad. Por su parte, destaca que la flexibilidad del tipo de cambio “puede ayudar a atenuar el impacto del descenso de precios de las materias primas”.

Según el FMI, los datos de economías avanzadas, de mercados emergentes y en desarrollo correspondientes a más de tres décadas indican que los movimientos del tipo de cambio “inciden de forma sustancial en las exportaciones e importaciones”. En su estudio, el FMI señala que una depreciación real de 10% en la moneda de una economía eleva las exportaciones reales netas en 1,5% del PIB, en promedio.