El diario The New York Times publicó un extenso informe en el que respalda las versiones que indican que la muerte de Osama bin Laden no ocurrió como lo relató la Casa Blanca sino en otras condiciones, y que la versión pudo haber sido arreglada con fines propagandísticos.

En su informe, el diario toma la información verificada por tres periodistas: Seymour Hersh, ganador de un premio Pulitzer que publicó un artículo en mayo -cuando se cumplieron cuatro años del asesinato-, Carlotta Gall, corresponsal de The New York Times en Afganistán y Pakistán durante 12 años, y Steve Coll, ganador de dos Pulitzer, ex subdirector del Washington Post y autor de un libro que vincula a la CIA, Bin Laden y Afganistán.

La versión verificada por estos periodistas revela que Pakistán tenía a Bin Laden en la casa de Abbottabad, donde fue asesinado en una especie de prisión domiciliaria, esperando el momento más conveniente para revelarle a Estados Unidos su ubicación. La Casa Blanca aseguró que el operativo fue secreto y que las autoridades paquistaníes no estaban al tanto; sin embargo, esta nueva versión sostiene que Pakistán incluso colaboró con las autoridades estadounidenses. Además, indica que Estados Unidos se enteró de la ubicación del líder de Al Qaeda porque un agente de inteligencia paquistaní le pasó el dato a cambio de una parte de los 25 millones de dólares que Estados Unidos ofrecía como recompensa por Bin Laden. La Casa Blanca había informado que descubrió el paradero de Bin Laden en parte gracias a revelaciones de presos de Guantánamo, versión que algunos sectores utilizaban como un argumento favorable a la tortura. También se indica que el cuerpo no fue arrojado al mar, tal como dijo la Casa Blanca, sino sobre la cordillera Hindu Kush, que está entre Pakistán y Afganistán.