En una carrera electoral en la que los jugadores cambian de posición constantemente, un fenómeno parece -hasta ahora- inamovible: los votantes republicanos quieren en la Casa Blanca a un “antipolítico”. La batalla está reñida y todavía no hay una preferencia marcada entre Trump, el empresario multimillonario, y Carson, un destacado neurocirujano.
La última encuesta, realizada por el diario The New York Times y la cadena estadounidense CBS, señala que a Carson lo prefiere 26% de los electores republicanos, mientras que a Trump -que bajó varios puntos en comparación con el mes anterior- lo apoya 22%. Lejos, a la distancia, aparece el resto de los candidatos: el senador Marco Rubio se posiciona en tercer lugar con 8%, y con 7% cada uno se encuentran el ex gobernador de Florida Jeb Bush y Carly Fiorina, una dirigente que desempeñó cargos directivos en multinacionales como AT&T y Hewlett-Packard.
Carson, a pesar de mantener su perfil bajo incluso ahora, que está en plena carrera electoral, tiene una de las carreras más brillantes y premiadas de Estados Unidos por su actividad como neurocirujano.
A lo largo de su vida, pasó de niño rebelde a adolescente sobresaliente gracias al impulso de su madre y, una vez que entendió el potencial que tenía, no paró de aprender. Se graduó como licenciado en Psicología en la Universidad de Yale y estudió neurocirugía en la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan. Con 32 años, se convirtió en el primer afroamericano jefe de residentes de neurocirugía en el hospital Johns Hopkins, en la ciudad de Baltimore. Dos años después, ya era director del Departamento de Neurocirugía Pediátrica, y el más joven en ocupar ese cargo.
Así empezaba un trayecto que contó con innumerables descubrimientos y operaciones de alto riesgo -como el primer procedimiento intrauterino para aliviar la presión sobre el cerebro en una hidrocefalia fetal, o la primera hemisferectomía, que consiste en extraer la mitad del cerebro-. A finales de los años 80, el actual candidato republicano -lejos de soñar con la Casa Blanca- se convirtió en referente por sus exitosas separaciones de gemelos siameses, cirugía en la que se especializó. En 2008, recibió de la mano del entonces presidente George W Bush la Medalla Presidencial de la Libertad, por su “inigualable” contribución a la sociedad. Ése había sido su lugar más cercano a la presidencia de Estados Unidos, hasta ahora.
El neurocirujano, ahora retirado, ganó notoriedad pública cuando, en distintas oportunidades, lanzó comentarios que generaron controversia. En 2013, durante un acto en Washington frente a Barack Obama, Carson consideró que la reforma sanitaria del presidente fue “lo peor que le ha pasado al país desde la esclavitud”. En otras ocasiones, también equiparó a Estados Unidos con la “Alemania nazi” y cuestionó la teoría de la evolución.
Sin embargo, durante la campaña electoral, y a diferencia de su principal rival republicano, el médico de 64 años evitó -con más o menos éxito- hacer declaraciones polémicas. El domingo, en diálogo con la cadena estadounidense NBC, Carson comparó el aborto con la esclavitud y dijo que está a favor de prohibirlo en todos los casos, porque conoce “muchas historias de gente que ha tenido vidas muy productivas y que nacieron de un incesto o una violación”. Agregó: “No estaré a favor de matar a un bebé porque el bebé llegó de una u otra manera”, y continuó: “Durante la esclavitud, muchos dueños de esclavos pensaron que tenían el derecho de hacer lo que quisieran con esos esclavos. ¿Qué habría pasado si los abolicionistas hubieran dicho: ‘yo no creo en la esclavitud, creo que es equivocado, pero ustedes hagan lo que quieran’? ¿Dónde estaríamos?”.
Cuando Carson anunció su candidatura presidencial dejó una cosa muy clara: “No soy un político”. Aclaró: “No tengo mucha experiencia destrozando presupuestos, pero tengo mucha experiencia solucionando problemas”. Tal vez justamente por eso -por plantarse como un candidato ajeno a la política y, sobre todo, a los políticos- es que hoy el electorado republicano lo elige.