El ministro del Interior alemán, Thomas de Maizière, dijo que el ataque del que fue víctima Henriette Reker fue un reflejo de la “crispación creciente” que vive Alemania. En la semana anterior a ser electa como la nueva alcaldesa de Colonia, Reker fue atacada con un cuchillo por un hombre que después reconoció que había actuado por xenofobia. Reker es la responsable de refugiados en Colonia y dirigía una política favorable a recibir a quienes llegan a Alemania.

La dirigente ha sido la única política atacada en el marco de la crisis que vive Alemania por la política de refugiados, pero decenas de inmigrantes han sido golpeados, amenazados o agredidos de una u otra forma por grupos xenófobos que rechazan su presencia en el país, según denunciaron medios de comunicación, organizaciones civiles y hasta el propio gobierno. En el primer semestre del año fueron atacados 199 centros de asilo, más del doble de los ataques ocurridos en los primeros seis meses de 2014, informó el Ministerio del Interior.

Esta violencia ha acompañado un crecimiento exponencial de los pedidos de asilo: fueron 180.000 en el primer semestre del año y 164.000 en setiembre, según cifras oficiales; el gobierno espera recibir este año un total de 800.000 solicitudes de asilo, cuadriplicando la cifra de 2014. Otras estimaciones no oficiales indican que han llegado a Alemania 800.000 personas en lo que va del año. De las 180.000 que llegaron en el primer semestre, sólo 12.000 arribaron a Berlín, donde hay poca infraestructura para asilados, por lo cual la mayoría fue distribuida por el gobierno en otras regiones. Esto ha despertado críticas de las autoridades locales, incluso de aquellas que pertenecen al partido de la canciller Angela Merkel, la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU).

Quien se ha convertido en su principal opositor es Horst Seehofer, líder del partido “hermano” de la CDU en Baviera (la Unión Socialcristiana de Baviera), región que ha recibido 71.000 inmigrantes en el primer semestre del año y que, según Seehofer, recibió a otros 300.000 entre inicios de setiembre y mediados de octubre. El dirigente dijo, días atrás, que muchos de los que llegan a Alemania no tienen “ninguna posibilidad de obtener asilo”,y deben ser enviados a “campos” para ser repatriados. La palabra “campos” todavía tiene en Alemania una fuerte connotación nazi.

“Si la clase política no pone límites, la gente le pondrá límites a la clase política, y lo hará retirándole la confianza”, advirtió Seehofer, quien ha exigido a Merkel que ponga un tope al número de asilados que aceptará, algo que la canciller se ha negado a hacer por “impracticable”. La crisis también ha minado la popularidad de Merkel, según dos encuestas. Una, publicada por la revista Der Spiegel, concluye que la canciller ya no es la política más popular del país, sino la cuarta, y otra, de la televisión pública ZDF, informó que en el actual período de gobierno Merkel obtuvo su peor nota: los alemanes la calificaron con una puntuación de 1,9 en una escala de -5 a 5.

Entre los críticos de Merkel también está el ministro del Interior, Maizière, quien dijo que la canciller “abrió imprudentemente” las fronteras alemanas. Además, una treintena de mandos intermedios de la CDU firmaron una carta pública criticando la política de la canciller.

El fin de semana Merkel visitó Turquía y le prometió al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que si aumenta el control sobre la ola de refugiados que avanza hacia Europa acelerará su ingreso en la Unión Europea, una posibilidad a la que se había opuesto. Además, planteó a Erdogan la posibilidad de establecer vías legales de migración, para que ésta sea “regulada y coordinada” y no favorezca a los “traficantes”.