Ya son varios los países que están bombardeando territorio sirio de forma más o menos sistemática con el argumento de frenar a EI, y sin el aval de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Primero fue la “coalición internacional” liderada por Estados Unidos e integrada, entre otros, por Arabia Saudita y Reino Unido. En agosto del año pasado anunciaron que comenzarían los bombardeos sobre Irak, y en setiembre de 2014 se extendieron a Siria, pese a la renuencia de Al Assad.

Semanas atrás, a comienzos de setiembre empezaron los rumores de que Rusia habría enviado tropas a Siria para prestar apoyo al Ejército de ese país, leal a Al Assad, y Moscú reconoció que apoyó al gobierno con armamento.

Ante la Asamblea General Putin llamó a formar una coalición internacional para enfrentar a la amenaza terrorista que representa EI. Hubo conversaciones en ese sentido y un consenso entre Putin y Obama acerca de que la salida a la crisis siria debe ser política. Pero la piedra en el zapato fue el futuro de Al Assad: Rusia mantiene que es un presidente legítimo y que debe respetarse su permanencia en el poder, mientras que Estados Unidos (y algunos de sus aliados, entre ellos Francia) sostiene que es parte del problema y que debe dejar el poder.

Todavía en el marco de la Asamblea General de la ONU, se realizó el martes una “cumbre antiterrorista” liderada por Estados Unidos, a la que asistieron unos 100 países. Brilló por su ausencia Rusia, cuyo presidente se había reunido horas antes con Obama. El embajador de Rusia ante la ONU, Vitali Churkin, dijo que fue “una falta de respeto” hacia el secretario general de la organización, Ban Ki-moon, que Estados Unidos organizara una reunión de estas características durante la Asamblea General. Incluso acusó a Estados Unidos de “arrogarse las funciones de la ONU” en un intento por “demostrar su liderazgo, al menos sobre el papel”.

Yo también

Francia bombardeó por primera vez el fin de semana una zona de Siria ocupada por EI, tras 20 días de vuelos de reconocimiento. “Podrá haber otros bombardeos en las próximas semanas si es necesario”, dijo el presidente François Hollande horas después.

Pero ayer Francia anunció que avanzaría también por el camino judicial en lo referente a Siria. La Fiscalía francesa anunció que abrió una investigación preliminar sobre el presidente sirio en base a un informe facilitado por la cancillería de ese país. El “Informe César” contiene más de 55.000 imágenes que implicarían al gobierno de Bashar al Assad en “crímenes de guerra”, según el canciller Laurent Fabius. Los documentos fueron sacados de Siria por un policía que desertó del Ejército sirio y utiliza el alias “César” por motivos de seguridad.

Durante toda la jornada del martes distintos representantes de países occidentales, sobre todo europeos, señalaron a Rusia que estaban participando en la lucha contra el terrorismo, mientras que ese país no lo hacía. “La comunidad internacional está golpeando a EI, Francia los está golpeando, y Rusia, por ahora, no. Si uno está contra los terroristas, no es anormal atacarlos”, dijo el canciller francés, Laurent Fabius. En un tono más conciliador, su par español, José Manuel García Margallo, dijo que Rusia “es un actor importante en la zona” y que “debe participar en la solución” en Siria.

Insistieron

Ayer Rusia lanzó sus primeros ataques contra Siria, después de que su Parlamento le diera el aval a Putin para hacerlo, y también después de informar a Estados Unidos. De acuerdo con Putin, estos ataques eran la respuesta a un pedido de colaboración del gobierno sirio para enfrentar a EI -lo que fue confirmado por un comunicado de la presidencia siria-. Además, el presidente ruso dijo que la operación aérea tendrá límites precisos y no podrá “prolongarse indefinidamente”.

Sólo unas horas después comenzaron los cruces de declaraciones sobre dónde habían caído esos ataques y quiénes eran las víctimas. La oposición al gobierno de Al Assad, representada por organizaciones civiles como el Observatorio Sirio de Derechos Humanos y grupos armados como el Ejército Libre Sirio -ambos respaldados por Occidente-, aseguraron que los bombardeos rusos habían caído sobre territorios civiles en los que EI no está presente y que habían matado a 36 personas que no estaban vinculadas con el terrorismo.

El observatorio denunció: “Los ataques no tuvieron como blanco zonas bajo el control de EI, sino áreas en poder de facciones armadas que trabajan por una Siria democrática”. Por su parte, el Ejército Libre Sirio dijo que algunas de sus bases habían sido bombardeadas, lo que le había causado bajas, aunque no aclaró si esas bajas entre sus integrantes también habían sido contabilizadas entre los 36 civiles.

También se pronunció sobre este tema Estados Unidos: “Quiero ser cuidadoso, pero parece que [el ataque] sucedió en áreas donde no había fuerzas del EI”, dijo el secretario de Defensa, Ashton Carter. En términos más amigables, el secretario de Estado, John Kerry, dijo que si el de Rusia es “un compromiso genuino” para derrotar a EI, les daba la bienvenida.

Desde el gobierno ruso se respondió a las acusaciones. “Los aviones de la Fuerza Aérea rusa asestaron precisos ataques contra ocho objetivos de EI en Siria”, dijo el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Igor Konashenkov. “Todos los ataques fueron efectuados después de realizar previamente vuelos de reconocimiento y sobre la base de los datos recibidos del Ejército sirio”, agregó. El Ministerio de Defensa divulgó en su página web fotografías aéreas de las zonas que habían sido atacadas, aunque según las agencias internacionales de noticias, estas imágenes no permitían precisar si estas zonas eran dominadas por EI.

Por su parte, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, también negó que los bombardeos rusos hubieran causado muertes de civiles, y subrayó: “La utilización de fuerzas armadas en el territorio de un tercer país sólo es posible en base a una resolución de la ONU o a petición del gobierno legítimo de dicho país. En este caso, Rusia fue el único país que actuó sobre una base legítima: a petición del presidente de Siria”.