Agustín Basave asumió el sábado como presidente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), a tan sólo dos meses de haberse afiliado a esta organización política mexicana, y un día después de que Carlos Navarrete renunciara a ese cargo. Navarrete dejó el liderazgo del PRD en medio de una crisis que comenzó hace más de un año, con la desaparición de los 43 estudiantes de magisterio en Iguala.

El PRD es el partido de izquierda con más fuerza en México, pero es también el que gobierna el municipio de Iguala y el estado de Guerrero, y por eso mismo -desde hace poco más de un año- vive una realidad compleja. Navarrete, que asumió como presidente del partido en octubre de 2014, renunció a su cargo 11 meses después, abandonando un mandato que duraba tres años y que se vio salpicado desde el principio por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en Iguala. El viernes 6, Navarrete entregó su carta de dimisión al presidente del Consejo Nacional del PRD, Ángel Ávila, y admitió que su gestión fue “intensa y turbulenta” y que renunciaba para contribuir “a la vida democrática del partido”.

Basave, por su parte, se afilió a las líneas perredistas el 26 de agosto, con la intención de “enriquecer, ayudar y atraer a muchos de los que se han alejado del partido: jóvenes, intelectuales, sociedad civil”, para “reconstruirlo”, según informó ese día el periódico mexicano La Jornada. En setiembre, durante el Congreso Anual del PRD, se aprobó una reforma que permite a los nuevos socios presentarse como candidatos a presidente del partido, y esto abrió camino para que Basave pudiera postularse. Esta modificación del estatuto fue criticada por varios miembros del PRD que veían con desconfianza cómo se le allanaba el camino para el ingreso a Basave, que con más éxitos académicos que políticos, llegó a la coalición de izquierda tras haber intentado, sin éxito, darle un “giro socialdemócrata” al gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI).

En ese congreso, muchos señalaron que una presidencia de Basave podía equivaler al derrumbe del partido. Incluso uno de los afiliados, Saúl Vázquez, cuestionó el posible liderazgo de un ‘‘externo, cuyo único mérito es haber sido amigo de [Luis Donaldo] Colosio’’, que se presentó como candidato a la presidencia del PRI en 1994, cuestionando la situación social y económica del México gobernado por Carlos Salinas, y fue asesinado en plena campaña en circunstancias que nunca fueron aclaradas. Sin embargo, el sábado ninguna de las críticas pareció importar, y Basave ganó la presidencia del PRD con una aplastante mayoría: de los 304 integrantes del congreso, 295 lo votaron.

En su primer discurso como líder, el académico y periodista anunció una “limpieza” para acabar con la “corrupción interna” en el partido -para lo cual prometió crear una comisión que determine “sanciones reales”- y marcó su fuerte oposición al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. “No solapemos a ningún delincuente que se escude detrás de nuestro emblema, por poderoso o útil que sea; más vale perder una clientela que recibir el repudio ciudadano”, dijo, tal vez haciendo alusión al reciente arresto de dos alcaldes de Guerrero, José Luis Abarca, sospechoso de la desaparición de 43 estudiantes, y Ulises Ramírez, quien según se probó tenía vínculos con el jefe de la banda criminal Guerreros Unidos, Zenén Casarrubias.

Basave, además, advirtió que se terminó “el tiempo de los pactos”, en referencia al “Pacto por México”, que Peña Nieto firmó tras asumir su mandato en 2012, con el PRI, el Partido Acción Nacional (PAN, también de derecha) y el PRD, y que permitió la aprobación de un conjunto de reformas en materia de energía, educación y telecomunicaciones, entre otras cuestiones. En su primer discurso, el nuevo perredista dejó claro que cambiaría el “rumbo del PRD” y aseguró que será un “opositor crítico”, lo que podría significar un futuro acercamiento a los grupos más radicales, que se oponen a hacer acuerdos con el oficialismo.

El dirigente asumió la presidencia del partido y, con ella, los desafíos a los que se enfrenta una organización política que tiene que ser reconstruida: los problemas y enfrentamientos internos, la pérdida de credibilidad tras los escándalos de algunos de sus miembros y la reciente legalización, el año pasado, del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), del ex candidato presidencial y líder del PRD Andrés López Obrador, que por primera vez compite como otra alternativa de izquierda. En relación con Morena, Basave anunció que buscará “una posible alianza electoral”. En su conducción del partido, Basave estará acompañado por Beatriz Mojica, la nueva secretaria general del PRD, hasta que culmine su mandato, en 2017.