El gobierno colombiano y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) anunciaron el 18 de octubre un acuerdo para la búsqueda de desaparecidos en el conflicto que comenzó hace más de 50 años. Ese día, Ángel Medina se enteró de la noticia en Montevideo, donde se encontraba junto a otros antropólogos colombianos que viajaron para participar en el XI Congreso de la Asociación Latinoamericana de Antropología Forense (ALAF).

Medina ha trabajado en el Instituto de Medicina Legal de su país, en el Instituto Médico Legal de Chile y hoy integra el equipo de la Cruz Roja en Colombia, dedicado a casos de desapariciones. Por eso insiste en aclarar que en esta entrevista habla y opina a título personal y no como representante de esa institución. El antropólogo forense relató a la diaria cómo funciona hoy la identificación de desaparecidos en Colombia, cómo afecta a esta tarea que el conflicto siga en curso, y qué se puede esperar una vez que se firme la paz en La Habana.

-¿Cómo se desarrollan hoy las tareas de búsqueda de desaparecidos a causa del conflicto colombiano?

-Aparte de los mecanismos con los que cuenta el Estado colombiano, el trabajo de la Cruz Roja incluye diálogo con las autoridades, con los familiares y seguimiento de casos, porque algunos casos de desaparecidos son reportados por los familiares a nuestros delegados en las diferentes partes del territorio en las que estamos. Nosotros seguimos esos casos para ver cómo se han desarrollado, orientamos a las familias para iniciar esos procesos de búsqueda, y también sobre las rutas de reparación que el Estado colombiano tiene contempladas para los familiares. Por otro lado, trabajamos con las autoridades para saber cómo desarrollan el proceso de búsqueda, de recuperación, de análisis de los restos y las entregas a los familiares, tratando de incidir en que deben hacerse de un modo humanitario, porque si al sufrimiento de los familiares se suma que cuando ellos buscan apoyo en el Estado, que debe dar respuestas, no lo encuentran en la forma adecuada y oportuna, su situación es más dolorosa, más delicada. Se trata de buscar la manera de mejorar esos procesos para que los familiares reciban las respuestas adecuadas, que el Estado cumpla con el papel que le corresponde, porque se puede decir que el Estado en Colombia sí ha respondido. Tiene una estructura de leyes, de procedimientos, de mecanismos jurídicos para atender estas situaciones, aunque muchas veces no se conoce, no se difunde, y está centralizada en las ciudades grandes. Eso es algo que en Colombia ha afectado bastante a la respuesta que se debe dar al tema de los desaparecidos, que muchas veces provienen de zonas rurales, alejadas de las grandes ciudades, aunque la violencia urbana también genera una cifra considerable de desaparecidos.

-¿Hay un organismo específico para trabajar en los casos de desaparecidos?

-Sí, en Colombia los atiende sobre todo la Comisión Nacional de Búsqueda, que se creó para esto en el año 2000. Esa comisión debería ser la responsable de todos los casos de desapariciones, y hay instituciones que la integran, como Medicina Legal, como la Fiscalía, que tienen en este momento la función de recuperar los cuerpos que se encuentran en diferentes contextos y también la de analizarlos en los laboratorios y en las morgues. La Policía también tiene un grupo que realiza exhumaciones y análisis de restos humanos. Además, hay una gran plataforma para subir los datos de las personas reportadas como desaparecidas que se llama Sirdec [Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres]. Cuando los familiares reportan un caso de desaparición, allí tiene que aparecer toda esa información sobre la persona, lo que se denomina información ante mortem. El Sirdec también debe ser alimentado con la información sobre los cuerpos que entran al Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, de tal manera que la plataforma permita hacer los cruces entre una información y otra, y se pueda generar una coincidencia. El Sirdec es importante porque está en muchas partes del país, entonces un caso puede ingresar a Medicina Legal en el sur del país, y de pronto puede haberse reportado una desaparición en el norte, a muchos kilómetros, y puede generarse una identificación.

-¿Se puede establecer un número de desaparecidos en Colombia? Porque tengo entendido que las cifras varían mucho.

-Lo que hay en el reporte del Sirdec va más allá de 100.000 desaparecidos reportados, de los cuales hay unos 70.000 que continúan sin que se sepa nada de ellos. Son los casos reportados desde que está el Sirdec, pero hay muchos que no se han reportado y muchos otros que tienen un doble reporte, porque los reporta un familiar en una ciudad y otro en otra. También existen casos en los que la persona reportó a su familiar desaparecido y ese familiar pudo aparecer vivo pero nunca fue a hacer saber que deberían excluirlo del registro. No es una cifra definitiva, exacta. Es la cifra estatal.

-¿Cuántas identificaciones se lograron hasta ahora?

-La Fiscalía General de la Nación ha publicado algunas cifras, que tengo por acá. En el marco de la Ley de Justicia y Paz y con corte al 31 de julio de 2015, fueron encontrados 4.672 fosas y 6.017 cuerpos, y fueron entregados a familiares 2.974 cuerpos.

-¿De qué año es la Ley de Paz y Justicia?

-Se creó en 2005, cuando se acordó la desmovilización de grupos paramilitares. A muchos de los paramilitares que se desmovilizaron en ese momento se les rebajaban penas, se les ponían penas de cinco a ocho años, independientemente de los crímenes que hubieran cometido, si daban información de dónde podían estar las víctimas o que condujera a su identificación. Pero estamos hablando sólo de un grupo, que son los paramilitares, porque en Colombia una cosa bien particular es que hay diferentes grupos: está la guerrilla más antigua, que son las FARC, pero también existe el Ejército de Liberación Nacional, el ELN, que es una guerrilla que también tiene sus años, que controla ciertas partes del país; hay grupos paramilitares, que han surgido a partir de que el Estado quería retomar sitios bajo control de las guerrillas, y esos grupos paramilitares en un momento expulsaron a las guerrillas de ciertos territorios; y también existen desaparecidos a raíz del narcotráfico. Hay otros grupos guerrilleros como el EPL [Ejército Popular de Liberación], que tiene unos reductos actuales. Es un conflicto bastante particular. Después de que aparentemente se desmovilizan los grupos paramilitares surgen algunos grupos pequeños que no se quisieron desmovilizar y que se volvieron a organizar, que conocemos como bandas criminales organizadas, llamadas también “bacrim”, entre las cuales hay algunos grupos como los Rastrojos o los Urabeños. Ahora se están dando diálogos de paz pero con un solo grupo, con las FARC, no con los otros. Los paramilitares aparentemente ya firmaron años atrás, pero quedarían las bacrim, y quedarían también el EPL y el ELN. En este momento está habiendo unos diálogos iniciales con el ELN, y se espera que se pueda sumar a la iniciativa de paz que tiene el Estado colombiano. Todo está por verse en los acuerdos que se logren en La Habana.

-Ahora en La Habana el gobierno y las FARC llegaron a un acuerdo específicamente para la búsqueda de desaparecidos. ¿Qué opinan ustedes, desde la antropología forense?

-Nosotros conocemos muy poco del acuerdo porque, justamente, se anunció este fin de semana. Cuando lleguemos a Colombia tendremos que mirar cómo vamos a abordar el tema y cuáles son algunas de las directrices que se han dado sobre la temática de los desaparecidos.

-¿Con lo que se sabe hasta ahora del acuerdo, a primera vista, se anima a evaluarlo?

-A título personal, sin que esto tenga que ver con mi trabajo con el Comité Internacional de la Cruz Roja, yo me atrevería a predecir que va a generar un incremento en el reporte de casos de desaparecidos, porque sabemos que en muchos sitios el hecho de que el conflicto perdure no ha permitido que se reporten casos, porque la población todavía teme por su seguridad o porque quienes cometieron las desapariciones están todavía viviendo en la zona. Entonces se puede prever que va a haber un incremento de reportes de desaparecidos.

-Me pregunto si factores como la duración del conflicto o que se desarrolle en parte en la selva pueden hacer más difícil que se encuentren los cuerpos de esas personas desaparecidas.

-Claro. En cuanto a los restos, hay muchos sitios complejos, en la medida en que llegar allí es complejo. También hay que mirar otro fenómeno: la posibilidad de que estén contaminados por materiales como minas. Eso en el lenguaje técnico se llama Contaminación Por Armas. En todo caso, en esos sitios puede haber artefactos explosivos, tanto convencionales como no convencionales, industriales o de fabricación casera, y una persona puede caer allí. Entonces tiene que haber un proceso en el que se tenga en cuenta que si se quiere acceder a esos sitios hay que descontaminar. En cuanto al tiempo, no sólo en Colombia sino en cualquier parte del mundo, la experiencia ha demostrado que los procesos de recuperación de cadáveres de personas desaparecidas duran muchos años. Todavía se sigue buscando a personas caídas en las dos guerras mundiales, en Corea, desaparecidas en las dictaduras del Cono Sur o en Centroamérica, o durante la dictadura española. Han pasado décadas y están en ese proceso. La diferencia radica en que éstos son conflictos ya terminados, y allá, en Colombia, el conflicto no ha terminado. Va a requerir mucho tiempo. Van a pasar generaciones. Lo ideal es que cuando existe este tipo de encuentros (como el congreso de ALAF), el hecho de conocer los contextos, de actualizarnos, nos dé más herramientas para afrontar esos procesos.

-¿Ustedes han hablado con sus colegas sobre la etapa que parece acercarse, en la que los antropólogos forenses pueden estar más activos o tener un rol social más intenso, en la medida en que se abra la búsqueda de desaparecidos?

-Bueno, ya se presiente. Precisamente algunas de las actividades que tiene la academia en Colombia ahora, con espacios como éste, apuntan a eso, aunque todavía no se conocía este acuerdo.

-La perspectiva de un acuerdo de paz, aunque sea sólo con las FARC, ¿va a cambiar esta realidad en Colombia?

-Ésta es una opinión personal, insisto. Yo pienso que si se llega a algún acuerdo con un grupo, obviamente es un gran avance, un gran paso dado también hacia que se empiece a buscar los diálogos con otros de los actores, y de esa forma ir desmontando el conflicto. No va a ser de un día para el otro que se logre la paz, pero cuando ya tienes menos actores -y éste [las FARC] es uno de los más importantes, de los más grandes-, has avanzado.

-¿Hay algún desafío particular en la búsqueda de desaparecidos en Colombia, además del paisaje y de la presencia de explosivos?

-El hecho de que en algunas regiones haya presencia de otros grupos. Porque siempre, cuando hay presencia de otros grupos, esto sigue generando violencia. O cuando hay intereses que tienen que ver con las drogas, los cárteles, que siguen allí. Son muy fuertes los intereses en los territorios donde se cultiva, los que tienen que ver con el tráfico de drogas. Todo esto genera una gran inestabilidad en la región y en Colombia, que es un punto crucial para ir hacia el sur o el norte del continente. Hablamos de drogas pero también de armas y de todo lo que eso genera, pero de todas maneras, cada vez que tú neutralizas o llegas a acuerdos con actores del conflicto, vas haciendo más fácil dialogar con otros de estos actores para que cesen todas sus acciones.

-Con respecto a los casos de desaparecidos que han podido identificar, ¿ustedes notan que tienen particularidades en común, que son todos campesinos o que son víctimas de determinados grupos armados con mayor frecuencia, por ejemplo?

-Sí, por lo general las víctimas son personas que viven en sitios bastante alejados, que son de los estratos sociales 1 y 2, tomando en cuenta que hablamos de una estratificación en la que el 1 es el nivel más bajo y el 6 el más alto, de acuerdo a condición económica, de recursos, de vivienda. Cuando el fenómeno se ha dado en ciudades, también ocurre algo similar. Las víctimas son de las partes de la ciudad que tienen más carencia de recursos, de servicios públicos como agua, energía, salud, educación. Se podría decir que siempre han existido sectores que con más frecuencia han sido blanco de las desapariciones, de los asesinatos.

-¿Las organizaciones de campesinos, afrodescendientes o indígenas han sido víctimas de algún grupo armado en particular con mayor frecuencia, o del propio Ejército?

-Son víctimas del conflicto. Lo que pasa es que los campesinos o los civiles están allí donde se dan los conflictos. Muchas veces, el solo hecho de que un grupo pase por los sitios por donde viven y que ellos lo apoyen brindándole algún tipo de solidaridad, agua que necesitan o un almuerzo, conduce a que cuando llega otro grupo, inmediatamente diga: “Ah, ustedes están apoyando a mi enemigo”. Ocurre simplemente porque esos civiles están en la zona de conflicto. En otras ocasiones, por el lugar en el que viven, quedan en medio de los hostigamientos, y son los civiles los que caen y son las víctimas aunque no sean portadores de armas. Sólo porque están ahí, porque no tienen otro lugar donde estar, porque es su sitio ancestral, en el que han obtenido el sustento por generaciones y generaciones, ellos son los que cargan con ese peso del conflicto.