Mientras en el Congreso de Brasil aún se discute cómo achicar el déficit fiscal previsto para el presupuesto de 2016, los analistas privados consultados por el Banco Central de Brasil (BCB) estiman que la situación económica del país seguirá empeorando en los próximos meses.
El Boletín Focus, publicado por el BCB con estas previsiones, indica que para los analistas el Producto Interno Bruto (PIB) sufrirá una caída de 3,05% en 2015 y la inflación será de 9,91% respecto de 2014. Cada semana el BCB consulta a los analistas privados y en los últimos cuatro meses sus previsiones han sido cada vez más negativas. En octubre el Ejecutivo también empeoró su previsión acerca del PIB, de -2,44% a -2,80% para 2015, y aumentó la de inflación de 9% a 9,3% en 2015 respecto de 2014. La inflación llegó en octubre a 9,77% de aumento respecto del mismo mes de 2014.
En cuanto a la inflación, tanto la previsión privada como la pública superan la meta que estableció el gobierno a comienzos de año, que era de 4,5% anual con un margen de tolerancia de 2%. El BCB ya reconoció que el dato de 2015 estará por encima de esa meta. Otro indicador preocupante que se conoció en los últimos días es el del desempleo, que creció a 8,7% en el trimestre junio-agosto (superando el 8,1% del trimestre anterior, marzo-mayo). Ya hay 8,8 millones de personas desempleadas en Brasil. La Organización Internacional del Trabajo prevé que el desempleo de jóvenes de entre 15 y 24 años alcance 15,5% en 2015.
Cuando Dilma Rousseff fue reelecta, en octubre del año pasado, la inflación era de 6,75% respecto de noviembre de 2013 y el desempleo había registrado una caída de 0,3% en el trimestre junio-agosto, llegando a 6,8%.
Días atrás, en un comunicado oficial, el BCB reconoció que las “hipótesis de trabajo” para controlar la inflación no están claras debido a la falta de resolución de decisiones políticas, en una aparente referencia al ajuste fiscal, que todavía no terminó de aprobarse en el Congreso; a otras medidas económicas pendientes de tratamiento en el Senado, y al Presupuesto de 2016, en el que todavía están pendientes algunas modificaciones a acordar entre el Ejecutivo y el Congreso.