El foco de atención estuvo centrado en los dos candidatos de origen cubano del Partido Republicano: Marco Rubio, senador por Florida, y Ted Cruz, senador por Texas. Rubio, que había sido el favorito en el último debate, demostró nuevamente su habilidad con el micrófono, que incidió, en alguna medida, en los votantes republicanos. El senador subió su puesto en las encuestas y se ubica ahora en la tercera posición, con 11,8% de los votos, según un sondeo de la encuestadora Real Clear Politics, atrás de Trump (24,8%) y de Carson (24,4%).
Rubio, que se presentó como un candidato joven y renovador capaz de derrotar a la experimentada Hillary Clinton, favorita entre los demócratas, convirtió un ataque del senador de Kentucky, Rand Paul, en una de las frases más aplaudidas de la noche. Mientras los postulantes debatían sobre el presupuesto, Paul cuestionó el conservadurismo de Rubio por apoyar un aumento del gasto militar. Éste se defendió: “No podemos tener economía si no tenemos seguridad. Estoy seguro de que el mundo es un lugar más seguro y mejor cuando Estados Unidos es la potencia militar más fuerte del mundo”.
Su frase fue ovacionada en el teatro de Milwaukee, en Wisconsin, donde se realizó el debate organizado por Fox Business y The Wall Street, y celebrada en las redes sociales. No fue la única. Al finalizar el debate, y en lo que fue el broche de oro de una de sus mejores actuaciones en público, Rubio disparó: “Si yo soy candidato, ellos [los demócratas] serán el partido del pasado y nosotros, el del siglo XXI”. La discusión entre Rubio y Paul sobre el gasto militar fue uno de los pocos enfrentamientos que hubo en este debate, que fue más estructurado y controlado por los moderadores que los anteriores, y en el que los candidatos se concentraron en la agenda económica, con pequeños deslices sobre inmigración y defensa. Jeb Bush, que ya venía en bajada, volvió a posicionarse entre los últimos con una de las participaciones más breves del encuentro, según los cálculos de distintos analistas, aunque en sus intervenciones se lo vio más convincente. Defendió una reforma que regularice la situación de los inmigrantes indocumentados y denunció que, a pesar del crecimiento económico de su país, “mucha gente sigue sin trabajo o vive de la asistencia gubernamental”.
Con un perfil más discreto también subió en las encuestas el senador Ted Cruz, que está cuarto en la carrera republicana con 9,6% de apoyo y que el martes también tuvo sus momentos de gloria; por ejemplo, cuando atacó a la administración del presidente Barack Obama y señaló como “peligrosa” su continuación en manos de Clinton. “El liderazgo de Hillary Clinton nos ha costado millones de dólares”, afirmó. A la vez, destacó que, de llegar a la presidencia, lo primero que reformaría sería la política migratoria, y se comprometió no sólo a recuperar el “sueño americano”, sino a “ayudar a más gente a conseguir su sueño americano”.
En materia migratoria, una vez más, fueron las declaraciones de Trump las que tuvieron más repercusión. Manteniendo el polémico plan migratorio con el que moldeó su campaña desde que se lanzó en la carrera electoral, el empresario insistió en la necesidad de construir un muro en la frontera con México y deportar a millones de indocumentados, que a su entender “causan muchos problemas en relación a las drogas”. El martes dijo: “Necesitamos fronteras y tendremos una muralla. Fíjense en Israel, la muralla funciona. Somos un país de leyes. [Los inmigrantes indocumentados] tendrán que irse, y espero que puedan volver, pero se tendrán que ir. No tenemos elección”.
Otros candidatos le respondieron. El gobernador de Ohio, John Kasich, afirmó: “Todos sabemos que no se puede enviar a 11 millones de personas de nuevo fuera de la frontera”. También Bush respondió: “No se puede echar a los inmigrantes. Es imposible y no va con los valores de Estados Unidos. En la campaña de Clinton se frotan las manos cuando tenemos este debate”.
Los principales puntos que enfrentaron a los republicanos fueron la situación de los inmigrantes indocumentados, la estrategia a seguir en Medio Oriente y el futuro de la relación con Rusia, que se hizo más compleja en las últimas semanas. En materia económica, se mostraron más o menos de acuerdo, con coincidencias en cuanto a la reducción de la deuda federal, del gasto público y de la presión fiscal sobre los ciudadanos y las empresas. Además, y en esto coincidieron los favoritos Trump, Carson y Rubio, defendieron la política de no aumentar el salario mínimo.