“Cristina [Fernández] me felicitó y dijo que estaba contenta de que habíamos tenido el primer balotaje de la historia de nuestro país. Me deseó la mayor de las suertes y le envió un cariño a mi mujer”, dijo Macri, y anunció que se reuniría hoy con la presidenta para trabajar en la transición. El dirigente electo por la alianza Cambiemos consideró que su triunfo se debe a que la gente votó por “un cambio de época profundo” y llamó a “olvidar rápidamente” los enfrentamientos políticos entre los argentinos. “Estuvimos demasiados años enfrentados, queriendo focalizar en las disidencias, pero es mucho más lo que nos une que lo que nos separa”, concluyó. Esa voluntad de conciliar no evitó que Macri dejara caer críticas al gobierno kirchnerista, por ejemplo, cuando dijo que recién después de asumir la presidencia podrá saber cuál es la “herencia” que le deja la administración actual en términos económicos, porque no cuenta con “información estadística confiable”.
Macri hizo un repaso de sus planes y promesas y respondió preguntas de los periodistas. Consultado acerca de si tendrán continuidad los juicios por delitos cometidos durante la dictadura, dijo que “lo que se viene haciendo con los juicios” seguirá, y que la Justicia contará con “total independencia” al respecto. Agregó que la Justicia también tendrá “libertad para ir a fondo” en las investigaciones que tenga que llevar adelante sobre supuestos hechos de corrupción de las administraciones anteriores. “Estoy comprometido a que en mi gobierno todos estén a disposición de la Justicia. La impunidad se tiene que acabar [...] y eso incluye, por supuesto, que no haya impunidad con lo que ha pasado en los últimos años”, dijo, según citó el diario La Nación.
El presidente electo anunció también que va a “declarar la emergencia en seguridad” y prometió “poner en marcha la profesionalización de las fuerzas de seguridad en todo el país” para garantizar la seguridad pública y trabajar contra el narcotráfico. “Hay que empezar a trabajar desde el primer día para tomar control sobre el territorio; ha sido inentendible e imperdonable la inacción que ha tenido el gobierno en más de una década”, dijo. “Es prioridad absoluta para nosotros arrancar por ahí. Eso va a dar un cambio de clima y un mensaje claro a aquellos que están queriendo instalarse y operar en la Argentina, pensando que iban a gozar eternamente de las libertades que han tenido”, agregó. Sin embargo, no anunció todavía quién será su ministro de Seguridad.
En materia de política exterior, el presidente electo declaró su intención de “recuperar la dinámica en el Mercosur, avanzar en los convenios con la Unión Europea y converger hacia la Alianza del Pacífico”. También reafirmó dos promesas de campaña. Reiteró que va a proponer al Congreso la derogación del memorándum de entendimiento firmado con Irán, y dijo que pedirá en el Mercosur que se active la llamada “cláusula democrática” con el objetivo de suspender a Venezuela por “los abusos” cometidos en ese país. “Yo creo que es evidente que corresponde que se aplique esa cláusula, porque las denuncias son claras, son contundentes, no son un invento”, dijo. Durante la campaña, Macri había manifestado que veía con “mucha preocupación” la situación venezolana, y que en caso de ganar el domingo pediría la liberación de Leopoldo López. La esposa de este dirigente opositor venezolano, Lilian Tintori, que recorre el mundo en defensa de su marido, estaba presente el domingo en el búnker de Cambiemos.
Hacia delante
En la conferencia de prensa de ayer hubo muchas preguntas dirigidas a conocer cuáles serán las políticas económicas del próximo gobierno. Macri confirmó que habrá un “tipo de cambio único”, pero eludió responder cuándo levantará el cepo cambiario (en marzo prometió que lo haría el mismo día de su asunción), argumentando que todavía no sabe “cuáles son los verdaderos números de la economía” argentina. “El cepo es un error; no dar información, no tener acceso a estadísticas, no tener un Banco Central independiente son las cosas que vamos a corregir”, aseguró.
Uno de los anuncios claros que hizo en el terreno económico fue que cambiará el nombre del Ministerio de Economía, que pasará a llamarse de Hacienda y Finanzas, y que habrá un minigabinete de economía integrado por seis carteras: Hacienda y Finanzas, Trabajo, Agricultura, Energía, Transporte y Producción.
El presidente electo pidió a la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Garbó, y al titular del Banco Central, Alejandro Vanoli -a quienes calificó de militantes más que de profesionales técnicos-, que dejen sus cargos una vez que él asuma. La salida de ambos ha sido reclamada por Cambiemos desde hace varias semanas, y días atrás Vanoli dijo que él no sería un “obstáculo” para la gestión del próximo gobierno en caso de que éste fuera opositor. El directorio del Banco Central está alineado con el gobierno de Cristina Fernández y podría funcionar como un freno para algunas iniciativas de Macri, en especial la de levantar el cepo cambiario.
Macri también podría promover la destitución de Vanoli en el Congreso, pero a primera vista ése parece ser un camino árido, por la poca fuerza que tendrá su partido en el Poder Legislativo. En el Senado, Pro cuenta con apenas cuatro de los 72 integrantes, y en Diputados tiene 43 de 257. Pro y sus aliados en la coalición Cambiemos, la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica todavía no acordaron que sus bancas actuarán en conjunto. En las elecciones de octubre, en las que se renovó parte del Congreso, se acordó que los diputados y senadores electos por Cambiemos deberían actuar como una unidad, pero aquellos que ya ocupaban sus bancas, electos por sus propios partidos, podrían no plegarse a esta unidad, informó Página 12. Si Cambiemos uniera a las bancadas de los partidos que la integran, contaría con 15 senadores y 92 diputados. En ambas cámaras la mayoría de integrantes es del kirchnerista Frente para la Victoria; Cambiemos es la segunda fuerza y el Frente Renovador, de Sergio Massa, la tercera.
En Pro se buscan acuerdos con los legisladores del Frente Renovador, aunque Massa ha sido esquivo a la hora de cerrar alianzas. Una de las teorías que se manejan en Pro, informó La Nación en base a fuentes del partido, es que después del gobierno de Cristina Fernández los gobernadores peronistas podrán recuperar su incidencia sobre sus bancadas. El diputado electo Emilio Monzó ya está trabajando para reunir apoyos entre estos gobernadores peronistas, al menos para llegar a acuerdos puntuales que permitan aprobar algunas iniciativas en el período inicial del gobierno.
Monzó es el candidato de Pro para convertirse en presidente de la Cámara de Diputados, pero los radicales también podrían aspirar a contar con la presidencia de la cámara baja, un cargo desde el que podrían imponer su agenda y marcar que, si bien el presidente será de Pro, el partido con más legisladores de la alianza es la Unión Cívica Radical (UCR). La negociación entre ambos partidos podría complicarse por el anuncio que hizo ayer el presidente de la UCR, Ernesto Sanz. Dijo que se retira de la política para pasar más tiempo con su familia. En los últimos días su nombre había sido manejado para el Ministerio de Justicia y, anteriormente, como jefe de Gabinete.
Otros nombres radicales que suenan para distintos cargos en el gabinete son los de los diputados José Cano, quien podría ser ministro de Salud por sus antecedentes como presidente de la Comisión de Salud del Senado, y Óscar Aguad, que mantiene una buena relación con Macri y podría ir a Defensa. Sin embargo, los ministros confirmados por Macri son pocos, y corresponden a integrantes de su gabinete como jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Pro y sus aliados tienen pendiente hacer designaciones y conformar equipos en el gobierno nacional, el provincial y el de la ciudad. Esto implica un “triple desafío”, dijo el futuro jefe de Gabinete de Macri. “Vamos a convocar a los mejores”, dijo ayer Macri, y agregó que puede sorprender “con personas que no habían estado en la política antes”.
Repudio extendido
“No más venganza”, se tituló el editorial del diario La Nación de ayer, según el cual “la elección de un nuevo gobierno es momento propicio” para terminar con “las mentiras sobre los años 70” y “el vergonzoso padecimiento” de los condenados por violaciones a los derechos humanos “que se hallan en cárceles a pesar de su ancianidad”. En el texto se critica “el aparato propagandístico oficial” que califica como “juventud maravillosa” a los guerrilleros de los años 70, y continúa: “el aberrante terrorismo de Estado sucedió al pánico social provocado por las matanzas indiscriminadas perpetradas por grupos entrenados para una guerra sucia” que “en nada se diferencian” de quienes cometieron los atentados del viernes 13 en París.
El texto generó fuertes repercusiones en las redes sociales y en el ámbito político (oficialistas y opositores lo criticaron), a tal punto que la página web de La Nación sacó en la tarde una nota acerca de esas reacciones. Una de las más fuertes fue la de los periodistas del propio diario, que a lo largo del día sumaron sus rechazos al editorial en redes sociales y, finalmente, se reunieron en una asamblea, emitieron un comunicado desmarcándose de esas opiniones y se sacaron una foto en la redacción con carteles que decían: “Yo repudio el editorial” y “#NuncaMás”.