Las sorpresas del gabinete no estuvieron en el equipo económico. Éste será liderado por el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, el integrante de la CC que ha sido uno de los principales asesores económicos de Macri. Los otros integrantes del minigabinete económico serán el futuro ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, que viene de cumplir la misma función en la ciudad; el de Agricultura, el diputado de la UCR Ricardo Buryaile, que fue dirigente agropecuario antes de ir al Congreso; el de Producción, Francisco Cabrera, que preside la fundación Pensar, el think-tank del Pro; y el de Energía, el ex presidente de Shell Argentina Juan José Aranguren, que ha cuestionado si es necesario que YPF siga en manos del Estado.
Las sorpresas estuvieron en otras carteras. Peña levantó la mirada de la hoja en la que leía los nombres para anunciar que continuará en su cargo el actual ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao. Durante la campaña electoral varios científicos manifestaron su temor de que las inversiones en ese sector, que fueron impulsadas durante el kirchnerismo, disminuyeran en un gobierno de Macri, y esta designación podría interpretarse como un mensaje de tranquilidad.
Otra sorpresa fue la designación como ministra de Seguridad de la diputada Patricia Bullrich, a quien se consideraba fundamental en la Cámara de Diputados para conformar las mayorías que le permitieran al gobierno aprobar sus iniciativas. Tampoco se esperaba la designación del rabino y diputado del Pro Sergio Bergman para el Ministerio de Medio Ambiente, área en la que no se le conocen antecedentes.
No hubo sorpresas en el número de radicales: cuatro ministros (Defensa, Comunicaciones y Turismo, además de Agricultura) y el titular del Plan Belgrano, con el que Macri buscará impulsar el desarrollo del norte argentino.
Desde el comienzo, Macri mostró una tendencia a trasladar su gabinete como jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires al gobierno nacional. Sus primeras designaciones fueron las de Peña como jefe de Gabinete y de Esteban Bullrich como ministro de Educación, los mismos cargos que ocupaban en la ciudad. La designación de Bullrich generó resistencia en organizaciones de profesores y de estudiantes de la ciudad, que criticaron que durante su gestión no construyó ni una sola escuela e implementó las muy criticadas “aulas container”.
Nueve de los 14 ministros que pertenecen al Pro hoy ocupan cargos en la ciudad; o diez, si se cuenta a quien será el presidente del Banco Central si Macri logra alejar a Alejandro Vanoli del cargo: el economista Federico Sturzenegger, que fue presidente del Banco Ciudad de Buenos Aires y hoy es diputado.
Algunos de los que pegarán el salto del gobierno de la ciudad al nacional son el responsable de los medios públicos porteños, Pablo Avelluto, y el titular de Cultura de la ciudad, Hernán Lombardi, pero no ocuparán los cargos equivalentes: Avelluto, que es periodista, irá al Ministerio de Cultura, y Lombardi, que es ingeniero civil, al Sistema Nacional de Medios Públicos.
Avelluto lidiará con una cartera que tiene muchos funcionarios afiliados a La Cámpora, la juventud kirchnerista, y que vivirá una transformación: la eliminación de la Secretaría de Pensamiento Nacional, creada por el actual gobierno, informó La Nación.
Por su parte, Lombardi anunció otros cambios polémicos apenas fue designado, el martes. Dijo que se enviará un proyecto al Congreso para cambiarle el nombre al Centro Cultural Néstor Kirchner, “restaurando lo que el mismo Néstor Kirchner propuso”, dijo, que es darle el nombre Centro Cultural del Bicentenario. Argumentó que hay un exceso de “lugares y monumentos” que llevan el nombre del ex presidente, y que al dárselo al Centro Cultural del Bicentenario se violó una norma de la ciudad que exige que pasen diez años desde la muerte de alguien para designar en su homenaje a un lugar público.