La CNE actualizó en la noche del lunes los resultados de las elecciones legislativas venezolanas: según el conteo, la oposición obtuvo 107 escaños con el apoyo de 64% de los votantes, mientras que el chavismo alcanzó los 55 legisladores, con 32,9% de respaldo. Quedan cinco escaños por asignar oficialmente; tres que pertenecen a los representantes indígenas y otros dos que corresponden a diputados del interior del país.
Sin embargo, ayer el secretario ejecutivo de la MUD, Jesús Torrealba, insistió en que esa alianza conquistó 112 diputados de manera “irreversible”. Un rato después, Enrique Márquez, miembro del Comité Ejecutivo de la MUD, confirmó que los tres diputados de la representación indígena forman parte de la alianza opositora, aunque hayan sido postulados por organizaciones locales, lo que elevaría la cifra oficial a 110 parlamentarios opositores en la Asamblea Nacional (el parlamento unicameral venezolano), informó la agencia Efe. Varios dirigentes opositores calificaron de “mezquino” el retraso de la CNE para anunciar los resultados.
La importancia de las cinco bancas que quedan por adjudicar radica en un cálculo matemático básico: cuantos más escaños abarque la oposición, más competencias ganará. Y el máximo poder que puede obtener, así las cosas, depende de que supere los tres quintos del parlamento, obteniendo al menos 112 escaños.
Con los 107 legisladores que ya alcanzó de manera oficial, la oposición podrá sancionar leyes que habilitan al presidente a dictar decretos con rango, valor y fuerza de ley, destituir a miembros de la CNE -previo pronunciamiento del Tribunal Supremo de Justicia- y aprobar mociones de censura a los ministros y al vicepresidente, según establece la Constitución de Venezuela. Ya al obtener la mayoría simple, la oposición podrá aprobar leyes de amnistía para liberar a quienes considera “presos políticos” y autorizar las salidas del presidente al extranjero.
Si llegara a obtener 112 bancas, la MUD podría, además, revisar tratados internacionales -y someterlos a referéndum si vulneran la soberanía nacional-, intervenir leyes orgánicas como el control de precios y cambios, promover una reforma constitucional o una asamblea constituyente, o destituir a las autoridades del Tribunal Supremo de Justicia. Una mayoría de estas características puede obligar al presidente a ceder ante la oposición para garantizar la estabilidad, aunque no sin que ésta se enfrente con algunos obstáculos.
Nicolás Maduro, al presidir un país con un sistema presidencialista, puede actuar con cierta independencia de la Asamblea Nacional y tiene un peso clave en la toma de decisiones. Dentro de la estructura de poderes, la mayoría de las decisiones se aprueban sólo con el “sí” del Ejecutivo -presidente y ministros-, el Legislativo y el Judicial -representado por el Tribunal Supremo de Justicia- juntos. Y otro elemento más: de acuerdo con lo que establece la Constitución, las decisiones de la Asamblea pueden ser vetadas por los otros dos poderes, lo que supone un nuevo juego de equilibrios.
Pensando, en parte, en esta necesidad de equilibrio, el ex candidato presidencial opositor Henrique Capriles exhortó el martes al presidente Maduro a ponerse “a la orden” de la nueva Asamblea Nacional, y aclaró que ésta no será “la Asamblea de la revancha” sino “de la justicia”, porque el Parlamento “clama por el orden” en un país que “vive la peor crisis de su historia”.
Una combinación particular
La mayoría de la oposición venezolana se reúne en la MUD, una coalición de partidos con tendencias políticas diferentes e ideologías disímiles que comparte un objetivo común: derrotar al gobierno, antes liderado por el presidente Hugo Chávez, que inició su “revolución bolivariana” en 1999, y que desde 2013 lidera Maduro. Esta semana, la oposición le arrebató la mayoría parlamentaria al chavismo y se acercó así a la meta. La nueva etapa de la oposición se inaugura con la necesidad de establecer un proyecto consensuado entre corrientes que, en algunas cuestiones, pueden chocar.
Si bien en la práctica la MUD existía desde 2006, la alianza fue creada formalmente en enero de 2008 en Caracas, y reestructurada un año después. Actualmente, está integrada por 21 partidos de tendencias socialdemócratas, conservadoras, liberales e incluso socialistas, según sus propias definiciones. Entre los partidos centristas y socialdemócratas, se encuentran Alianza Bravo Pueblo -cuyo líder y fundador es Antonio Ledezma, dirigente encarcelado en febrero-, Democracia Renovadora, Movimiento Progresista de Venezuela, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y Gente Emergente. Algunos de ellos apoyaron a Chávez en el pasado.
Avanzada Progresista fue formado por partidos “bolivarianos” que decidieron no unirse al PSUV cuando Chávez lo formó, mientras que Voluntad Popular fue fundado en rechazo a políticas chavistas que según sus líderes, con Leopoldo López al frente, restringían derechos humanos. López fue arrestado en febrero de 2014 y condenado en 2015 a 13 años de prisión por delitos vinculados a una serie de protestas contra el gobierno de Maduro. Otro partido, La Causa Radical, fue fundado por disidentes del Partido Comunista de Venezuela para promover lo que definen como una “democracia radical”: la “profundización de la democracia con la participación popular y contraria al socialismo autoritario y a la democracia liberal”.
La MUD también cuenta con la presencia de partidos conservadores, de centroderecha y cristianos, como Convergencia -demócrata cristiano-, Proyecto Venezuela -socialcristiano- y Solidaridad Independiente -que se define como humanista cristiano-. También engloba a los más liberales, como Fuerza Liberal -cuyo eslogan es “Transformar a Venezuela en un país de Primer Mundo”-, Unidad Visión Venezuela y Vente Venezuela, el partido de la ex diputada María Corina Machado, una de las convocantes a las manifestaciones de febrero de 2014, separada de su cargo un mes después, por aceptar el cargo de “embajadora alterna” de Panamá ante la Organización de Estados Americanos. Completan la MUD el movimiento ambientalista Moverse- “por una Venezuela responsable, sostenible y emprendedora”- y el pluralista Unidos para Venezuela. Durante la campaña electoral, la MUD insistió en posicionarse como la “verdadera unidad” para sacar al país adelante. Ahora tendrá oportunidad de demostrar si es capaz de conciliar sus diferencias.