La gobernadora de la provincia de Buenos Aires, la macrista María Eugenia Vidal, dijo que, “tal como sabemos todos”, existió “complicidad de una parte del Servicio Penitenciario Bonaerense” en la fuga de tres presos condenados por un triple crimen vinculado con el narcotráfico, que lograron escapar amenazando a un guardia con un arma falsa. Apuntaba así contra los funcionarios kirchneristas que todavía estaban a cargo de esos servicios. Además, Vidal dio a entender que la corrupción se extiende más allá del penal de máxima seguridad de General Alvear, y de las autoridades penitenciarias provinciales, al decir que “el narcotráfico ha penetrado la política”. La gobernadora aclaró: “Nosotros no somos parte de eso”, y dijo que va a presentar denuncias penales para que pague “quien tenga que pagar”.

Según su discurso, esta fuga “es resultado de las decisiones” que toma el nuevo gobierno: “Nosotros le decimos no a la corrupción y sí a la lucha contra el narcotráfico. Eso tiene consecuencias, porque pelear contra las mafias tiene costos: la fuga es uno de estos costos. Sabemos que pueden suceder más situaciones difíciles, pero vamos a hacer lo que hay que hacer. No nos van a frenar. No los voy a defraudar”.

A su relato acerca de esta fuga se suman otros que responsabilizan al macrismo o al kirchnerismo. La huida de Víctor Schillaci y de los hermanos Cristian y Martín Lanatta ocurrió pocos meses después de que este último culpara públicamente al entonces jefe de Gobierno kirchnerista, Aníbal Fernández, por el triple crimen cometido en 2008. Había argumentado que las víctimas, tres empresarios que según la Justicia competían por el tráfico de efedrina -un precursor que se utiliza para fabricar metanfetaminas-, buscaban el mercado de otra red con la que estaba involucrado el funcionario. La acusación, que no había sido vertida antes en la Justicia, llegó en un momento en que Fernández competía por la gobernación de Buenos Aires, y era el principal oponente de Vidal. Fernández sostiene que esa denuncia pública formó parte de una campaña de desprestigio que logró su objetivo de que él no fuera electo.

Las declaraciones de Martín Lanatta habilitaron dos lecturas que vinculan la fuga con intereses políticos. Una sostiene que el escape es parte de un plan para que los tres condenados a cadena perpetua no comprometan más a Fernández; la otra, que se trata de un pago de favores a los tres presos por haber golpeado la imagen del funcionario en campaña.

A la primera lectura se sumó ayer el periodista Jorge Lanata, en cuyo programa de televisión Periodismo para todos, hizo su acusación Lanatta. “¿A quién le conviene que estos presos aparezcan muertos? Yo creo que le convendría vengarse a Aníbal Fernández”, dijo, según citó el diario La Nación. A continuación, Lanata descartó la hipótesis de que la salida de la cárcel pudo ser un pago de favores. “Pensar que el gobierno puede tener un interés en que se escape... No puedo contemplar esa hipótesis kirchnerista porque me consta que la entrevista no fue una operación. Es una gran estupidez, decían que le habíamos dado plata a Martín Lanatta...”, dijo. Además, lamentó que no se investigara si hubo una asociación entre el grupo narcotraficante involucrado en esta causa y el gobierno.

El diario Página 12 informó que en el kirchnerismo el escape motivó comentarios irónicos de distintos dirigentes. “Mira vos, los que denunciaron en el programa de Lanata e involucraron a Aníbal Fernández, ¿estarán recibiendo favores?”, tuiteó el presidente del Archivo Nacional de la Memoria, Horacio Pietragalla. “Ahora sabemos cuál era el precio real que habían acordado los Lanatta por hacer su denuncia falsa contra Aníbal Fernández en el programa de Lanata”, publicó en Facebook la legisladora porteña Gabriela Cerruti. Y la lista sigue.

“Más vale que los capturen vivos y vuelvan a la cárcel, porque, si no, los responsables serán Vidal y [su ministro de Seguridad, Cristian] Ritondo”, tuiteó Fernández el lunes. Más tarde, durante su conferencia de prensa, Vidal le respondió y le pidió que “justamente en este caso se llame a silencio”. De acuerdo con La Nación, Fernández le dijo a la radio Del Plata que “ni loco” se llamaría a silencio y que no tenía “nada que ocultar”.

Schillaci y los Lanatta ya habían intentado fugarse hace dos años de otra cárcel, el penal de Sierra Chica: en esa ocasión limaron las rejas del pabellón en el que estaban, pero fueron descubiertos. En este segundo intento lo lograron, y aunque las autoridades ofrecen recompensas y desplegaron operativos policiales, hasta ayer seguían prófugos.