El Consejo Supremo para la Defensa del gobierno rebelde libio instalado en Trípoli (que no reconoce el resultado de las elecciones del año pasado) anunció que protestará oficialmente ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por el bombardeo que lanzó Egipto ayer en territorio libio, que dejó 17 heridos y siete civiles muertos, entre ellos tres niños y dos mujeres, según la agencia de noticias Efe.
Muhammad Abdul Kafi, vocero del Consejo, dudó de la veracidad del video difundido el domingo en el que se muestra el asesinato de 21 egipcios coptos por parte del grupo EI, y dijo que no tiene pruebas de que se haya cometido una masacre así en Libia. Sin embargo, las autoridades coptas en Egipto reconocieron en el video a los trabajadores detenidos en enero en Derna. Esta ciudad está en manos de una organización afiliada a EI por lo menos desde octubre, cuando milicianos que la controlan así lo anunciaron desfilando por las calles.
“No vamos a permitir que nadie entre en Libia y desestabilice su seguridad. Elevaremos quejas urgentes a la ONU y a las organizaciones internacionales de derechos humanos contra el [presidente egipcio, Abdelfatah] al Sisi y sus tropas brutales”, advirtió Kafi.
Antes, el Congreso Nacional General, el Parlamento establecido en Trípoli, también había condenado el asesinato de los egipcios y repudiado la respuesta militar de El Cairo, a la que consideró una “agresión a la soberanía de Libia”. Un miembro del Congreso originario de Derna, Mansur al Hasadi, dijo a la agencia de noticias Efe que los bombardeos fueron “un acto terrorista” con el que “el régimen egipcio quiere exportar sus problemas al extranjero, y Libia es el país más cercano”.
Al igual que muchos gobiernos, la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas para Libia condenó la matanza de los coptos en un comunicado y pidió unidad a los libios para que el terrorismo no aproveche el conflicto. “Los terroristas son los únicos que se benefician de los continuos combates y divisiones”, dice el texto publicado en su página web.
En otro comunicado, las Fuerzas Armadas egipcias explicaron que los ataques cumplen con una resolución tomada el domingo de noche por el Consejo de la Defensa Nacional en “defensa de la seguridad y estabilidad de su pueblo”. El texto asegura además que los bombardeos apuntaron “contra los cuarteles, posiciones, lugares de concentración y entrenamiento y almacenes de armas” de los milicianos leales a EI en territorio libio.
“Hoy estamos al sur de Roma, en la tierra musulmana de Libia […], juramos ante Alá que estas aguas en las que han escondido el cuerpo del jeque Osama bin Laden las vamos a mezclar con su sangre”, dice en inglés un hombre en el video con el que se dio a conocer la decapitación de los rehenes egipcios. Hace referencia a la afirmación de Estados Unidos de que el cuerpo del ex líder de Al Qaeda fue tirado al mar después de que fuera asesinado por militares estadounidenses en Pakistán, en 2011.
De acuerdo con la agencia de noticias AFP, el video fue realizado por Al Hayat Media Center, la misma productora que hizo varios otros videos de propaganda de EI en distintos idiomas, con material profesional e imitando a las películas estadounidenses. En el video, el grupo islamista armado también dice que la ejecución de los coptos responde a incidentes ocurridos en Egipto, donde aseguran que no se permitió que las esposas de dos curas coptos se convirtieran al Islam.
Un texto sobreimpreso en las imágenes indica que los hechos, filmados en una playa, ocurren en “la provincia de Trípoli” (Wilayat Tarabulus), una referencia a las épocas del Califato del Imperio Otomano, del que formaba parte lo que hoy es Libia, bajo el nombre “provincia de Trípoli”. Otro texto indica que los asesinados son “gente de la cruz fieles a la iglesia egipcia enemiga”.
Uno de muchos
El atentado del 27 de enero, ocurrido en un hotel de Trípoli que albergaba al Congreso, fue reivindicado por EI. En las últimas semanas, este grupo anunció que ocupó otra localidad libia, Nofilia, y que controla edificios estratégicos en Sirte, entre ellos las sedes de los principales medios de comunicación, que ahora emiten el discurso de Abu Bakr al-Baghdadi, el autoproclamado califa de EI, que busca reproducir el califato que desapareció con el Imperio Otomano. Tanto Nofilia como Sirte están en el centro de la zona costera del país, cerca de las principales infraestructuras petroleras que representan 90% de estos recursos en Libia.
Esta situación se presenta en medio del caos y las divisiones que sufre el país desde la caída del gobierno de Muamar Gadafi, en 2011, resultado de un levantamiento armado opositor en su contra apoyado por bombardeos de una coalición internacional impulsada por Estados Unidos y Francia.
Desde entonces, hay cerca de 2.000 milicias armadas que defienden en muchos casos intereses comunitarios antagónicos entre sí. Se alinean con el gobierno de Trípoli o el de Tobruk, que surgió de las elecciones del año pasado. Este último, reconocido por la mayoría de las potencias occidentales, cuenta con el apoyo de Egipto y de Jalifa Haftar, militar que se sublevó en mayo contra las milicias islamistas (algunas de las cuales apoyan al gobierno de Trípoli mientras que otras son afines a EI). Pero el respaldo de milicianos islamistas con el que cuentan las autoridades basadas en Trípoli no impidió que en la última edición de la revista propagandística de EI en inglés, Dabiq, la organización se declarara en guerra también con ellas, por “apóstatas”.
En agosto, el gobierno de Estados Unidos ya había dicho que Egipto y Emiratos Árabes eran los autores de ataques contra milicias islamistas que intentaban controlar el aeropuerto de Trípoli. Pero entonces El Cairo, que declaró su guerra interna a los Hermanos Musulmanes a los que califica de “terroristas islamistas”, negó estar implicado. Los bombardeos de aviones no identificados sobre Libia se reiteraron en setiembre y octubre. De acuerdo con el diario Libya Herald, Hafter dijo que si bien apoya los ataques aéreos egipcios, está en contra de una intervención terrestre.
El presidente francés, François Hollande, habló ayer por teléfono con Al Sisi y los dos mandatarios coincidieron en que el Consejo de Seguridad de la ONU debe reunirse para tratar la amenaza que representa EI, y pidieron “nuevas medidas para hacer frente a ese peligro”, además de los ataques aéreos que ya se están llevando a cabo en Irak y en Siria desde el año pasado.