Muchas veces los medios brasileños informaron que la salida de Foster de Petrobras era inminente. Desde que a fines de 2014 se conoció la red de corrupción tejida alrededor de la empresa estatal, la oposición exigía su renuncia. El principal argumento era que Foster pudo estar involucrada en estos escándalos de corrupción, y si no lo estuvo, su trabajo como presidenta era deficiente por no haber descubierto una red de tales dimensiones.

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, defendió a Foster mientras pudo. La ingeniera química -que cuenta con un MBA en economía y un posgrado en ingeniería nuclear- fue en su momento una de las designaciones insignia de Rousseff. Nacida en una favela, con una niñez en la que recolectaba papel y cartón para comprar los útiles escolares, Maria das Graças Foster llegó a ser nombrada por la revista Fortune como la mujer ejecutiva más importante entre las que no son estadounidenses, tras ser designada titular de Petrobras.

La ingeniera entró a esta empresa en 1978, y en 1999 comenzó una relación cercana con Rousseff, que en ese entonces era secretaria de Energía de Rio Grande do Sul. A partir de entonces acompañó de cerca a Rousseff, y cuando ésta ganó la presidencia su nombre empezó a sonar para el cargo de presidenta de Petrobras. Bajo su liderazgo la empresa batió récords de extracción de petróleo y superó distintas metas que se había establecido al comienzo de la gestión.

La destitución de de la presidenta de Petrobras se conoció después de que la empresa estatal rompiera otro récord, pero a la baja: en los últimos cuatro meses perdió 58% de su valor en la bolsa de San Pablo. Ni bien se conoció la salida de Foster, su valor comenzó a subir nuevamente. En el mismo período las agencias de calificación de riesgo Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch bajaron la nota de la petrolera hasta el nivel más bajo dentro del grado de inversión.

Lavado de cara

Rousseff pidió al ministro de Hacienda, Joaquim Levy, que le sugiriera nombres para sustituir a Foster. Se prevé que el funcionario, de procedencia liberal, proponga nombres que caigan bien en el mercado y terminen con la desconfianza que éste tiene actualmente hacia Petrobras.

Este cambio en la dirección se produce, además, mientras que en el Congreso se lograron las firmas necesarias para solicitar que se abra una comisión para investigar el escándalo de Petrobras. Este tema ya ha sido sometido a votación parlamentaria en ocasiones anteriores y el gobierno logró evitar la instalación de la comisión, pero en este caso se teme que las bancadas oficialistas de las dos cámaras no cuenten con el respaldo necesario para seguir evitando su apertura.

Son cuatro los nombres que se manejan para ocupar la presidencia de Petrobras. El ex presidente de la compañía Ford en Brasil Antonio Maciel Neto es considerado el candidato que mejor vínculo tendría con los sindicatos, ya que lideró la rama de los ingenieros de Petrobras. Otro candidato, Rodolfo Landim, es el que más conoce la empresa, ya que integró su directorio y dirigió varias compañías subsidiarias de Petrobras, y además, es amigo personal de Rousseff.

Pero el nombre que suena con más fuerza es el de Henrique Meirelles, que fue presidente del Banco Central durante los gobiernos de Lula. Es una figura reconocida por los empresarios privados -lideró la entidad financiera en la época de mayor crecimiento de la economía brasileña- pero resistida por Rousseff, que no quiso integrarlo a su equipo económico.

Petrobras emitió ayer un comunicado en el que informó que mañana se reunirá el Consejo de Administración para definir quién sustituirá a Foster y a los cinco directores salientes.