Según el último balance oficial, murieron 23 personas y otras 47 resultaron heridas en el ataque que cometió el miércoles un grupo islamista radical contra el museo Bardo de la ciudad de Túnez. El ministro de Salud, Said Saidi, informó que entre quienes murieron figuran 18 turistas extranjeros, un policía, un chofer de ómnibus turístico, una agente de mantenimiento del museo y los dos atacantes.

Las autoridades confirmaron que cuatro de los detenidos están directamente involucrados en el ataque terrorista y los cinco restantes pueden tener conexiones con el grupo jihadista. Además, fuerzas especiales continúan investigando en barrios de la periferia de la capital y en zonas montañosas vecinas a la frontera con Argelia, un área militar cerrada en la que el Ejército tunecino lucha desde hace meses con grupos jihadistas provenientes de Sahel.

Ayer el grupo Estado Islámico (EI), que no tiene una organización afiliada en Túnez pero sí muchos tunecinos combatiendo a su lado en Siria e Irak, reivindicó el ataque al museo y prometió más acciones para “sembrar terror en el corazón de los infieles” de ese país.

También ayer el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos presentó un informe en el que detalla los crímenes y abusos perpetrados por ese grupo en Irak, en particular contra la población civil. Destaca que “el esquema manifiesto de ataques contra la minoría yazidí indica la intención de EI de destruir” a esa comunidad, lo que sugiere que “podría haber cometido un genocidio”.